Es normal que nuestra libido pase por momentos de euforia y de calma. No puede ser lineal porque está directamente relacionada con nuestro estado emocional, así que generalmente depende de como estemos de ánimo.
Tampoco es un secreto que la maternidad hace que esta baje (especialmente cuando nace el bebé), por las cuestiones que atañen a la recuperación postparto. Cuando ya nos hemos hecho un poco a nuestra nueva situación, y el cansancio de los primeros meses empieza a menguar, en teoría nuestras ganas deberían aparecer de forma natural (obviamente no se puede generalizar, porque cada persona es un mundo).
Es esta vorágine de la rutina, esos períodos de «bajón» pueden presentarse por muchos motivos. Algunos de ellos directamente relacionados con la maternidad, y otros con nuestro estilo de vida:
Causas de disminución de la líbido
Dispareunia o sexo doloroso
No hace falta que el postparto sea reciente, y de hecho ni siquiera que seamos madres. Muchas mujeres sienten dolor cuando ocurre la penetración, incluso cuando han transcurrido muchos años desde el parto o desde otro tipo de intervenciones quirúrgicas. Lo recomendable en este caso es visitar un ginecólogo que realice una valoración minuciosa y nos recomiende el tratamiento más adecuado para nuestro caso (probablemente fisioterapia de suelo pélvico). Recordad que sentir dolor durante las relaciones sexuales no es lo normal.
La lactancia
Durante la lactancia el cuerpo concentra la mayoría de su energía en la función de alimentar al bebé. Según encontramos en Alba Lactancia Materna:
Ninguna hembra mamífera se pone en celo durante la lactancia; sus pretendientes lo perciben por el olor y ni se acercan. Las únicas especies mamíferas que mantienen relaciones sexuales durante el periodo de lactancia son los humanos y los canguros.
Y esa falta de deseo responde a la necesidad de que las hembras se interesen por sus crías y no por los machos. Hormonalmente se explica por un juego de equilibrios y desequilibrios: disminuyen los estrógenos y la progesterona, para evitar la ovulación, la menstruación y el deseo sexual, y aumenta la prolactina, que se encarga de fabricar leche. Estas hormonas son antagonistas: si sube la prolactina, bajan estrógenos y progesterona, y viceversa, por eso muchas mujeres que dan el pecho no tienen la regla hasta que pasan uno o dos años, mientras amamantan.
Un cambio drástico en tu vida
Tanto un cambio de trabajo, como una situación de estrés, un problema o incluso cuando nos estrenamos en la maternidad, nos enfrentamos a situaciones que concentran gran parte de nuestra energía. Cuando nuestra mente está ocupada con otras cosas, puede ser difícil mantener nuestros pensamientos en un solo lugar, y si hay algo que requiere la excitación, es concentración.
Problemas de autoestima o cambios corporales bruscos
Cuando nos sentimos atractivos y confiados, es más probable que busquemos y disfrutemos del sexo. Por el contrario, si tenemos baja autoestima, es más probable que esa autoimagen negativa se convierta en un fantasma que no nos deje disfrutar de las relaciones sexuales, hasta tal punto de inventar excusas para posponerlas o evitarlas por completo.
Las huellas que suelen dejar la maternidad también pueden hacer que nos sintamos menos «deseables» ante nuestras parejas. A veces, tras el embarazo y el parto, nos cuesta identificarnos con la imagen que vemos reflejada en el espejo, y es normal que ese proceso tome su tiempo.
Medicación
Hay algunos medicamentos que disminuir nuestro deseo sexual como las estatinas, los hipertensivos, antidepresivos, los tranquilizantes y los anticonvulsivos. Por eso es recomendable hablar siempre con nuestro médico de los efectos secundarios de todos los que consumamos.
¿Qué hacer si nuestro deseo sexual ha disminuido considerablemente?
Son tantos factores los que pueden incidir en nuestra libido, que lo primero que deberíamos hacer es una autoevaluación para decidir el camino a tomar. Sin embargo, siempre deberíamos tener en cuenta los siguientes frentes:
Habla con tu pareja
Una de las mejores herramientas que tenemos para afrontar cualquier tipo de problema es el diálogo con nuestra pareja. Lo peor que podemos hacer es callar y dar pie para que hayan malos entendidos y el problema tome otros derroteros… a veces desnudar nuestra mente y nuestro corazón es mucho más importante (y necesario), que hacerlo con nuestro cuerpo.
Consulta con tu médico
Hacernos una revisión cuando sospechamos que algo no va bien, es imprescindible, ya que podemos encontrar motivos físicos o psicológicos ante nuestra falta de deseo. La salud mental es determinante en estos casos, y después de la época que recién hemos pasado, es normal que nos encontremos abrumados y que necesitemos ayuda para recuperar la normalidad en todos los aspectos de nuestra vida.
Mímate
El ritmo de vida ajetreado, el estrés, el comer mal y el dormir poco también pueden ser motivos suficientes para que nuestro deseo sexual disminuya. Recuperar hábitos saludables como comer de forma balanceada, procurarnos más momentos de autocuidado y poner como prioridad nuestras propias necesidades, generalmente repercuten de forma inmediata en nuestra intimidad.