Contaba James Gray (‘El sueño de Ellis’, ‘Z, la ciudad perdida’) en una reciente entrevista promocional de ‘Ad Astra’, su nueva película recién pasada en ‘El Lido’, que una de las ideas que pulularon por su mente a la hora de abordar este proyecto (que llevaba, según cuenta, macerando desde hace casi una década) era la conferencia de prensa de Armstrong, Aldrin y Collins al regresar a la Tierra. Ellos eran los primeros seres humanos en visitar un cuerpo celeste, con toda la carga metafísica para la humanidad que ello conllevaba, y sin embargo de lo que no podían dejar de hablar es de cuestiones logísticas, depresurizaciones y circuitos dañados.
“Space I understand” es una de las primeras cosas que oiremos nombrar durante su incesante (e innecesario) monólogo interno a Brad Pitt en el papel de Roy para ‘Ad Astra’. Él también es un hombre de ciencia, como estos grandes referentes citados, pero es además alguien con un punto flaco: su padre, un referente que intentar alcanzar. Clifford (Tommy Lee Jones) fue el mejor astronauta vivo, literalmente el que llegó más lejos. Alguien que, según nos cuenta la narrativa oficial, se sacrificó por la humanidad al comprometer toda su vida a la búsqueda de otros seres en el espacio y resolver así la famosa ecuación de Drake. Sorpresa sorpresa, nuestros modelos tienen su cara oculta.
Un estudio de personaje. Un proceso de Autoexploración.
‘Ad Astra’ se construye en lo superficial más como un estudio de personaje que como una pirotécnica aventura espacial (aunque sí, algunos puntos tiene de esto), pero también, como nos anuncian los rótulos iniciales de la película, es un discurso sobre la búsqueda de la esperanza en nosotros mismos en estos tiempos convulsos en los que las sociedades sólo saben huir hacia adelante. Roy, cual Ulises, o Hércules, o héroe de mil caras, ha de pasar en su travesía por un proceso de autoexploración (fase a fase, astro a astro) que le hará abandonar su creencia en la ciencia y la frialdad emocional para abrazar una fe más humana que le llevará, sin pretenderlo, a renunciar al padre.
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Aunque Gray parece tener muy presente ‘2001 Odisea en el Espacio’, ‘Solaris’ e incluso ‘Apocalipsis Now’, es curioso que este nuevo filme se hermane mucho mejor con ‘First Man’, otra obra de individuos que saltan al vacío y se entregan a la nada para encontrar una paz epistemológica y que, en el fondo, habla de lo perdidos y huérfanos que están los hombres de un sentido del deber, de objetivos por los que luchar.
El mensaje final, como en otras películas de Gray, va quedando meridianamente claro, sin exigir grandes esfuerzos del espectador al procurarle algunas metáforas visuales sencillas, pero, pese a tener mucho en su contra, ‘Ad Astra’ logra despertar un interés cinematográfico imprevisto: uno de los directores que mejor encarna el clasicismo formal hollywoodiense a día de hoy se ha atrevido a bañarse en la space opera.
No podemos aquí dar más detalles para no hacer spoilers, pero tiene su gracia que con un guión y algunas escenas tan solemnes, medio shakespearianas, y un actor como Brad Pitt, capaz de construir una enorme verosimilitud, se nos lleve en algunas secuencias aisladas al terreno de la acción camp a lo ‘Star Trek’, algo que podría sacar a algunos de la película pero que, en mi caso, me parece un paso valiente en favor del juego y el entretenimiento visual, que es el mejor enfoque con el que alunizar sobre este filme.