La puerta del cielo está a mucha altitud, concretamente a los 1.447 metros sobre el nivel del mar donde se sitúa la población de Andermatt, en plenos alpes suizos. Allí estuve hace unos días participando en Supercar Owners Circle 2018. ¿De qué se trata? Es la reunión anual del club de propietarios de supercoches más selecto del mundo y todos venían con muchas ganas de sacarle todo el partido a sus coches. ¿Te vienes a un fin de semana inolvidable?
Toda esta aventura comenzó hace algunos meses cuando mi amigo Josef Ajram, al cual tal vez algunos lo conozcáis por su faceta de inversor en bolsa, otros por el deporte extremo, otros por sus libros y charlas motivacionales, o tal vez los menos por su otra gran pasión, los coches.
En una reunión en Barcelona, Josef me habló de un exclusivo club al que se había unido hace poco. En el estaban algunos de los propietarios de los mejores coches de Europa y del mundo. «Otro club de ricachones queriendo hacer negocio con sus coches», pensé para mí. Pero todo cambió cuando entré en YouTube y ví el vídeo de la edición del encuentro del pasado año en Andermatt, este que debéis ver antes de seguir leyendo.
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En estos circulos de supercoches, es demasiado habitual que muchos de sus miembros utilicen los coches de forma muy esporádica, que los guarden como oro en paño, que los compran y los vendan por el simple hecho de ganar dinero sin que demuestren verdadera pasión por sus máquinas. Esa especulación de la que hemos hablado tanto por aquí. Son los mismos que se sienten orgullosos por aparcar sus coches en las reuniones de propietarios, para después subirlos a un camión y que vuelvan a descansar en un garaje y que de este modo, no corran ningún riesgo ni pierdan valor, pero tampoco se usen para lo que realmente han sido concebidos.
Basta con ver unos segundos del vídeo de arriba para darse cuenta de que en SOC todo eso no ocurre. En este selecto club, los miembros quieren disfrutar de sus coches, y hacerlo sin miramientos. Y no hablamos de coches cualquiera, comunes ni al alcance de ningún nuevo rico. ¿Acaso habías visto alguna vez enfrentarse en la pista de un aeródromo a un Porsche 996 GT1 Stradale y un Mercedes-CLK GTR? ¿Se te ocurre algún otro sitio donde puedas ver tres de los Aston Martin Zagato Volante compitiendo entre sí?
¿Quién pertenece a SOC?
SOC es un club privado, un círculo al que para acceder, no basta con tener las apenas 4.000 libras de cuota anual que piden a cada uno de sus socios, calderilla si lo comparamos con lo que puede costar una revisión rutinaria de estos coches.
Los miembros de este selecto club tienen de media por persona 65 coches, y el valor medio de cada coche participante en el evento del año pasado era de 1,3 millones de euros. Creo que esos dos datos ya deberían ser suficientes para que nos hagamos una idea del nivel de coches necesario para acceder a este club.
Los coches mundanos, esos Porsche 911 GT3 RS, Ferrari 488 GTB, Lamborghini Aventador y juguetes así, no entran dentro del espectro de coches admitidos a participar en sus actividades. Tienen que tener más pedigree. Apellidos como GT1, GTO, SWB, DB5 o Chiron son admitidos. El resto no.
SOC organiza varios eventos al año. Reino Unido y Dubai fueron los dos últimos en unirse a un calendario de actividades para sus socios que nació originalmente en Suiza, en la estación de esquí de Andermatt. Allí se celebró la primera reunión de SOC y allí es donde Josef me propuso que nos fuésemos.
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El escepticismo inicial y el miedo a encontrarme con otro evento de coches en estético, fue desapareciendo primero con el vídeo y después al ver que a través de su cuenta de Instagram, SOC fuese confirmando uno a uno los coches que iban a participar en el evento de 2018 y el nivel era brutal una vez más. Porsche 996 GT1, Maserati MC12 Stradale, Ferrari F50, LaFerrari, Apollo IE, Aston Martin DB4 GT Continuation… Ante tal parrilla de salida, decir no a esta aventura sería un sacrilegio.
