Cuando uno empieza a practicar el noble arte de la carrera se le vienen mil preguntas y dudas a la cabeza, una de ellas es saber a qué velocidad tengo que ir cuando salgo a correr. Esto no es fácil de establecer, ya que depende de la persona y del grado de entrenamiento que tenga.
Nos referimos hoy a las personas que están empezando a correr y cuya prioridad es mejorar la forma física y no tanto el rendimiento. Para esto hay una pauta sencilla, deberíamos correr a un ritmo que nos permita llevar una conversación tranquilamente con otra persona.
La explicación a esto es simple: cuando no podemos mantener una conversación significa que la respiración está más agitada de lo normal, y esto quiere decir que ya hemos sobrepasado el límite de intensidad digamos «media» para hacer un trabajo aeróbico tranquilo.
Si usamos un pulsómetro a la hora de salir a correr y os fijamos en las pulsaciones, estas deberían encontrarse entre un 60% y un 70% de nuestra frecuencia cardíaca máxima; si preferimos fijarnos en nuestro ritmo por kilómetro, el estimado sería de unos seis a siete minutos por kilómetro (9 a 10 kilómetros por hora). Un ritmo que es considerado adecuado para aquellos que empiezan a correr y los primeros días hacen entrenamientos suaves.
Cuando ya hemos alcanzado una forma física aceptable como para entrenar más en serio, la cosa se complica y el ritmo de entrenamiento va a depender de los objetivos que queramos conseguir.
Este artículo fue originalmente publicado por Juan Lara en octubre de 2008 y ha sido revisado para su republicación.
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