En marzo de 2022 tuvimos la suerte de asistir a un día de test en la Fórmula 1 de la mano de Alpine. Allí conocimos de cerca el trabajo a lo largo del día del equipo pero también nos dio para charlar relajadamente con las personas implicadas en la marcha del mismo y de cómo estaba repercutiendo en la propia marca de coches de calle.
La estrategia detrás de la creación del equipo de Fórmula 1 tiene mucho sentido. Renault ya tenía una escudería en el campeonato pero Luca de Meo decidió cambiar el nombre y la imagen de la misma. En sus pasos anteriores en Fiat y Seat había apostado por contar con marcas de vocación claramente deportiva con la que lanzar modelos más caros al mercado, con una inversión mínima y un gran rendimiento. Abarth y Cupra son esos ejemplos.
La intención con Alpine era similar. La marca de coches deportivos tenía que darse a conocer al mundo, desaparecida desde décadas atrás. Y contar con una escudería en la Fórmula 1 era el mejor trampolín. Dos horas (sólo durante la carrera) retransmitiendo para todo el mundo la imagen de la marca.
Los resultados no se hicieron esperar: las ventas de Alpine se dispararon en un 70% cuando Esteban Ocon consiguió la victoria en el Gran Premio de Hungría en 2021 con Fernando Alonso protagonizando un papel crucial frenando a Lewis Hamilton en su avance hacia la primera posición.
La cifra da una idea de la repercusión que sigue teniendo la Fórmula 1 a nivel mundial. La compañía francesa ya lo había vivido década y media atrás con Fernando Alonso, de nuevo, como protagonista. Sus exhibiciones en la primera mitad de los años 2000 dispararon la popularidad de sus modelos y en 2005 firmó su, entonces, récord de ventas histórico.
Aston Martin confía
El ejemplo de Renault es el que aspiran a seguir escuderías como Aston Martin. La compañía británica de vehículos de lujo quiere aprovechar el tirón del deporte para recuperarse de uno de sus momentos más complicados en más de un centenar de años.
En su salida a bolsa, la compañía fue valorada en más de 5.000 millones de libras. Una estimación que, el paso del tiempo, descubrió como demasiado optimista. Poco después de su salida en 2018, el precio de la acción se desplomó y, finalmente, el multimillonario Lawrence Stroll acabó por salvar a la compañía de la bancarrota.
Desde que se hiciera con la marca en 2020, Aston Martin vive en una crisis continua. Por el camino ha perdido cientos de millones de euros, intentando virar hacia el coche eléctrico y luchando con problemas en la cadena de suministro, según la compañía. Ahora, cuando finaliza la primera temporada de Fernando Alonso en el equipo y se están consiguiendo los mejores resultados en su tercera temporada con Lawrence Stroll como dueño, la escudería empieza a generar importantes beneficios para la marca Aston Martin.
Durante el segundo trimestre de 2023, la firma de lujo ya consiguió mejorar las perspectivas de los analistas y esperan que este año sea el último en el que quemen dinero. Por el camino han conseguido que Mercedes o Arabia Saudí entren en el accionariado de la empresa. Al mismo tiempo, Lawrence Stroll ha vendido parte del equipo de Fórmula 1, en una operación que valora la escudería en mil millones de libras, según Bloomberg.
Aston Martin ha encontrado nuevos inversores en su peor momento y el interés del mercado americano tiene mucho peso
Esta venta también permite a Stroll poner en valor el trabajo que hace el equipo de Fórmula 1 de cara a tratar de remontar la situación de la marca de vehículos de lujo. Con la venta, Arctos Partners entra en el accionariado, lo que es un respaldo de confianza, pues este grupo también tiene acciones en equipos como los Boston Red Sox de beisbol y en el Liverpool. La respuesta en las acciones de la compañía fue automática, con un crecimiento de más del 6%.
Y el influjo de la Fórmula 1 también se está sintiendo en sus ventas. Este verano, Stroll aseguraba en una rueda de prensa que «nuestra relación con la Fórmula Uno es verdaderamente transformadora», pues estaba vendiendo deportivos a una «generación completamente nueva de clientes de Aston Martin». En aquella conversación con los medios, el multimillonario aseguró que «más del 70% de los propietarios del Aston Martin Vantage F1 Edition nunca antes habían comprado un automóvil de la marca».
Y no es el único caso. Junto a Aston Martin, otros equipos no han dejado de crecer en sus valoraciones. Liberty Media, propietaria de la explotación del deporte desde 2017, ha conseguido llegar a nuevos mercados y levantar expectación en algunos donde la Fórmula 1 era completamente residual. En Estados Unidos, donde el deporte había pasado de puntillas, se ha celebrado este fin de semana el tercer Gran Premio de la temporada, aunque con enormes críticas.
La serie de Netflix y el giro comunicativo ha servido para atraer a nuevos públicos a la Fórmula 1, justo cuando el deporte se enfrenta a una reconversión forzosa para reducir su huella de carbono y con Max Verstappen dominando con mano de hierro el campeonato.
El resultado se refleja en Aston Martin, pero también en McLaren, que ha pasado de vivir entre penurias a que el equipo se haya valorado en más de 500 millones de dólares, con la entrada en el accionariado de Rob Walton, heredero de Wallmart, clave para reflotar la empresa de vehículos de calle, que ha estado buscando en Oriente Medio una tabla de salvación.
En junio, Alpine vendió el 24% de su accionariado, que fue adquirido por RedBird Capital y Otro Capital (filial de la primera), donde Ryan Reynolds tiene parte de sus inversiones, elevando al equipo hasta una valoración de más de 800 millones de euros.
La importancia de la Fórmula 1 la recalcaba el propio Luca de Meo en una entrevista a Bloomberg en la sede de Alpine: «un equipo de Fórmula Uno debería valer lo que vale una franquicia de la NBA, de la NFL o un equipo de fútbol; no hay ninguna razón para que no lo haga».
Pero, sobre todo, dejó claro dónde está el verdadero valor del deporte: «hay 70 millones de personas cada fin de semana de Gran Premio que ven esto. Tienes mil millones de fans y está creciendo”.
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Foto | Aston Martin