Así afecta el ejercicio físico a tu sistema inmunitario

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En estos tiempos que corren son muchas las personas que están volviendo su mirada al sistema inmunitario y a los factores que pueden repercutir en su fortaleza. 

En este artículo queremos explicarte el efecto que tiene el ejercicio físico en tu sistema inmunitario. 

¿Sistema inmune, inmunológico o inmunitario?

No podemos comenzar a hablar del sistema de defensa de nuestro organismo sin antes acordar el término correcto para referirnos al mismo. Solo una de esas tres acepciones es estrictamente correcta, pero ¿cuál?

Cuando hablamos de un sistema que es inmune, lo que realmente estamos diciendo erróneamente es que es invencible, pero sabemos que este sistema no es infalible precisamente. Una menos.

Por otra parte, tampoco es correcto decir sistema inmunológico porque este término hace referencia a inmunología, ciencia que estudia las defensas del cuerpo. Solo nos quedaría entonces sistema inmunitario, que haría referencia a la inmunidad.

Habiendo aclarado esto, prosigamos.

¿Qué es el sistema inmunitario?

El sistema inmunitario está constituido por un conjunto de estructuras y mecanismos que protegen al organismo frente a agresores externos o internos a través de la identificación y eliminación de estos

Esta respuesta inmunitaria es el resultado de la acción conjunta de células especializadas y de las sustancias liberadas por las mismas. De esta manera, el sistema inmunitario constituye una compleja red de células y moléculas que se extienden por todos los órganos y tejidos del cuerpo. 

Dado que nuestro organismo debe estar protegido en todo momento, el sistema inmunitario siempre permanece activo y tiene acceso a todas las partes del cuerpo, aunque la principal actividad reside en la sangre, huesos, timo, anginas, ganglios, bazo, médula ósea, pulmones, hígado e incluso intestino.

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¿Cómo afecta el ejercicio al sistema inmunitario?

Así interactúan el cortisol y las catecolaminas con tu sistema inmunitario

No hay duda de la interacción entre los diferentes sistemas de regulación (sistema endocrino, neurológico e inmunitario) en el organismo la cual durante la actividad física se pone aún más de manifiesto.

Por ejemplo, las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y la hormona de crecimiento pueden actuar como mediadores de los efectos agudos del ejercicio sobre las poblaciones de leucocitos y neutrófilos (células cuya función principal es eliminar microorganismos “ingiriéndolos”) respectivamente.

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A su vez, el cortisol junto con las catecolaminas serían secretados ante el estrés térmico y físico y esto alteraría los procesos de infiltración leucocitaria, es decir, el proceso a través del cual los leucocitos atraviesan la pared de los vasos sanguíneos para acceder a los tejidos dañados durante el ejercicio.

De esta manera, el tan odiado y poco comprendido cortisol tendría efectos antiinflamatorios, por una parte, pero a costa de una inmunosupresión aguda durante el ejercicio por la otra al inhibir IL-1 y TNF-α, lo que provocaría una inhibición sobre la proliferación y función de linfocitos B y T. Los linfocitos B son células especializadas que tienen como función principal producir anticuerpos. Los linfocitos T por su parte incluyen entre sus funciones atacar directamente a agentes extraños. 

Así se adapta tu sistema inmunitario al ejercicio físico

Pero no saquemos conclusiones precipitadas, pues estas respuestas a la actividad física disminuyen con el entrenamiento, debido a una adaptación positiva a las cargas de trabajo, que paulatinamente provocarían respuestas más moderadas en la liberación de catecolaminas. 

Además, cabe señalar que la capacidad oxidativa, es decir, la función de los neutrófilos aumenta en respuesta al ejercicio, tanto en individuos entrenados como no entrenados, siendo la magnitud del incremento mayor en individuos no entrenados, lo cual es lógico dado que tienen mayor margen para mejorar esta funcionalidad. Los neutrófilos serían el tipo de leucocito más abundante en la sangre. 

De esta manera, aunque el ejercicio físico puede provocar una inmunosupresión («bajada de defensas») esta es transitoria. A largo plazo, el sistema inmunitario acaba fortaleciéndose antes este mismo estímulo. 

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