Comienza el fin de semana en Supercar Owners Circle
Así que mientras Josef ponía rumbo a Andermatt en coche desde Barcelona (unos 1.200 kilómetros), yo cogía un vuelo desde Madrid a Zurich para luego recorrer los apenas 170 kilómetros que había hasta el punto de encuentro en los Alpes. Inicialmente íbamos a participar con el Lamborghini Diablo SV de Josef, pero hacía pocos meses había participado con él en el Europe Tour de 6to6 y cuando llegó la fecha del SOC 2018 el coche estaba en el taller volviendo a ponerse en forma.
Por eso finalmente fuimos con otro coche de apellido ilustre, el Mercedes McLaren SLR, una bestia de 628 caballos que además en este caso, lleva unos espectaculares escapes Quicksilver capaces de romper tímpanos a su paso.
La previsión meteorológica para el último fin de semana de agosto, que era la fecha fijada, no era muy apetecible. 3 grados de mínima y 6 de máxima con lluvia e incluso nieve en las cumbres no parecía el mejor parte meteorológico para sacar partido a los supercoches participantes en el evento. Pero allí no había miedo al clima, lo que había eran muchas ganas de pasar un fin de semana irrepetible en un entorno único.
Nada más llegar a la pequeña población de Andermatt, en plenos Alpes suizos, aluciné con la de car spotters que llenaban las calles de aquella población, la cual debería estar casi desierta en esa temporada de verano. Las aceras estaban abarrotadas de jóvenes llegados de toda Europa que, cargados con sus cámaras, querían retratar los mejores coches del mundo.
Comprendí a la perfección lo que les había llevado hasta allí nada más entrar en el exclusivo Hotel Chedi, al cual solo podía acceder por ser participante en SOC 2018. A pesar de la lluvia, en el parking exterior encontramos un Porsche 918 Spyder pintado con los colores de guerra de un viejo Porsche de carreras, a su lado un Bugatti Chiron blanco y negro con aspecto impoluto, el nuevo Stratos y otras joyas, entre las que ya estaba el único coche con matrícula española que iba a participar en esta edición, el Mercedes McLaren SLR de Josef.
Tras hacer el check in y alucinar con la habitación, que por su tamaño más que una habitación parecía una casa familiar con todo lujo de detalles, me faltó tiempo para bajar al garaje del hotel. Allí, resguardados de las inclemencias del tiempo, debían estar llegando ya los coches del resto de los participantes en el evento que daría comienzo al día siguiente.
La entrada del garaje estaba custodiada en todo momento por dos guardias de seguridad que impedían el acceso a los miles de spotters que soñaban con colarse dentro, y lo que vieron mis ojos fue tan impactante que todavía recuerdo el escalofrío que sentí. Allí estaban ya descansando el Porsche 996 GT1, que acababa de llegar rodando desde Reino Unido tal y como demostraban las marcas de tierra y lluvia de su carrocería, y a su lado estaba también el Maserati MC12 Stradale.
Solo por ver esos dos coches juntos, ya hubiese merecido la pena el viaje, pero el espectáculo no había hecho más que empezar. Siguiendo hacia adelante por aquel garaje, nos íbamos encontrando con joyas de cuatro ruedas a cada cual más espectacular, caro y exótico. Comenzando por dos Porsche Carrera GT, siguiendo por un Ferrari F40, el Pagani Zonda Única o el McLaren P1, aquel garaje era pornografía dura para cualquier amante de los coches.
Estaba en el cielo, y eso que el evento no había hecho más que empezar. Durante las horas posteriores, coches y participantes fueron llegando a Andermatt. Algunos coches llegaron en camión, y no porque sus dueños quisiesen protegerlos de sobremanera, sino porque muchos de ellos estaban volando en sus aviones privados desde sus destinos de vacaciones estivales y no tenían tiempo de ir a recoger el coche y llevarlos conduciendo por las apasionantes carreteras suizas con sus estrictos límites de velocidad.
