Aunque los huevos se toman en la mayor parte del mundo para desayunar, en España son mucho más habituales en las cenas. Por desgracia, en pocas casas se sale de la tortilla francesa, la tortilla de patatas o los huevos fritos, dejando a un lado una de mis formas favoritas de prepararlos: los huevos revueltos.
Los huevos revueltos son la definición de la simplicidad, pero es importante que los cocinemos a fuego muy lento para que queden bien jugosos. Solo necesitáis huevos, una pizca de sal y un poco de mantequilla, que marca la diferencia. Batid los huevos ligeramente y salteadlos en la mantequilla a fuego medio-bajo, sin parar de remover, hasta que estén ligeramente cuajados, pero aún jugosos, y voilá, ¡tenéis la cena lista!
¿Queréis un extra? Añadid unos tallos de cebollino picado o un poco de queso rallado justo antes de que los huevos estén completamente cocidos. Si buscáis algo más contundente el plato admite infinitas variaciones. Podéis añadirles setas salteadas, pimientos, cebolla caramelizada, tomates cherrys, espinacas… Las posibilidades son casi infinitas. En DAP tenemos multitud de recetas de revueltos para inspiraros.
Esta cena es infalible a nivel nutricional, pues los huevos son una excelente fuente de proteínas completas y aportan también vitaminas como la B12 y la D, y minerales como el selenio y el yodo. Ahora bien, recordad, todo es cuestión de equilibrio: sí a los huevos revueltos, pero mejor si los acompañamos de verduras frescas o asadas y no de carne.
Los huevos revueltos no requieren más acompañamiento que una rebanada de vuestro pan preferido, mejor si está ligeramente tostado. En cuanto al vino, un blanco joven o un rosado podrían armonizar a la perfección con vuestra cena.
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