Comenzamos con las chuletas de cordero. Hemos calculado un par de chuletas por persona puesto que es un entrante o aperitivo, pero si lo hacéis como plato principal, podéis calcular 4 por persona para una buena ración. Podéis hacer esta receta, tanto con las chuletas de palo como con las de riñonada, según vuestros gustos. Las salpimentamos, y las freímos en una sartén con aceite de oliva, sin hacerlas demasiado, pues luego las volveremos a freír cuando estén empanadas.
Una vez fritas, las reservamos y dejamos que se enfríen. Entre tanto, preparamos una salsa bechamel tirando a espesa, con la harina y la leche, un poco de sal y un toque de nuez moscada. Podéis aprender a hacer la bechamel paso a paso en nuestra receta definitiva de salsa bechamel, la que siempre sale perfecta y sin grumos.
Con la bechamel aún templada, metemos las chuletas ya frías, y dejamos que la carne quede cubierta por la salsa, dejando que enfríe y solidifique en la misma sartén. Es fundamental que las chuletas estén bien frías, o si no, la bechamel no se quedará bien pegada a ellas y se despegará al freírlas.
A continuación las empanamos, pasando las chuletas por el huevo batido y el pan rallado, y según las vamos empanando, las dejamos en una bandeja hasta el momento de freír. Si lo deseáis, una vez empanadas, se pueden congelar para utilizar en otro momento.
Para que al freír queden bien crujientes, hay que hacerlo en una sartén con bastante aceite, que éste esté bien caliente, y en varias tandas, para evitar que se baje la temperatura. Tras freírlas, las dejamos sobre papel absorbente y ya están listas para comer.