‘Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones’ tiene la receta secreta para ser todo lo que deberían haber sido las secuelas de ‘Star Wars’ de Disney

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Con los pósters y tráilers de una campaña de marketing muy poco atinada, incluido una elección de doblaje indignante, todo hacía presagiar lo peor, pero resulta que ‘Dragones y mazmorras: Honor entre ladrones’ no solo es el más inesperado del año, sino que tiene un sentido de la diversión contagioso que se echaba en falta en los blockbusters de los últimos tiempo. Es más, es un regreso al cine de fantasía ágil, fresco y con olor a aventura clásica llena de humor sin cinismo listillo que recuerda más a las películas originales de ‘Star Wars’ que la trilogía de legado y spin offs.

Sí, no hay naves, ni sables láser, ni uso de la fuerza sino un espíritu compatible con ‘La princesa prometida’, pero incluso el uso de criaturas y monstruos animatrónicos increíbles tiene el ADN del George Lucas más creativo, aunque la clave está en la interacción de los personajes. Pocas veces un grupo de protagonistas transmiten esa sensación de querer verlos juntos más tiempo, y recuerdan mucho a la inocencia de la primera ‘La guerra de las galaxias’ ¿Por qué es mejor sucesora del tono de aquella que cualquiera de las nuevas películas y series de Disney?

Para empezar, ‘Dragones y Mazmorras: Honor entre ladrones’ es una colección de peripecias con la espontaneidad de una ‘El temible burlón’ (1952) o los seriales clásicos que inspiraron a Lucas, de hecho, si funciona en ese aspecto es por su capacidad de supeditar el ritmo a otros elementos y el tino del montaje para no dejar que los conflictos de los personajes se enrollen sobre sí mismos demasiado, existen dilemas y drama, pero no se convierten en lamento o intentos por consolidar la solemnidad que buscan hacer las películas “importantes”, algo a lo que nos hemos acostumbrado en el cine comercial.

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Es más, la visión de ese juego de rol en el cine adopta el estado mental y dinamismo, siempre hacia adelante, de una partida, como un revulsivo contra los intentos de crear gravedad de Marvel en ‘Wakanda Forever’ o ‘The Eternals’, un trabajo de dar entidad al género del cómic que es apreciable en su justa medida, pero que está embarrando los difusos límites de la complacencia y el entretenimiento. Y aunque la comedia parece ser también ingredientes Marvel, se aprecia aquí una vuelta al humor blanco y ocurrente, sin chascarrillo revisionista o intentos de mirar por encima del hombro el material sobre el que trabaja.

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A juzgar por su aspecto visual, limpio y un tanto impersonal, la adaptación parecía tener la peor aproximación posible a la espada y brujería, una que no iba mejorar la odiada primera gran adaptación, pero ha resultado ser la sorpresa que nadie esperaba. Un antídoto para el conformismo del cine de franquicias, juguetón y ligero frente a la visión oscura y despiadada del género tras ‘Juego de Tronos’, mirándose más en la serie animada de los 80, que en las revisiones de caras brillantes con sudor y llenas de suciedad que remiten a la edad media.

Mazmorras

Mazmorras

Puede que el humor de ‘Dragones y Mazmorras’ quizá no sea para todo el mundo: es tontorrona y absurda, pero cuida mucho a sus personajes y se divierte con ellos, e independientemente de eso es un raro ejemplo de blockbuster bien escrito de principio a fin, recuperando gadgets, el recorrido aprendido y momentos recurrentes, con una duración magra que va siempre al grano, una inyección de adrenalina en el cine de multisala que ofrece una alternativa al cine de superhéroes en un mundo de espada y brujería. Sería una pena que no tuviera una continuidad en forma de trilogía.

Un regreso a los 80 sin nostalgia innecesaria

Por una parte, los directores John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein rescatan la inocencia naíf de películas familiares como ‘Willow’ o ‘Dragonheart’, pero consiguen ampliar miras incorporando algunos detalles que parecen salidos del universo deEl ejército de las tinieblas’ –esos muertos, la magia que sale mal, las deformidades grotescas— y otras producciones de Sam Raimi enfocadas a la espada y la brujería como sus series para televisión ‘Hércules’ y ‘Xena’, que pese a sus limitaciones de presupuesto siempre era livianas y dinámicas.

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‘Dragones y Mazmorras’ mira al mundo de la magia con la misma lógica de la secuencia de la lucha de Merlín y Madame Min de ‘Merlín el encantador’ (1963) y la converge con marionetas reales al estilo Jim Henson de los 80, propias de ‘El cuentacuentos’ o ‘Dentro del laberinto, con transformaciones propias de ‘Lady Halcón’, con la que también comparte un tono de cuento actualizado para nuevos públicos. El plantel de seres mágicos, monstruos, zombies y personajes extraños es espectacular. Hay algunas creaciones digitales, pero cuando la cámara se cierra sobre los personajes deja paso a técnicas tradicionales de maquillaje y escultura de moldes que ya casi no se ven en la gran pantalla.

Dragones

Dragones

Por supuesto, hay guiños para fans de los juegos, la serie animada y las novelas, pero ‘Honor entre ladrones’ es la rara apuesta por caras nuevas, no sobrecargar la mitología, la introducción de nuevos personajes con la confianza ciega en un reparto que funciona a la perfección. En otras circunstancias podría considerarse solo una buena película pero, haciendo algo tan fácil como resetear la bilis y la ironía extracinematográfica en una época en la que lo hemos visto todo, logra que pasemos el mejor rato en una sala de cine en lo que llevamos de 2023. Dadnos diez secuelas más.

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