Es inevitable acordarse con cierta nostalgia de aquellos tiempos en los que Salem, el gato de Sabrina, iba al Calderón a ver al Atleti y Will Smith animaba al Betis porque había llegado a primera. La magia de una traducción creativa convirtió a series como ‘Cosas de casa’ o ‘El príncipe de Bel-Air’ en hitos de las sobremesas de Antena 3, productos que nadie esperaba que fueran perdurables en el tiempo y que, sin embargo, han quedado como testimonios de una época más salvaje en la que el traductor tenía tanta creatividad como los guionistas. Uno pensaría que esa época ha acabado, pero lo cierto es que siempre hay quien quiere revivirla como sea.
La biografía de Tamara
Muchos aún recordamos con escalofríos aquella vez que en ‘Futurama’ no creyeron que el público español conocería ‘La hoguera de las vanidades’ y la sustituyeron por ‘La biografía de Tamara’ o el momento en que Lrrr y Ndnd se marchaban a su país para ver un programa que había hecho Bertín Osborne (en lugar de Jay Leno). Este intento a la desesperada por españolizar una serie es aplaudido por unos cuantos, pero, en la búsqueda actual de la mayor fidelidad posible con el material original, también vilipendiada por otros. A día de hoy no sabría decir cuál de las dos facciones es mayoría.
Hace bien poco, Crunchyroll decidió subtitular ‘Chainsaw man’ saltándose el original y haciendo un homenaje a David Civera: «¡Q-que la detengan! ¡Es una mentirosa, malvada y peligrosa!». Hubo partidarios de las risas, el troleo y el meme, por supuesto (no podía ser de otra manera en Internet), pero en lo personal volví a sentir ese cosquilleo al estilo ‘Sabrina: cosas de brujas’: la reapropiación de una obra no solo adaptándola al lenguaje, sino también a sus topónimos y tradiciones sin que haya una excusa válida para ello.
Esa obsesión que tenían las Spellman con irse a Gandía, Sabrina queriendo vestir como Espido Freire o Salem decidiendo que un pie sabe a Cabrales forman parte ya del imaginario colectivo, pero ahí deberían quedarse. Nadie quiere que los policías de ‘Brooklyn 9-9’ hablen de ‘Sálvame’ o de la Pantoja, igual que, por mucho que nos haga gracia, en un anime japonés no se debería referenciar un clásico del pop patrio. Porque, si no, ¿dónde ponemos el límite? ¿Nos parecería bien que ‘Better call Saul’ metiera una referencia a Logroño en vez de Albuquerque? ¿Y que en ‘The white lotus’ hablasen de sus últimas vacaciones en Isla Mágica poniendo acento andaluz? ¿Por qué nos parece bien que se masacre una comedia, pero en un drama nos parece algo impensable?
Kung fun didos
En 1966, Woody Allen lanzó ‘Lily la tigresa’, su primera película como director. En realidad se trataba de la mezcla de un par de cintas japonesas de la saga ‘Kokusai himitsu keisatsu’ redobladas por el propio Allen. El resultado no es ni muy gracioso ni muy impactante, pero es un ejemplo perfecto de autor que rehace una obra para apropiársela.
En España, los pioneros, 26 años antes que el neoyorquino, fueron Miguel Mihura y Antonio de Lara, que adaptaron el desconocidísimo biopic alemán de Johann Strauss ‘Unsterbliche Melodien’, haciéndolo suyo, en ‘Un bigote para dos’. En 2020 fueron Venga Monjas, Canódromo Abandonado y Juan Cavestany los que hicieron una nueva versión. Pero estos experimentos, en realidad, más similares al ‘Mundo viejuno’ de ‘Muchachada Nui’, poco tienen que ver con las barbaridades perpetradas en películas como ‘Kung fu sión’, ‘Ali G anda suelto’ o ‘Las aventuras de Ford Fairlane’.
No son pocas las voces muy a favor de estos doblajes hispanizados, pero tenemos que plantearnos si realmente «mejoran la versión original», como se suele decir para defenderlas, o la risa radica en, simplemente, el choque de escuchar un doblaje de ‘El informal’ en una película como ‘Austin Powers en miembro de oro’, a la que se añadían chistes cortesía de Florentino Fernández que no estaban en el original. Es un tema en el que el público está tan dividido que es imposible saber si, en general, estamos a favor o en contra de mantener la versión original en la medida de lo posible.
Un poquito de por favor
Para la infamia quedan momentos en los que los famosos aprovechan para meter sus coletillas, como «Un poquito de por favor» en ‘El espantatiburones’ o «Ahora vas y lo cascas» en ‘Shrek’: ¿Tiene sentido españolizar doblajes y subtítulos o es una moda pasajera? ¿Son más graciosos los traductores que los guionistas originales? ¿Es válido cambiar el significado de una frase solo porque otra va a chocar más y, por tanto, hacer más risa? ¿Es lícito, con el auge de la versión original, volver a los tiempos de ‘Sabrina’?
Ojo: no estoy hablando de esas veces en que los traductores consiguen encontrar salidas originales para sus trabajos, como la maravillosa adaptación del podcast ‘All is not OK in Oklahoma’ como ‘Poca broma en Oklahoma’ (‘Solo asesinatos en el edificio’), cualquier canción adaptada en ‘Los Simpson’ o «Rickinillo» sustituyendo a «Pickle Rick» en ‘Rick y Morty’. Es más bien esa manía adquirida en la que, en lugar de limitarse a que una serie o una película se entienda, tratamos de ser más graciosos todavía. Que se nos vea. El meme como valor del éxito.
Meter morcillas en la traducción, o incluso inventársela por completo, es muy divertido en un vídeo parodia de Borja Pavón o, en su día, de ‘El informal’, ‘Humor amarillo’, redoblajes de Rifftrax o comentarios al estilo ‘Mystery Science Theatre 3000’. Sabes lo que vas a ver, estás dispuesto a ello, como espectador has aceptado tácitamente una distorsión de la versión original. Pero si lo que se ofrece es una españolización de baja estofa que se hace pasar por una adaptación real, deja de ser válido, sea más o menos gracioso.
En los 90, estos doblajes con morcillas por el medio ya sonaban raros, pero en 2022, a no ser que directamente el traductor esté más centrado en entrar en la cultura del meme que en hacer su trabajo (o en la distribuidora quieran llamar la atención así), no tienen sentido. En su día, Fernando Fernán-Gómez resumió muy bien mi punto de vista sobre este tema, tras el incordio de Pablo Carbonell en ‘Caiga quien caiga’: «Es usted muy gracioso, es usted muy ingenioso, dígaselo a su mamá y que le de dos besos». Pues eso. Ni Civera, ni Civero.