Unos buenos títulos de crédito son mucho más que una mera sucesión de nombres: son una declaración de intenciones. Está muy bien rendir su correcto tributo a quien hace una película, delante y detrás de las cámaras, pero una buena película hace todo lo posible para que hasta el más mínimo rincón de su metraje rebose significado.
Y eso incluye a los títulos de crédito, en malas manos un mero trámite, pero en manos de alguien creativo una oportunidad única.
Cómo abrir boca
En la nueva entrega de ‘Todo es mentira en el cine y la televisión’ rendimos tributo a los mejores títulos de crédito de la historia, aquellos que aprovechan tipografías, banda sonora y diseño para crear una atmósfera afín a la película.
Quizás un resumen simbólico de lo que vamos a ver. Una reinterpretación. Una versión acelerada. Hoy te contamos el origen de los títulos de crédito y su evolución.
De las obras maestras del diseño sintético de Saul Bass a su réplica contemporánea en ‘Atrápame si puedes’, pasando por el cachondeo animado de ‘La pantera rosa’ o el minicorto con mensaje de ‘El señor de la guerra‘.
Antes de todo eso, los títulos de crédito eran meras cartelas informativas, si acaso con unos lienzos de fondo que apuntaran la ambientación de la película. Pero luego se convirtieron en demoledores misiles acerca de lo que estábamos a punto de ver.
Hemos recopilado los mejores, llenos de bandas sonoras inolvidables y atrevimientos plásticos que a menudo están vedados para el resto de las películas a las que acompañan. A menudo adelantándolas por la izquierda y sin mirar atrás, todos estos títulos de crédito son memorables por sí mismos, y este es nuestro homenaje.