En pleno año 2019, el espectador asiduo al terror ya tiene más que asimilados los mecanismos y el lenguaje propio del subgénero del found footage gracias, en parte, al repunte de popularidad que experimentó en 2007 con ‘Paranormal Activity’; título al que seguirían cintas de las más diversas calidades como la fallida ‘Emergo’, la encomiable ‘Grave Encounters’ o la excepcional ‘[·Rec]’ de Plaza y Balagueró.
Los bajos costes de producción y las altas probabilidades ya no sólo de recuperar la inversión, sino de obtener jugosos beneficios en taquilla, han impulsado la proliferación de este tipo de filmes. Pero sus orígenes se alejan del Siglo XXI, pudiendo encontrar híbridos entre el mockumentary más tradicional y el metraje encontrado en clásicos como la ‘Holocausto caníbal’ de Ruggero Deodato —1980— o esa violenta maravilla titulada ‘Ocurrió cerca de su casa’ —1992—.
Pero si un largometraje puso patas arriba el panorama en cuanto al género narrado con grabaciones «caseras» y sentó las bases de futuros productos homólogos, ese fue ‘El proyecto de la bruja de Blair’; un auténtico fenómeno viral gestado durante los primeros coletazos de la era Internet que acaba de cumplir 20 primaveras. Lo que ha quedado en un segundo plano, es que un año antes de que Daniel Myrick y Eduardo Sánchez nos perdiesen por los bosques de Maryland, una pequeña película para televisión titulada ‘Alien Abduction: Incident in Lake County’ plantó la semilla del found footage moderno tal y como lo conocemos.
Alienígenas en VHS
Introduciéndonos de lleno en la celebración del día de Acción de Gracias de una familia ligeramente disfuncional, interrumpida por un grupo de invitados extraterrestres con no muy buenas intenciones, ‘Alien Abduction’ arranca con un plano esencial para plantear sus bases narrativas, justificando el tratamiento formal del filme al introducir al personaje que, tras aparecer en pantalla brevemente, hace las veces de cámara y cronista en primera persona de los eventos.
A partir de ese momento, y tras dedicar un escueto primer acto a presentar a los protagonistas y a familiarizar al espectador con el espacio en el que se ambienta el relato, el largo se articula escena tras escena mediante todos y cada uno de los recursos lingüísticos habituales; incluyendo el montaje poco fragmentado en favor del plano secuencia y el tiempo real, o la cámara en mano, libre y caótica, cuya integración en la historia está justificada dramáticamente.
Pero si algo hace especial este «documento», más allá de su categoría de germen oculto, esas son las condiciones en las que se emitió por primera vez. Originalmente, ‘Alien Abduction’ vio la luz en la cadena United Paramount Network tras un programa de investigación de corte amarillista titulado ‘Real Vampires: Exposed!’ y sin ningún tipo de aviso sobre su naturaleza ficticia.
Si a esto le sumamos las entrevistas —también falsas, por supuesto— a realizadores, psicólogos o agentes de policía que se intercalan en el metraje, y recursos propios del medio catódico como la censura de palabras malsonantes o de algunos fragmentos de la imagen con contenido sensible, es comprensible que se originase cierta confusión entre los espectadores; algunos de los cuales dieron el material por auténtico.
Esta reacción, en la línea de los falsos mitos sobre el caos generado por ‘La guerra de los mundos’ que narró Orson Welles en 1938, se vio reforzada por el cariz Lo-fi de la producción tanto en lo que respecta a la parte técnica y logística —beneficiada por el uso del fuera de campo, como a unas interpretaciones cuya dudosa calidad termina favoreciendo el conjunto, aportando un extra de naturalidad que le sienta a las mil maravillas.
Pese a hacer gala de unas estimables cotas de tensión durante alguno de sus pasajes, la torpeza narrativa y las severas carencias de ritmo de ‘Alien Abduction: Incident in Lake County’ la hacen únicamente recomendable si se pretende visualizar como una rareza, y como elemento indispensable para indagar en los inicios de un boom cinematográfico que continúa amasando millones de dólares veinte años después de su —re—nacimiento.