Todas las películas de la saga ‘Predator’ ordenadas de peor a mejor

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La inminente llegada de la nueva secuela de ‘Predator’, dirigida por Shane Black y que se ha topado con reacciones contrapuestas, nos anima a revisar la mitología Predator: un puñado de películas protagonizadas por el cazador del espacio, más sus dos enfrentamientos con los letales xenomorfos de ‘Alien’. Películas que no reflejan la complejidad ni la miriada de bifurcaciones que ha vivido el icónico alienígena en otros medios, pero que aún así merece la pena refrescar por su variedad de estilos.

Curiosamente, y por una vez respiramos aliviados, no hay malas películas en esta lista. Todas tienen algo que aportar al devoto de los Yautja: nuevas variantes genéticas, escenarios inesperados, guiños a la continuidad… si estás esperando a que la nueva ‘Predator’ llegue como agua de mayo, aquí tienes un buen aperitivo en forma de caza mayor directamente planificada desde el espacio exterior.

Aliens vs. Predator 2 (2007)

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Como decimos, no hay películas insalvables en esta lista. Hasta la peor de todas, ‘Aliens vs. Predator 2’, es una competente y simpatiquísima secuela (gracias a su desvergüenza y brutalidad) de la algo más memorable película inaugural de Paul WS Anderson que enfrentaba a cazador y xenomorfo. En esta secuela se comete el error de enfrentar al Predator a un grupo de civiles normales y corrientes, lo que le quita algo de la esencia de las películas anteriores, en las que la preparación militar o la sobredosis de armamento equiparaba a humanos y cazador.

La película deja escapar demasiadas oportunidades (el Predalien está desaprovechado, la acción es confusa y oscura) pero a cambio, regala un body count irresistible y del que no se salva ni el apuntador (dejémoslo así para no lanzar spoilers) gracias a unas buenas sartenadas de gore creativo y violencia sorprendente. Es diversión descerebrada hasta el punto de que a veces parece una explotación de serie Z de la película original, pero la montaña rusa de salvajadas que propone (lo de la embarazada es inaudito) resulta irresistible.

Predators (2010)

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El origen de la segunda secuela de ‘Depredador’ está en un guión de Robert Rodríguez de 1994 en el que volvía Schwarzenegger, los protagonistas eran soldados enfrentados en un coliseo alienígena con otros extraterrestres y había una cincuentena de Predators que liquidar, pero se desestimó por sus exigencias presupuestarias. Al final algunas ideas (varias razas de Predators, la idea de «los humanos más capacitados para enfrentarse como gladiadores», el Predator Berseker…) permanecieron en el guión de Michael Finch y Alex Litvak que produjo Rodríguez.

El resultado no es perfecto, pero sí muy jugoso: la idea de que todos los humanos sean asesinos (¿o no?) es interesante, lo aparentemente poco apropiado de Adrian Brody como héroe de acción (el actor quizás sea el anti-Schwarzenegger) acaba funcionando en su favor y la acción en un planeta alienígena respira buenas ideas. Y, sobre todo, intención de alimentar la mitología Predator, con varios clanes y especies no-humanas enfrentadas a los cazadores. El resultado se olvida con rapidez, pero la frenética hora y media de diversión acelerada y con giros de guión cada diez minutos es digna de aplauso.

Alien vs. Predator’ (2004)

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Una película que debería despertar más simpatías debido a su asumidísima condición de serie B que solo quiere enfrentar a dos criaturas a las que claramente ve como poderosas fuerzas de la naturaleza y cuyo choque en forma de wrestling galáctico nos convierte en insectos. Paul WS Anderson mantiene todo (la ambición, el espacio, el argumento) muy contenido y rueda con buen pulso, bebiendo tanto de las teorías de seudociencia tronada que afirma que las pirámides las construyeron alienígenas como de HP Lovecraft y su ‘En las montañas de la locura’.

El resultado es agradable y modesto (no necesita inventar nuevas especies de monstruos, porque con las que hay y una buena Reina Alien es suficiente), estéticamente muy potente (el uso del CGI es discreto y funcional, y hay abundancia de efectos prácticos y sabrosos muñecos gigantes de goma) y de camino logra incrementar la mitología de los Predator. Por desgracia, todas sus propuestas quedaron fuera de canon para no contradecir a la franquicia ‘Alien’: como divertimento apócrifo, eso sí, es excelente.

Predator (2018)

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La aportación de Shane Black a la franquicia no es perfecta, pero está muy por encima de todos los palos que le están cayendo. El estilo netamente Black (diálogos acelerados e inteligentes, humor desmitificador, violencia exagerada, niño no asesinable, compañerismo entre los héroes) se sobrepone con facilidad a los innegables problemas de ritmo y coherencia interna derivados de los salvajes cortes en la sala de montaje que han llevado a eliminar personajes completos y parte de la acción.

Ideas como la del nuevo Predator quedan un poco desvaídas con este remontaje que, paradójicamente, intenta quitar espacio a los humanos y dárselos al monstruo. Pero la personalidad de Black es arrolladora, y en todo momento está claro que aquí los protagonistas son los miembros de ese hilarante comando de marginados del ejército con toda una panoplia de variantes del estrés postraumático. ‘Predator’ no está todo lo equilibrada que sería de desear, pero el resultado, con su acción analógica ochentera, orgullosa y (merecidamente) clasificada R, sumada a sus espléndidos personajes y diálogos, la salvan de sobra.

Depredador 2′ (1987)

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La idea de una secuela inmediata de ‘Depredador’ llevándose al alienígena a la jungla de asfalto no era especialmente original (ya se había ensayado en la primera miniserie de Dark Horse sobre el personaje), pero tenía personalidad por arrobas: un héroe improbable -Danny Glover como un policía al que esta movida del Predator masacrando narcos le pilla viejo y cansado- y un clima caluroso, californiano y asfixiante que convertían, en efecto, a la ciudad en una auténtica jungla.

El fracaso de taquilla y cierta incomprensión de los fans relegó a la película durante años a no ser más que «la película en la que sale el craneo de Alien» y se consideró una propuesta fallida. El tiempo la ha puesto en su justo lugar como una originalísima derivación del original, con una ambientación única y una violencia que rivaliza con el clásico. A reivindicar con urgencia.

Depredador (Predator, 1987)

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La magia de la ‘Depredador’ original es fruto a la vez de la casualidad y de un talento indiscutible. Por una parte, unos guionistas (Jim y John Thomas) debutantes y que pocas cosas más de interés firmarían, y que tuvieron suerte de toparse con un reparto entonadísimo que dio vida de forma inigualable a sus líneas de diálogo. No hay más que ver el primer diseño del alienígena y las pruebas de cámara Jean-Claude Van Damme, el monstruo original, para comprobar que ‘Depredador’, en sus primeros compases, daba palos de ciego: podría haber sido una película de acción barata y caducidad rápida.

Pero el combo Arnold Schwarzenegger-John McTiernan obra la magia. El primero está en su mejor momento, capaz de hacer que sus líneas y su presencia quedaran imponentes, pero ya transpirando ese humor autoconsciente que le haría famoso. Y el segundo, qué vamos a decir: el director de cine de acción de los ochenta de pulso más clásico, lo que convirtió un “Alien en la jungla” en una historia de supervivencia al límite, gracias al dosificadísimo uso de la criatura, al sabio empleo de la jungla como en una película bélica y al magistral clima de tensión. El resultado es una película abstracta e incomparable, moderna pero de aires clásicos, aún hoy rarísima y que conforma un subgénero casi en solitario.