He
probado
los
mejores
Android,
los
he
comprado
con
mi
propio
dinero,
tuve
la
suerte
de
probar
los
aspirantes
anuales
al
podio
y
pude
enfrentarlos
con
sus
adversarios,
los
iPhone.
Seguí
sus
caminos
yendo
por
mi
propia
senda:
nunca
cambié
de
bando,
decidí
probar
lo
mejor
de
cada
uno.
Como
aficionado
a
la
tecnología,
siempre
he
ido
detrás
de
lo
novedoso
sin
guiarme
por
una
marca
ni
por
una
tendencia.
Suelo
ser
de
los
primeros
en
probar
algo,
uno
de
los
que
adopta
las
tecnologías
tempranas.
Y
me
subí
al
carro
de
los
dos
grandes
sistemas
operativos
móviles
desde
el
inicio:
llevo
compaginando
Android
y
iPhone
desde
hace
15
años.
Nunca
sentí
la
necesidad
de
cambiarme
a
ninguno
porque
ya
estaba
en
ambos.
12
YA
ESTÁ
AQUÍ:
NOVEDADES
Y
FUNCIONES
Para
hablar
de
un
sistema
debes
conocer
bien
a
la
competencia
Parece
que
debas
ser
de
Android
o
de
iPhone,
pero
lo
cierto
es
que
no
hay
por
qué
prescindir
de
un
sistema
sólo
porque
exista
competencia
entre
ambos.
De
hecho,
no
existen
grandes
diferencias
entre
usar
un
dispositivo
Android
y
uno
iPhone.
Siempre
y
cuando
las
prestaciones
sean
equivalentes
entre
sí,
no
vamos
a
comparar
un
iPhone
15
pro
Max
contra
un
Redmi
Note
13.
El
primer
smartphone
que
tuve
llevaba
el
sello
de
Nokia
y
de
Symbian:
aún
recuerdo
aquel
Nokia
7650,
un
móvil
de
2002
que
fue
de
los
primeros
en
llevar
incorporada
una
cámara
digital.
Cinco
años
más
tarde
Steve
Jobs
presentaba
el
iPhone
Edge
original,
un
smartphone
que
terminó
cambiándolo
todo
gracias
a
su
enorme
pantalla
táctil
capacitiva.
Yo
tuve
ese
teléfono
unos
meses
después,
lo
encargué
a
Estados
Unidos.
Apple
logró
una
combinación
entre
hardware,
software
y
apoyo
de
los
desarrolladores
que,
a
pesar
de
que
en
un
inicio
careciera
de
App
Store
(llegó
un
año
más
tarde),
terminó
marcando
la
clave
para
el
resto
de
los
que
vinieron
después.
Incluyendo
Google
con
su
Android:
mi
primer
móvil
llegó
el
mismo
año
en
el
que
yo
compré
mi
iPhone,
2009.
Un
HTC
Magic
de
Vodafone
que
me
abrió
las
puertas
de
lo
que
más
me
gusta
de
ese
sistema:
la
personalización.
Me
estrené
en
Android
el
mismo
año
que
con
iPhone
y
iOS:
2009.
Desde
aquel
año
fui
compaginando
móviles
con
ambos
sistemas
Desde
2009
he
ido
combinando
iPhones
y
los
cientos
de
Android
que
fueron
pasando
por
mis
bolsillos.
Me
gustó
mucho
el
iPhone
3G
y
disfruté
aún
más
de
joyas
como
el
Motorola
Milestone
y
el
Samsung
Galaxy
S2,
a
mi
juicio
uno
de
los
mejores
Android
de
aquella
primera
época
(mejor
con
la
extensión
de
la
batería,
porque
duraba
muy
poco).
Sufrí
el
«antennagate»
del
iPhone
4,
también
un
bloqueo
del
Samsung
Galaxy
Note
II
con
la
llegada
de
Knox.
Y
viví
en
mi
uso
combinado
cómo
Google,
Apple
y
resto
de
fabricantes
fueron
copiándose
unos
a
otros
hasta
hacer
de
los
teléfonos
actuales
unas
auténticas
máquinas
portátiles.
La
realidad:
tanto
los
iPhone
como
los
buenos
Android
son
muy
similares
Tanto
unos
como
otros
ofrecen
una
experiencia
fantástica
usando
el
sistema,
sus
aplicaciones,
los
juegos
y
hasta
las
cámaras.
Eso
sí,
hay
que
comparar
smartphones
equivalentes
en
prestaciones,
en
hardware
y
en
capacidades
de
software.
Por
eso
nunca
me
he
cambiado
de
Android
a
iPhone
ni
viceversa:
considero
que
un
aficionado
a
la
tecnología
debe
ver
lo
bueno
que
tiene
cada
bando,
que
es
mucho.
Sólo
así
resulta
posible
hacerse
una
idea
objetiva
de
todo
el
conjunto.
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Iván
Linares
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