Hace un par de meses os explicamos que los expertos en nutrición estaban alertando de que los padres tardamos mucho en dar comida no triturada a los bebés. En gran parte sucede porque es lo que hemos visto desde pequeños: papillas hechas en casa y potitos en las tiendas, todo siempre con una textura tan fina que se puede pasar de la cuchara a la garganta sin hacer ni un sólo movimiento de mandíbula.
Pero sucede también, en gran parte, porque muchos padres tienen miedo de que sus hijos se atraganten con la comida y de no saber cómo reaccionar. Así, hay bebés que llegan al año solo con triturados, y algunos a una edad aún mayor. Y entonces llega un momento en el que no solo no comen trozos, sino que se niegan a metérselos en la boca: ¿Demasiado acostumbrado a los triturados? Siéntalo a comer contigo.
Pero es que, ¡parece que va a morir!
Así es. Muchos bebés se meten los trozos hasta adentro, intentan tragar un pedazo demasiado grande y acaban haciendo una arcada para echarlo (o los padres tenemos que meter el dedo). Ahí muchos padres se dicen que «una y no más, santo Tomás», que ese susto no se lo vuelven a llevar y que triturado y ya veremos más adelante.
Y sin embargo, el bebé estaba aprendiendo a comer. De esa experiencia, de ese hacerlo tan a lo bestia que se atragantan, van aprendiendo el tamaño de lo que tienen que comer, hasta dónde se lo tienen que meter, cómo lo tienen que masticar o gestionar en la boca, etc.
Vamos, que de ese modo están aprendiendo a comer solos con sus propias manos, en el que es un aprendizaje muy valioso porque enseguida están comiendo nuestra comida y porque todo ejercicio que se haga masticando es positivo para el desarrollo de los músculos de la mandíbula, de la boca, y en consecuencia, beneficioso para el habla (los niños que mastican antes tienden a tener una mejor pronunciación).
Pero si, como decimos, no llega a comer solo, o no llega a masticar y se acostumbra al triturado, puede pasar que el niño crezca y luego cueste mucho más que coman trozos.
Pierden la curiosidad y se acostumbran a la textura
Cuando a los cuatro meses un bebé empieza a comerse su mano como un loco no está sufriendo porque en 4 ó 5 meses le saldrán sus primeros dientes, sino que está empezando a entrenar para comer. Repite el gesto de llevar la mano a la boca una y otra vez, lo hace con todo lo que pilla por el camino y una vez lo tiene en la boca, lo mastica. ¿No os ha mordido nunca con las encías?
Es un momento de curiosidad en el que se está preparando para, más adelante, empezar a comer… así, a los seis meses, cuando empezamos a ofrecerles los alimentos, son muy capaces de cogerlos (mejor o peor, pero los cogen) y llevárselos a la boca. Y allí empieza el verdadero aprendizaje. Ya tenían la teoría y por fin empiezan la práctica.
Sin embargo, si solo les damos triturados, papillas y potitos, se acaban acostumbrando a esa textura y llega un momento en el que ya no tienen la necesidad de coger algo y llevárselo a la boca, ni la curiosidad de probar cosas nuevas.
Para que vea cómo coméis los demás
Entonces, en esa situación, puede costar más de lo habitual que empiecen a comer los trozos. Así que en vez de darles de comer su comida primero y luego sentarnos nosotros a comer mientras ellos hacen otra cosa (jugar en el suelo, por ejemplo), lo ideal es que estén a nuestro lado, o incluso sentados en nuestra falda, delante de nuestro plato.
De este modo verán cómo comemos los mayores, cogiendo trozos grandes, metiéndolos en la boca y masticando. Masticando un buen rato hasta tragar y coger entonces otro trozo, en un proceso bastante más lento que su «cadencia de cuchara» que, al tragar rápido, enseguida viene la siguiente.
Para que robe vuestra comida
Y la otra razón es para que coja comida y pruebe. Para que robe. Para que se sienta libre de coger, que recobre un poco de curiosidad y se lleve comida a la boca por sí mismo. Y es que parece que si les pones la comida a ellos, sienten que quieres hacer algún experimento raro y te dicen que no, que esos trozos que son para ellos te los comas tú. Y sin embargo, si saben que es de los demás, parecen desearlo.
Vamos, que como les suelo decir a las madres en la consulta de enfermería: «acércale el botín todo lo que puedas; deja que te robe. Aprenden más de lo que te quitan que de lo que les pones».
Fotos | Cody, Simon Wheatley, Gall en Flickr
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