Lo que le debemos a ‘Fundación’: por qué la nueva serie de Apple TV+ basada en los libros de Asimov es más relevante que nunca

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Puede que quedara un poco en segundo plano con todas las revelaciones sobre iOS, ARMS y demás cuestiones tecnológicas relativas a los sistemas operativos de Apple, pero para los aficionados a la ciencia-ficción, la guinda de la WWDC 2020 fue el trailer de la nueva serie de Apple TV+ basada en la serie de libros de ‘Fundación’, de Isaac Asimov. Esta saga histórica se ha intentado adaptar desde hace décadas, pero finalmente ha sido Apple TV+ quien parece que la ha llevado a buen puerto, con una producción que se estrenará en algún momento de 2011.

El trailer promete la ambición visual propia de las producciones de Apple TV+, y que ya ha demostrado en series como ‘See’ o ‘Para toda la humanidad’. Y tendrá que ponerla también práctica en lo narrativo, ya que la saga completa de ‘Fundación’ expande su historia a lo largo de varios milenios de evolución de la humanidad. Su ambición es solo comparable a su estatus como clásico indiscutible del género. Pero… ¿habiendo sido publicada originariamente en 1951 (aunque las novelas cortas que la componen datan de principios de los años cuarenta), conserva hoy toda su fuerza?

Una saga… fundacional

Durante casi treinta años (y posiblemente será lo que inspire la serie de Apple), ‘Fundación’ fue una trilogía, compuesta por los libros ‘Fundación’ (1951), ‘Fundación e Imperio’ (1952) y ‘Segunda Fundación’ (1953). De hecho, esa trilogía fue la que ganó el premio Hugo a «Mejor serie de todos los tiempos» en 1966, cuando su autor ya era un mito indiscutible del género. En los ochenta, el propio Asimov añadió las entregas ‘Los límites de la Fundación’ (1982), ‘Fundación y Tierra’ (1986), la precuela ‘Preludio a la Fundación’ (1988) y, finalmente, ‘Hacia la Fundación’ (1993), otra precuela publicada de forma póstuma. En esta segunda tanda de libros se dio a entender que la otra saga más popular de Asimov, la de los robots (y, con ello, sus míticas Leyes de la Robótica) formaban parte del mismo universo que la Fundación.

La saga original cuenta cómo durante el ocaso del Imperio Galáctico, el matemático Hari Sheldon desarrolla la teoría matemática de la psicohistoria, que a golpe de estadística es capaz de predecir el futuro a gran escala: es un elemento tan integral en la trama que, de hecho, es casi el único detalle específico que menciona el trailer. Seldon ve la caída del Imperio, así como una edad de oscuridad que durará treinta mil años. El plan de Seldon, incapaz de evitar la debacle, es reducir esa crisis a algunos miles de años y acelerar la recuperación. Para ello, formará dos grupos de científicos y técnicos que enviará a extremos opuestos del terreno que abarca la Fundación.

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Con apenas veintitrés años, el joven Asimov escribió así una obra influyente y muy propia de su estilo de enfocar la ciencia-ficción, ya en plena Edad de Oro de la Ciencia-Ficción (es decir, en la época de eclosión del género, entre 1939 y 1946). Es decir, no especialmente cerebral ni abstracta, pero distanciándose también del estilo pulp de aventuras intergalácticas de una década antes, donde primaba la acción y las emociones fuertes. De hecho, hay una sola batalla espacial en toda la trilogía, y el trailer parece indicar que la serie ha heredado ese tono de ciencia-ficción de parloteo de los libros.

Asimov tenía una concepción del space opera en parte clásica con sus imperios espaciales y sus viajes de una punta a otra del cosmos, pero lo tramaba todo entre largos diálogos y arriesgados conceptos abstractos de ciencia, economía y sociología. Un ritmo que, desde hace unas décadas, cuando el ruidoso eco de ‘Star Wars’ aún se dejaba notar en cualquier película o serie del género, era inconcebible (es decir, cuando New Line intentó ponerla en pie como una trilogía de películas, antes de centrarse en ‘El Señor de los Anillos’). Pero los tiempos han cambiado y ahora puede encontrar un espacio en televisión.

Foundation Serie Apple Tv

¿Qué nos puede aportar hoy ‘Fundación’?

‘Fundación’ ha envejecido tan bien, primordialmente, porque no nace excesivamente apegada a modas o estilos de una época específica. Y eso que en aquellos tiempos era fácil caer en la tentación, con la situación política tan singular que vivía el mundo y de la que la ciencia-ficción no tardaría en empaparse. Sin embargo ‘Fundación’, aunque se desarrolla en un futuro lejano (y sí, tenemos naves, imperios y otros planetas) es atemporal. Sus dramas políticos y sociales podrían pertenecer a cualquier época. Las preocupaciones de sus protagonistas son universales, no tienen nada que ver con la tecnología específica que por entonces podría imaginar Asimov (y que hoy habría quedado inevitablemente desfasada).

Es decir, en el Imperio se pueden encontrar claros elementos (y no solo en el nombre) del Imperio Romano, inspiración que Asimov confesó abiertamente. La capital del Imperio, Trantor, recuerda a varias ciudades del presente de Asimov, levemente modernizadas. Todo entra dentro de la teoría del autor, sin duda la que más resuena hoy, de que se pueden predecir movimientos sociales con la matemática y la estadística. Es decir, tiene sentido que la evolución de la Fundación se vaya acoplando a distintos modelos sociales que la humanidad ha ido viviendo a lo largo de su historia.

fundacion libros

Esta idea de distintos modelos de sociedad, distintos desafíos a los que se enfrenta la Fundación y que son resueltos gracias a las predicciones de la psicohistoria, en realidad es modernísima. Cada novela corta (o capítulos de los libros) presenta a la Fundación en distintos momentos, y se nos cuenta cómo los planes psicohistóricos van siempre saliendo bien (hasta la mitad de la trilogía y la aparición del Mulo, aproximadamente). Al final de cada novelita una proyección al futuro de Sheldon corrobora lo bien que funciona su sistema. Es decir, una forma de contar las cosas casi «televisiva» (y que no sabemos si habrá respetado Apple, posiblemente no).

Hay un par de ideas que quizás no coincidan con la forma de ver las ficciones futuristas del público de hoy, y que será interesante comprobar cómo son «modernizadas» por Apple. Por una parte, la idea de que todo obedece a un plan misterioso -casi mágico, aunque esté refrendado por la ciencia-, y que por muy matemático que sea, hay que creer en él a pies juntillas. Derivado de ello, la moraleja de que el ser humano es el centro del cosmos, y su inteligencia, ingenio y emociones nos llevarán a nuevas eras de prosperidad.

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Es decir, algo bastante alejado del estilo más cínico y distópico del género que se estila hoy día. Pero Asimov era así en toda su obra, incluso en las más oscuras como ‘El fin de la eternidad’ (posiblemente, su obra maestra): un firme defensor de la condición humana, hablara de personas o de robots. Porque qué son las Leyes de la Robótica si no la confirmación de que una creación humana puede conducirse mediante leyes perfectas e inmutables.

Hoy, películas como ‘Star Wars’ y series como ‘Star Trek’, por decir dos hitos muy evidentes, no existirían sin ‘Fundación’, pese a que en ambos casos la aventura haya primado sobre la charleta y la teorización sociológica futurista. Pero la idea de que la ciencia y el conocimiento pueden labrar el futuro de la humanidad por encima de la épica descerebrada y la fuerza bruta sigue siendo necesaria en estos tiempos. ¿Calará esta vez el mensaje?