El envejecimiento de la población es una buena noticia porque gracias a la medicina, entre otros aspectos, se ha aumentado en gran medida la esperanza de vida. El problema es que si cuidamos nuestra salud, esos años extras pueden no ser como esperábamos. El ejercicio físico tiene un papel protagonista a la hora de mantener las funciones ejecutivas en la edad adulta, pero también para mejorarlas en todas las etapas de la vida. Así es cómo nuestra memoria, procesamiento de la información y otras funciones ejecutivas son mejoradas con el entrenamiento.
Efecto del entrenamiento de fuerza en el cerebro
El ejercicio se reconoce cada vez más como un método no farmacológico prometedor para mantener, mejorar e incluso prevenir el deterioro de las funciones cognitivas. Según las Pautas de actividad física para estadounidenses, se han descrito beneficios generalizados en el rendimiento cognitivo de la actividad física regular en diversas poblaciones.
Un reciente estudio publicado en Ageing Research Reviews ha revisado exhaustivamente cómo afecta el ejercicio físico al rendimiento cognitivo de las personas sanas. Se basan en muchos estudios anteriores que han demostrado el impacto del ejercicio aeróbico y el entrenamiento de fuerza en la función cognitiva.
Las conclusiones del estudio son claras: nuestros resultados demostraron que las intervenciones de ejercicio evaluadas [resistencia y fuerza] tuvieron mejoras positivas y estadísticamente significativas en la función cognitiva en general y en todos los dominios cognitivos incluidos [cognición global, funciones ejecutivas, memoria, atención y procesamientos de la información].
El ejercicio aeróbico es clave, pero el de fuerza también
La literatura científica ha evaluado principalmente el papel del ejercicio aeróbico en los dominios cognitivos, pero el ejercicio de fuerza es cada vez más estudiado en este sentido, mostrando también mejoras significativas en las funciones que realiza el cerebro.
Si bien es cierto que el ejercicio aeróbico ha mostrado a día de hoy mayores efectos en algunos subdominios como la concentración, el entrenamiento de fuerza es igualmente eficaz. En cualquier caso, el ejercicio físico se ha tomado siempre como un medio para perder peso o para estar en forma, pero su conexión con el cerebro no se tiene aún en cuenta.
¿Cuánto mejoraría la productividad de una empresa en los trabajadores de su oficina si hicieran un «recreo» a media mañana para realizar una pausa activa? Esta pregunta ya se está respondiendo en muchas empresas que animan a sus trabajadores a entrenar y practicar ejercicio físico.
A los niños se les suele castigar sin jugar cuando sacan malas notas o hacen algo mal. ¿Qué pasaría si «castigásemos con jugar»? La ciencia ha demostrado que el rendimiento académico aumenta si se practica ejercicio físico. Además, jugar y divertirse hará que el niño se desarrolle también en el ámbito social, mejorando así su comportamiento.
El ejercicio físico cambia el cerebro
La práctica de ejercicio físico se asocia con un aumento del volumen cerebral. Se ha comprobado mediante neuroimagen por resonancia magnética que la estructura del cerebro cambia si somos activos o sedentarios. Diferentes investigaciones han mostrado cómo la materia gris del cerebro donde se encuentran las neuronas puede aumentar su volumen con el ejercicio físico crónico.
Por lo tanto, ser físicamente activo está relacionado con un mayor tamaño de áreas del cerebro importantes para la memoria y el aprendizaje, así como una mejor función de las mismas. Eso dará como resultado un cerebro más «en forma» y una protección frente a las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
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Imágenes | Ardit Mbrati (Pexels), Pixabay (Stockvault), Thoroughly Review (Flickr)