Jason Statham es conocido a día de hoy por su faceta como actor. Para encontrar su primera película –‘Lock & Stock’– hay que remontarse a 1998, año en el que cumplió 31 años. Antes de eso ejerció de modelo para marcas como Tommy Hilfiger o Levi’s, pero sus auténticos inicios fueron como atleta, quedándose a las puertas de participar en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
De hecho, el protagonista de ‘Despierta la furia’ fue miembro del equipo británico de natación durante 12 años y ya había rozado con las manos ser uno de los dos miembros ingleses del equipo de natación inglés para las Olimpiadas de Los Angeles en 1984 y Seúl en 1988. Quedó en tercera posición, pero apenas dos años después logró la mayor oportunidad de su carrera como saltador de trampolín en los Juegos de la Mancomunidad de 1990, pero no nos adelantemos tanto.
Rozando el sueño olímpico
La pasión por el deporte le venía a Statham de familia, pues su padre fue boxeador y gimnasta, mientras que su hermano mayor era un apasionado de las artes marciales. Al actor también le interesaban las artes marciales, ya que Bruce Lee, Jackie Chan y Jet Li se encontraban entre sus ídolos, pero todo cambio a los 13 años estando de vacaciones con sus padres. Vio a alguien practicando un salto desde una posición elevada y le llegó la inspiración
El problema es que los saltadores de trampolín suelen empezar a entrenar a eso de los cuatro o cinco años de edad y él no empezó a hacerlo en serio hasta los 15, por lo que todo estaba en su contra. Eso no impidió que se dedicase a fondo para intentar hacer realidad su sueño: «Estaba intentando ganar una medalla de oro olímpico«.
Durante más de una década el inolvidable Chev Chelios de la saga ‘Crank’ fue uno de los mejores de Inglaterra, pero siempre le faltaba dar ese último paso adelante para llegar a los Juegos Olímpicos. Los Juegos de la Mancomunidad de 1990 eran su oportunidad para resarcirse, participando en las categorías de 1 metro, 3 metros y 10 metros.
Por desgracia, Statham se quedó muy lejos de las medallas, quedando octavo en la categoría de un metro, undécimo en la de tres metros y décimos en la de diez metros. Es de evento al que pertenece el vídeo de más arriba que quizá ya hayáis visto online en alguna ocasión, a veces apuntando erróneamente que pertenecía a los Juegos Olímpicos de Barcelona.
De cara a la Olimpiada celebrada en España en 1992, Statham volvió a chocar con el hecho de que el equipo británico solamente enviaba a dos saltadores de trampolín, quedando él nuevamente en tercera posición. Esa fue la gota que colmó el vago vaso y le llevó a la retirada, sin importar que ese mismo año hubiese quedado en duodécimo puesto en el Campeonato Mundial.
Retirada
Además, la agencia Sports Promotions se fijó en él poco después de su participación en los Juegos de la Mancomunidad de 1990, fichándole para ejercer como modelo deportivo. Poco tardó en decantarse por esa otra carrera profesional, dejando atrás sus años como saltador de trampolín.
En alguna ocasión, Statham ha restado importancia a sus años como deportista, llegando a catalogarlo como «un hobby estúpido«, pero también ha afirmado que fue una «experiencia genial» que le enseñó disciplina y a centrarse. Una lástima que no hiciera realidad su sueño olímpico, pero no se puede decir que después le haya ido mal.