¿Cómo terminó Víctor Di Filippo en el monte en el que fue hallado?
Todos los datos que permitirán esclarecer el caso fueron contados por el propio hombre cuando fue rescatado, ya que estaba conciente y bien, aunque deshidratado y un poco dolorido.
El octogenario salió de su casa el miércoles y fue a comprar comida para su gato en la forrajería frente a la YPF. Le costó 350 pesos, pero quiso pagar con 3 mil. Ese fue el primer signo de desorientación.
Víctor tenía mucha más plata. Había cobrado la jubilación y a ese dinero le sumó sus ahorros. Guardó todos los billetes en una bolsita de nylon y partió en su bicicleta turquesa con canasto delantero hacia el Lote XV.
Cuando quiso regresar a su casa, se perdió y una de las razones posibles es que haya tenido un episodio de demencia senil. Aunque la familia negó que haya tenido problemas neurológicos, Don Di Filippo era una persona que podría experimentar esta situación.
En sus vueltas por la zona urbana, habría entrado al lote por la calle Guillermo Roggio. Tomó una calle interna que lleva a la cortada de Mamani y casi termina topando con los patios de las casas que dan a la calle 48.
Se encontró con un borde de tierra, quiso treparlo, pero se cayó, quedó boca abajo y ya no se pudo levantar más. Se quedó sin fuerzas en las piernas. Ya había tenido un antecedente igual en su casa.
Gritó, pero nadie lo escuchó. Pasaban las horas y nadie aparecía.
Sobrevivió porque quedó en medio del matorral de yuyos y árboles que le hicieron reparo en dos noches muy frías que llegaron a marcar 1ºC de temperatura.
Víctor siguió allí, sin moverse, sin comer y sin tomar nada. Habrá escuchado que el helicóptero sobrevolaba por encima, pero entre las ramas fue imposible divisarlo.
En la mañana de este viernes, el dueño de la casa cuyo patio colinda con ese monte, se puso a cortar el pasto. Tampoco lo pudo ver. A esa altura, Di Filippo ya estaba dolorido y permanentemente dormido. Nadie sospechaba que ese lugar podría ser el escenario del rescate. Es que todos advertían que lo habían visto cerca del basural de la calle 30.
A cinco metros de Víctor, el tejido de un patio. El dueño no podía creer lo cerca que estaba Di Filippo.
Cuando Gendarmería confirmó que aportaba 60 hombres para los rastrillajes, el Comisario Rodolfo Torres ordenó un nuevo rastrillaje minucioso por cada rincón de cada lote desde la 140 hasta la zona urbana, entre la 10 y la Pedro Patat. Se abarcaron 35 lotes (875 hectáreas).
El Primer Alférez Cristian Morán dividió a los hombres y el equipo integrado por Claudio Sosa, César Carballo, Guillermo Díaz y Roberto Palomo encontró a Víctor en calle 34 y 48.
Cuando fue hallado, parecía inconciente. Estaba en la misma postura en la que quedó cuando tropezó dos días antes. Avisaron a la Policía y los efectivos le palmearon la espalda hasta que reaccionó.
En el lugar estaba la bicicleta, la comida para su gato y en su mano derecha tenía la bolsa con los miles de pesos que había alzado cuando salió de su casa. También estaba el vuelto de la compra de la comida balanceada.
Dijo su nombre, sabía lo que le había pasado y estaba esperando que lo rescaten. Quería tomar agua.
Mantuvo una conversación coherente con los policías y gendarmes hasta que llegó la ambulancia.
Recordó que su cumpleaños es en octubre. “Entonces habrá que hacer un gran asado, Víctor”, le dijo un policía. El hombre le aseguró que lo festejará.
Luego lo trasladaron al Hospital donde está en observación con un leve cuadro de deshidratación.
Todo fue increíble en esta historia, desde su desaparición sin dejar un solo rastro certero hasta el momento en que fue encontrado cuando ya había pocas esperanzas.
Por el contexto, la angustia, la desesperación y las especulaciones, ningún otro final hubiese sido más feliz que el que finalmente ocurrió.
El Intendente Brandán, el Comisario Torres y el equipo de Gendamería que encontró a Víctor.