‘Batman: Soul of the Dragon’: un delirante exploitation setentero con superhéroes, kung-fu y dioses reptilianos a ritmo de funk

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Con la saturación de producciones superheróica que llevamos experimentando desde, aproximadamente, una década, se antoja cada vez más complicado sorprender al público más fiel al subgénero. Los grandes estudios tienden a apostar sobre seguro, centrándose en los héroes y villanos más populares de sus licencias, conocidos ampliamente por la inmensa mayoría del fandom, y propensos —salvo sorpresas— a mermar las posibilidades de innovación.

Si nos centramos en el catálogo de DC, en medio de este desierto —y a excepción de anomalías como ‘Joker’—, en medio de este desierto, podemos encontrar un refrescante oasis en su división de largometrajes animados. Una especie de caja de arena con la que la compañía puede permitirse el lujo de probar suerte con productos mucho más arriesgados; con tonos, historias y protagonistas que difícilmente tendrían cabida en sus multimillonarios títulos de acción real.

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‘Batman: Soul of the Dragon’ se ajusta perfectamente a esta descripción, reduciendo al Cruzado Enmascarado prácticamente al prácticamente simple reclamo comercial para introducirnos en un relato coral en el que Richard Dragon, Lady Shiva y Bronze Tiger obtienen un merecido protagonismo. Un peculiar espectáculo de acción y artes marciales en el que la creatividad fluye sin filtro.

La DC más funky

Batman Soul Of The Dragon Trailer

Batman Soul Of The Dragon Trailer

Sam Liu, director de esta ‘Soul of the Dragon’ no es, ni mucho menos, un desconocido para los superhéroes bidimensionales de Detective Comics. El realizador es el máximo responsable de cintas tan recomendables como las adaptaciones de ‘Año uno’, ‘La broma asesina’ o ‘Superman: Hijo Rojo’, y ha vuelto a dejar patente su experiencia, mostrando su lado más inspirado con la aventura que nos ocupa.

En ella, por encima de cualquier otro elemento, el tono lo es todo, y podría definirse como un delirio exploitation setentero en el que hay cabida para el kung-fu, los pantalones de campana, las patillas, los ninjas y los dioses reptilianos, todo ello a ritmo de funk. Una mezcolanza divertidísima que no teme en meterse en los terrenos del grindhouse y que pide a gritos que su calificación por edades —R en Estados Unidos— se hubiese estirado aún más.

Junto a su propuesta tonal, ‘Batman: Soul of the Dragon’ encuentra un gran baluarte en su encomiable sentido de la acción; reforzada por una animación sobradamente satisfactoria que eleva las set pieces a un nuevo nivel. No obstante, en la otra cara de la moneda se encuentra un desarrollo narrativo que, pese a cumplir su cometido —sin alardes—, adolece de un mayor foco sobre sus personajes, que piden a gritos un extra de trasfondo —sobre todo en lo que respecta a los antagonistas—.

Si dejamos esto último a un lado —lo cual es más sencillo de lo que parece, es difícil no apreciar el desparpajo del filme. Una rareza que apuesta por el entretenimiento sin ataduras de ningún tipo que, seguro, sabrán apreciar todos los amantes de los ‘Elseworlds’ y de los ángulos más inesperados sobre totems de la cultura pop como el hombre murciélago gothamita.