El enoturismo puede haber acaparado casi toda la atención de La Rioja, pero hay localidades que tienen recursos de sobra para reivindicarse como destinos tan o más atractivos que las numerosas bodegas y viñedos que dibujan su paisaje. En la comarca de Rioja Alta nos espera San Vicente de la Sonsierra, quizá uno de los mejores ejemplos de pueblos riojanos a los que merece la pena dedicar una escapada, nos guste o no el vino.
Enclavado en la zona de Sonsierra, de donde toma parte de su nombre y que hoy corresponde en su mayoría a la Rioja Alavesa, el pueblo y su municipio ocupa un lugar estratégico en el territorio que ya jugó un papel esencial en sus orígenes, pues nació como fortaleza defensiva, aunque ya estuvo habitado desde tiempos prehistóricos.
Hoy es una villa de modestas dimensiones, con poco más de 1.000 habitantes, que ha sabido conjugar su pasado histórico con los tiempos presentes, conservando el rico patrimonio histórico, artístico, monumental y etnográfico que ha tejido su historia e identidad. Destaca ya en el paisaje cuando uno se acerca a sus inmediaciones, con la antigua fortaleza dominando el cerro que domina el valle del Ebro.

En las calles del pueblo conviven grandes edificios señoriales blasonados con viviendas más modestas, con la bonita Plaza Mayor porticada, casi cuadrada, dominando el centro urbano, enmarcad por el Ayuntamiento, un palacete y varias casonas de piedra. Desde allí parte la ruta autoguiada que lleva al visitante hasta el recinto amurallado, un agradable paseo de dos kilómetros atravesando agradables calles con muchos edificios de notable construcción, muchos conservando los escudos históricos de las familias más destacadas de la villa.
A medida que se asciende, el visitante va encontrando miradores con vistas espectaculares, así como puntos de interés siguiendo las excavaciones arqueológicas que han ido sacando a la luz los tesoros de la antigua fortaleza. Así se cruza el recinto amurallado para llegar hasta las ruinas del Castillo de San Vicente en lo alto y sus construcciones adyacentes, incluyendo varios edificios religiosos, destacando la iglesia parroquial gótica de Santa María la Mayor, Monumento Nacional.
En los alrededores de San Vicente de la Sonsierra también hay mucho que ver, sin dejarnos el puente medieval que cruza el río. Además de un paisaje natural de gran valor ambiental, la villa esconde joyas históricas como un dolmen neolítico, eremitorios, antiguos lagares y prensas rupestres, además de curiosos chozos o guardaviñas que sobreviven entre los cultivos de viñedos.

Imprescindible es la visita a la ermita o basílica románica de Santa María de la Piscina, que forma un conjunto arqueológico con los yacimientos encontrados junto a ella. Se trata de una de las construcciones románicas más antiguas y mejor conservadas de toda La Rioja, una iglesia de gran belleza que representa el arte románico más puro de la región, fechada en el siglo XII. A su lado se conservan una necrópolis de repoblación (siglos X al XIV), un poblado con viviendas semirrupestres y restos de atalayas; todo un monumento histórico que sorprende por dónde se encuentra y que cuenta con paneles informativos y códigos QR aprender un poco más.
La visita a San Vicente de la Sonsierra se puede completar con rutas por el entorno, que luce especialmente bonito en otoño, tras la vendimia, y en primavera, y que cuenta con numerosas bodegas repartidas por todo el municipio. Hoy la viña es prácticamente un monocultivo que mueve el motor económico de la zona, con 40 bodegas de distinto tamaño, 32 de ellas con licencia para embotellar.
Imágenes | San Vicente de Sonsierra








































