Hay profesionales que destacan por el amor que sienten por su trabajo, en el que se involucran mucho más allá de sus responsabilidades, aportando un plus que ayuda a los demás. Uno de ellos se llama Ismael Martínez Villegas, enfermero en un centro de salud de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), desde hace cinco años, después de trabajar durante mucho tiempo en el servicio de urgencias de un hospital.
Asegura que su experiencia le sirve para conocer las necesidades de la gente a los que luego procura ayudar con iniciativas muy interesantes. Así, un colegio se puso en contacto con él solicitando su ayuda para enseñar a los niños de tres años a sonarse los mocos y lavarse las manos. Y preparó una didáctica basada en el método Montessori con ejercicios-juegos que a base de repetición permite consolidar estas habilidades.
Ahora, en época de coronavirus, ayudar a nuestros hijos pequeños a adquirir estas habilidades es más importante que nunca.
Promoción de la Salud entre los más pequeños
La Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste en que unas manos limpias pueden salvar vidas. Su higiene es la mejor arma para reducir los riesgos de propagación de ciertas enfermedades de fácil transmisión originadas por virus y bacterias. Y son los niños pequeños los que más conviven con tos y mocos durante gran parte del curso escolar.
El problema está, tal y como nos explica Ismael, que a los niños del primer curso de Educación Infantil les cuesta más desarrollar habilidades como sonarse los mocos. Pero estaba convencido que con juegos, canciones y a base de repetir la rutina, podrían lograrlo. Eso sí, «notamos en esta habilidad una importante diferencia entre los que habían cumplido los tres años en enero y los que los cumplían en diciembre», porque tal y como asegura «cada niño madura a su ritmo y no podemos forzarle, así que hay que tener paciencia y si aún no está preparado, esperar a que se desarrolle más».
Añade que observaron que los más pequeños de la clase tenían más problemas, sobre todo, en psicomotricidad fina a la hora de entrelazarse los dedos para lavarse las manos, «pero a base de crear rutinas, repeticiones, como aconseja el método Montessori, se puede lograr».
Así que Ismael, como seguidor número uno del modelo educativo Montessori, decidió desarrollar un programa para promover la salud de los niños del primer curso de Infantil del centro escolar CEIP Maestra Caridad Ruiz de Sanlúcar.
«La idea es que un niño aprenda por sí mismo e incluso de sus errores. Pero hay madres que son súper protectoras y no se lo permiten».
Añade este enfermero de atención primaria que la petición vino del colegio, donde él dio una sesión para enseñar el proceso, y luego continuaron las profesoras durante semanas hasta que los niños asumieron los conceptos. Pero que ese refuerzo y ese aprendizaje se puede y debería realizarse desde casa, «porque es con la familia con quien comparte ml día, por lo que resulta más fácil lograr que los pequeños interiorizan la enseñanza».
Adaptación del método Montessori
Según explica este profesional de la salud, este modelo educativo se caracteriza por proveer un ambiente preparado: ordenado, estético, simple, real, donde cada elemento tiene su razón de ser en el desarrollo de los niños, y con materiales diseñados para que el niño pueda reconocer el error por sí mismo y hacerse responsable del propio aprendizaje.
«El ambiente preparado ofrece al niño oportunidades para comprometerse en un trabajo interesante, elegido libremente, que propicia prolongados períodos de concentración que no deben ser interrumpidos. La libertad se desarrolla dentro de límites claros que permite a los niños convivir en la pequeña sociedad del aula».
Como en la didáctica preparada para este aprendizaje, «los niños trabajan con materiales concretos científicamente diseñados, que brindan las llaves para explorar el mundo y para desarrollar habilidades cognitivas básicas».
Canciones y juegos para enseñar hábitos saludables
En la didáctica preparada por Ismael Martínez Villegas y las profesoras de Educación Infantil del centro escolar, se incluyen indicaciones para que «los niños resfriados se suenen los mocos con pañuelo de papel, lo desechen en la papelera y se laven las manos después».
Como las destrezas de los niños de tres años aún no están del todo desarrolladas, se incide en actividades para soplar por la nariz y no aspirar, como:
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Cuatro juegos de soplo que contienen diferentes escenarios para poder entrenar la intensidad, la direccionalidad y la potencia del soplido, para dirigir la pelota por un recorrido establecido.
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El cuento del «lobo y los tres cerditos» como cuento-ejercicio para valorar la destreza del soplo de los niños. Consiste en ir reproduciendo o representando las acciones de un cuento al mismo tiempo que se va narrando. Son historias con acciones relacionadas con lo que se quiere enseñar (el soplido del lobo).
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Soplar por la nariz con la boca cerrada. Se tapa la pajita con los dedos para que al soplar los niños tengan que respirar pro la nariz y así descubrirán que por la nariz también se puede expulsar aire voluntariamente. Tendrán que empujar la pelota soplando por la nariz lo que «puede provocar que a más de uno se le escapen mocos por la nariz».
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Cuando el niño tiene desarrolladas sus capacidades motrices se le puede dar el pañuelo para que lo coja con sus dos manos. Debe bloquear un lado y soplar fuerte por el otro.
Para que aprendan a lavarse las manos, el enfermero y las profesoras proponen una canción inventada por ellos, adecuada a la edad de los niños para que puedan comprenderla. La didáctica pasa por la repetición: los adultos dicen una frase haciendo un gesto y los niños repiten reproduciendo el gesto.
«Pulso el jabón 1,2,3
Muevo las manitas como si fuera un tren
Froto entre los dedos también
Hago cosquillitas en la barriguita de las manitas
El dedo gordito, está muy solito, lo voy a mover
Muevo las manitas otra vez
Las manos están limpias, ya lo ves».
Puedes descargar la didáctica completa sobre este programa de educación para la salud, para llevarla a cabo en casa.
Ismael señala que hoy en día habría que completar estas «lecciones de higiene» enseñando a los niños un buen uso de la mascarilla, tapando nariz y boca (en niños mayores), y repitiendo la rutina de toser en el codo para evitar contagios.
Y termina señalando que, por su experiencia en centros escolares y su afán de promover la salud entre los niños, ahora más que nunca en tiempos de Covid queda patente la necesidad de incorporar un enfermero en los colegios, para proteger a nuestros hijos.
Fotos | CEIP Maestra Caridad Ruiz de Sanlúcar
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