Otros, vinieron desde muy lejos conduciendo joyas como el Ferrari 250 Lusso que traía Jose, un coleccionista de origen español que llevaba toda su vida viviendo en Suiza. Era su tercera participación, el año pasado había venido en un 550 América y este año decidió venir en su joya más preciada.
Un plan de activdades intenso para coches y participantes
El plan del fin de semana era muy completo e intenso. El sábado por la mañana la organización había alquilado un aeródromo situado entre dos montañas para que pudiésemos correr a nuestras anchas coche contra coche. Después de toda la mañana allí, los participantes volverían al hotel para disfrutar del spa o participar en charlas de diferentes empresas interesadas en el evento y la gente que allí estaba. Para que nos hagamos una idea del nivel de las charlas, una era una explicación detallada del proyecto Aston Martin Valkyrie y la opción de hacer la pre-reserva de uno. Un coche que superará los dos millones de euros en precio tarifa, del cual nos contaron todos los detalles y nos mostraron bocetos de diseño, pero del que no puedo contaros nada más porque firmé una cláusula de confidencialidad.
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El sábado por la noche, una cena de gala sin etiqueta, con dress code libre, que terminaría con una subasta de diferentes artículos entre los que se encontraba una visita a la mansión que la familia Bulgari tiene en el sur de Francia y la posibilidad de conducir durante un día entero uno de sus coches. También se subastó el accesit al primer Aston Martin Valkyrie, una botella de Cognac de comienzos del siglo pasado y otros objetos.
El domingo el plato principal del menú era casi igual de apetecible que el del día anterior. La organización, junto con el Automóvil Club de Suiza, prometieron cerrar al tráfico uno de los pasos de montaña más espectaculares de la zona, el Overalp Pass. ¿Para qué? Para que pudiésemos subir todo lo rápido que nos apeteciese, en una experiencia imposible de olvidar.
Después nos llevarían a una mina secreta subterránea, donde Lamborghini quería mostrar a los presentes su último supercoche, el Avantador SVJ. Tal era el nivel del evento, que incluso Mitja Borkert, Director de Diseño de Lamborghini, estaba allí junto con el resto de la plana mayor de Lamborghini para recoger pedidos.
Un sábado inolvidable en un aeródromo
El sábado a las 10 de la mañana, toda la caravana de coches participantes en SOC estaba en el aeródromo de Ambri, acompañados de unos 2.000 spotters que corrían detras de los coches de un lado a otro como locos. Nada más llegar, un estruendo similar al de un Fórmula 1 acelerando a fondo, rompía el teórico silencio que debería haber en ese lugar a estas horas de la mañana de un sábado de agosto.
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Era el Apollo IE que estaba haciendo pasadas de un lado al otro del aeródromo, para grabar un vídeo. Los responsables del proyecto Apollo habían traído el coche hasta allí para mostrarlo a potenciales clientes y demostrar que el coche, del que está previsto se hagan sólo 10 unidades y se vendan cada una a razón de unos 3 millones de euros, va a ser una realidad.
Por lo demás, tras el rutinario café para entrar en calor, nadie se atrevía a romper el hielo y sacar su coche al aeródromo para hacer la primera carrera. «¿Vamos?» me dice Josef. «Venga, alguien tiene que hacerlo», le contesto. Encendemos el McLaren SLR y nos dirigimos a la recta del aeródromo, de unos 2 kilómetros de largo.
El primer coche que se atrevió a correr contra nosotros fue un exclusivísimo Ferrari F12 TDF, del cual sólo se fabricarían 799 unidades. Al más puro estilo de la película Grease, los dos coches dispuestos en paralelo y la salida la daba un miembro de la organización bajando los brazos.
Ver un Ferrari 250 SWB compitiendo contra un Porsche 911 Carrera RS 2.7 es ver dos coches que podrían superar los 10 millones de euros usados como los usaría cualquier otro petrolhead
La distancia que sacamos con el Mercedes McLaren SLR al TDF fue vergonzosa, más de 200 metros en los apenas dos kilómetros de pista recta, y es que el ‘viejo’ SLR parecía estar muy en forma. Tan en forma que ganó a la bestia de Maranello de 780 CV y a todos los coches a los que se enfrentó a lo largo de la jornada. Solo un Porsche 911 GT2 RS que unos amigos venezolanos acababan de recoger en la fábrica fue capaz de plantarle cara. ¡Alucinante!
