La debacle de los Óscar 2021: nuevo mínimo histórico de audiencia confirmando el desinterés del público en las galas de premios

0
205

La ceremonia de entrega de los premios Óscar 2021 se celebró el pasado domingo con el peor dato de audiencia de su historia: 9,85 millones de espectadores según Nielsen sintonizaron la atípica fiesta del cine estadounidense. Un desplome de un 58% respecto al fatídico año anterior (23,6 millones de espectadores), que ya entonces fue un mínimo histórico.

Si bien esta tendencia a la baja es esperable debido a que el cierre de los cines en 2020 ha provocado desinterés general en las películas que han logrado estrenarse en este complicado año, es desgarrador ver que este año su audiencias están a la altura de un episodio cualquiera de, mismamente, ‘El joven Sheldon‘.

Óscar 2021: los siete momentos por los que recordaremos la histórica gala de la pandemia

Sería un análisis equivocado el pensar que esto es únicamente consecuencia directa del COVID y la falta de estrenos. Si bien este un factor importante, la curva de audiencias televisivas lleva cayendo toda la pasada década a niveles considerables. Series que hace un par de años hacían fácilmente diez millones de espectadores, ahora se mueven por los seis.

Nadie quiere ver más premios

La «tradición» dice que cuanto más taquilleras son las películas nominadas a la categoría reina más audiencia tiene la gala. Si bien es algo lógico, lo que no se cuenta mucho es que se ha perdido el interés general en la televisión en directo y estas ceremonias son víctimas colaterales de ello. Los pasados Globos de Oro por ejemplo, solo lograron 6,9 millones; los Grammy, 9,3 millones; y los Emmy, 5,1 millones. Todos están en mínimos históricos.

Y, también, se ha perdido el sentido del espectáculo de este tipo de premios. Y no solo desde la época pandémica. Desde hace años, la diferencia entre ver la ceremonia en directo y leer la nota de prensa con los ganadores de los premios es cada vez menor, convirtiendo la gala en un mero trámite.

Más allá de las restricciones debidas a la COVID-19, la gala de este año ha resultado ser especialmente lánguida, con decisiones poco acertadas ya no por la escaleta de la entrega de premios si no por lo que dejaron fuera. Las tradicionales actuaciones musicales de las nominadas a mejor canción original fueron relegadas al programa previo y, la verdad, hubieran funcionado de lujo para desengrasar una anquilosada emisión.

Los premios Óscar (y bueno, casi cualquier ceremonia de premios de primer nivel) necesitan repensarse como concepto televisivo. No hablo de innovar por completo, pero sí de tener un completo lavado de cara y resultar atractivos al público general, que para ello están.