Siete frases que debemos evitar decir a los niños sobre la muerte de un ser querido y por qué

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La muerte muchas veces se convierte en un tema tabú; sobre todo, cuando hablamos de ella con los niños. Esto lo hacemos con toda nuestra buena intención, para evitarles sufrimiento, pero la realidad es que ocultar la muerte a los niños, maquillarla o mentir sobre ella, causa justamente el efecto contrario; más dudas y malestar que alivio.

Por eso es importante evitar con ellos ciertas frases que hemos normalizado sobre la muerte. Analizamos su impacto y por qué es mejor evitarlas, apostando por un lenguaje sincero, claro y adaptado a su edad y a su nivel de comprensión sobre este tema y ofreciendo respuestas alternativas.

Para elaborar este contenido, hemos utilizado como guía el Manual Práctico para abordar la muerte con niños y adolescentes de la Fundación Mario Losantos del Campo.

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A menudo los niños saben cosas sobre la muerte. Aunque nosotros tratemos de evitar las explicaciones, de un modo u otro la muerte forma parte de sus juegos, explicaciones y universo inconsciente.

Lo vemos cuando dicen o escuchan, por ejemplo: «jugamos a que te morías y luego vivías», «le ha dado un susto de muerte», «casi se muere de la risa», «los dinosaurios se extinguieron porque se murieron».

Y para que los niños puedan entender adecuadamente la muerte (siempre adaptándonos a su edad) y puedan elaborar el duelo por la pérdida, lo importante no es tanto que el niño pueda elaborar su propio concepto de muerte, sino que ese concepto esté ligado a lo que realmente es.

Por ello preguntará sobre el tema y deberemos aclarar sus dudas, ya que las preguntas le sirven para apaciguar su ansiedad ante el hecho de la muerte y para ir construyendo una idea propia. Para ayudarles en este camino, hay algunas frases que deberemos evitar.

Las preguntas sirven a los niños apaciguar su ansiedad ante el hecho de la muerte y para ir construyendo una idea propia.

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Siete frases que debemos evitar decir a los niños sobre la muerte de un ser querido

1. «Se ha ido a cuidar a otros niños»

Esta frase, aunque se diga con buena intención, es muy dañina para los niños, porque les puede generar mucha confusión y sentimiento de culpa. Al escucharla pueden pensar, «¿a mi no me quería lo suficiente como para quedarse a cuidar de mí?», o «¿por qué se va a cuidar a otros niños y no a mi?».

2. «Se fue», «está en otro lugar»

Es importante evitar las metáforas para que los niños entiendan que la muerte implica irreversibilidad, es decir, que aquello que ha muerto no va a volver a vivir. Esto lo necesitan para poder elaborar adecuadamente el duelo por esta pérdida.

Por ello, evitemos frases de este estilo, que hacen que los niños no entiendan bien «hacia dónde se ha ido esa persona», que en realidad ya no está en el terreno físico con nosotros.

Seamos claros con ellos. Esto no significa que, en caso de ser una familia creyente, no podamos cultivar la fe en los niños (por ejemplo, diciendo que esa persona se va al cielo), pero aclarando que es una metáfora y explicándoles bien el significado y la historia de nuestra afirmación.

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3. «Está de viaje»

Otra frase dañina que debemos evitar sobre la muerte, y que además, no es verdad. Si le decimos esto a los niños, aún se confundirán más y esperarán a que la persona vuelva. Los niños no son tontos y tampoco olvidan lo que les decimos.

Y además, se aferrarán a este viaje guardando la esperanza de que esa persona volverá, algo que no ocurrirá. Y esto les puede generar mucha decepción (también hacia nosotros, que verán que les hemos mentido) y frustración, y una gran distorsión sobre la idea de la muerte.

4. «Está durmiendo»

No comparemos la muerte con el dormir, ya que la muerte es irreversible, y los niños deben entender esta particularidad de la muerte. Equiparar la muerte al sueño puede hacer que el niño desarrolle miedo a dormirse o a que los adultos de su entorno se duerman, ya que relacionan esa actividad con la muerte.

En definitiva, usar esta frase hará que los niños estén en alerta y que traten de no dormirse para evitar morir o para no permitir que los demás duerman y se mueran. Por ello es importante aclararles las diferencias entre los dos procesos.

Equiparar la muerte al sueño puede hacer que el niño desarrolle miedo a dormirse o q que los adultos de su entorno se duerman, ya que relacionan esa actividad con la muerte.

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5. «Siempre estaré contigo, yo no me voy a morir»

La universalidad de la muerte, el hecho de saber que todos nos moriremos, puede causar mucho temor a los niños, y ante este temor es habitual que nos pregunten: «¿Y tú mamá, te vas a morir?». Ante este tipo de preguntas (y similares) evitemos mentirles. Entonces, ¿qué podemos decir?:

– «Sí cariño, me voy a morir, pero cuando haya pasado mucho, mucho tiempo.»

– «Me moriré cuando tú seas muy mayor y puedas cuidarte solo.»

– «Cuando seas mayor y ya hayas hecho muchas cosas, tendrás tu propia familia, trabajarás…»

También nos pueden decir que la mamá de algún amigo, u otra persona de su entorno, murió joven. Entonces, podemos contestarles «es verdad cariño, pero lo normal es que las personas se mueran después de mucho, mucho tiempo, o cuando están muy muy malitas, y yo estoy sana, no te preocupes por eso ahora, estaré contigo muchos años».

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6. «Todos nos vamos a morir»

Esta frase la ligamos con la anterior. Aunque se trata de un mensaje real y habla de la universalidad de la muerte, si decimos esto sin más los niños pueden asustarse. Esto es así porque hasta los diez años los niños tienen un sentido relativo del tiempo que les hace asociar las cosas con la inmediatez.

Es decir, si les decimos esto pueden pensar que van a morir en un plazo corto de tiempo, o que sus familiares van a morir también rápido. Por ello utilicemos la postergación y maticemos la información; «vamos a morir pero dentro de muchísimo tiempo, cuando seáis más mayores».

7. «Tu hermana [o la persona fallecida] era tan buena que el niño Jesús quiso que se fuera con él»

Como hemos dicho antes, es mejor evitar las metáforas porque añaden confusión y miedo y no facilitan para nada la comprensión de la muerte. Además, ante una frase así pueden preguntarte «¿y yo, si también soy bueno, también me moriré?», o «si soy malo entonces el niño Jesús no me llevará con él».

Así que, en lugar de ello, ofrezcámosle al niño una explicación donde le contemos que el corazón de la persona fallecida dejó de latir, o que sus pulmones ya no funcionaba, o que su cuerpo dejó de funcionar.

Esto les ayudará a comprender las causas físicas que han provocado la muerte (algo que necesitan para entender el concepto de la muerte), aunque si son muy pequeños no hace falta entrar en detalles, solo los necesarios para que puedan comprender.

Utilizar metáforas para hablar de la muerte añade confusión y miedo y no facilita para nada la comprensión de la muerte.

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¿Cómo hablar de la muerte con los niños y acompañarlos en su comprensión?

La muerte, aunque asuste, debe convertirse poco a poco en algo natural que los niños vayan interiorizando como parte de la vida. Esto también es necesario para que puedan elaborar el duelo cuando pierden a alguien en su vida.

A medida que se hagan mayores, y gracias a nuestras explicaciones, los niños lograrán elaborar el concepto de la muerte de forma más realista y adaptativa. A la hora de hablar de la muerte con ellos, nos ayudará tener claras estas 10 premisas básicas:

Fotos | Portada (Pexels)

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