Rápidamente los participantes se empezaron a animar y durante el resto de la mañana en todo momento hubo cola para entrar a pista. El nivel de esas carreras de aceleración era único en el mundo. ¿Cuándo puedes ver a un Ferrari F50 compitiendo contra un Maserati MC12 Stradale? ¿O un Porsche 918 Spyder contra un Porsche Carrera GT? ¿Y si te digo un Porsche 911 2.7 Carrera RS contra un Ferrari 250 SWB?
El espectáculo duró toda la mañana. Olor a embrague quemado, marcas de neumáticos sobre la recta del aeródromo, piques sanos entre los participantes… Era habitual escuchar cosas como «hey, me echas una carrera contra el Lamborghini Aventador SV. Es que tengo un coche como el tuyo (en referencia a un Porsche 911 GT2 RS) y quiero ver cuál corre más». Y una vez más el alemán dejó en absoluto ridículo al italiano. Os lo aseguro yo que iba dentro.
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Eso es lo que hace diferente a SOC, los miembros de este selecto club no solo tienen los mejores coches del mundo, sino que además disfrutan conduciéndolos. Y lo hacen sin demasiados miramientos.
Un domingo subiendo al cielo y bajando a los infiernos
Al día siguiente, el plan era si cabe igual o más apetecible que el del sábado. Nos habían cerrado al tráfico un tramo de 23 kilómetros en ascensión a uno de los preciosos puertos de montaña que coronan una de las cimas de los Alpes Suizos, el Overalp Pass.
Tras la pertinente formación de toda la caravana de coches en las calles de Andermatt, comenzó el espectáculo. La única premisa era «no correr hasta salir del pueblo, luego podéis correr lo que queráis». Y así lo hicimos. El comienzo del puerto de montaña era una sucesión de rectas y curvas de 180 grados en ascesión, sucesión solo rota por algún tramo recto donde coger velocidad era cuestión de pisar a fondo el acelerador.
Entre los participantes te podías encontrar con gente anónima que está en la lista Forbes o con la famosa YouTuber Supercar Blondie, que estuvo grabando un vídeo.
Subimos a un ritmo endiablado como se puede ver en el vídeo, acompañados de coches tan ilustres como un Porsche 911 2.7 RSH del Youtuber AlexanderLux, otro Mercedes McLaren SLR preparado por Hammann y seguidos de coches como un Ferrari F50, un LaFerrari de color gris y el Pagani Zonda única entre otros.
La sensación de placer que te da conducir por una carretera así de bonita, con tal nivel de coches, sin límites de velocidad y viendo que a los lados de la carretera había miles de personas deseando ver pasar la caravana, como si de un rally se tratase, es inolvidable. Una experiencia de esas que se quedará grabada en mi memoria para siempre.
La cara de satisfacción de todos los participantes a medida que llegaban al punto de reagrupación en la cima, hablaba por si sola. Esta gente, acostumbrada a que no les falte de nada en la vida, estaban disfrutando de su mayor pasión, los coches y la conducción. Y eso en un ambiente así de exclusivo y selecto, es algo que solo se puede experimentar en un evento como Supercar Owners Circle.
Lo mejor, el ambiente
Como podréis imaginar, ese fin de semana me sentí en el cielo, y no solo por la altitud a la que estábamos. Se dice que el garaje de Supercar Owners Circle supera la cifra de 100 millones de euros, pero más allá de eso, lo mejor que ha tenido este encuentro, es conocer a gente que comparte su pasión por el mundo del motor y los coches con la misma intensidad que cualquier otro petrolhead.
Tuve la oportunidad de charlar con muchos de los participantes, que no dudaban en acercarse unos a otros a preguntar detalles sobre los coches de otros, a recordar otros eventos como Goodwood o Pebble Beach donde habían coincidido, o a «picarse» a ver quién subía en menos tiempo aquella montaña.
Sin duda, Supercar Owners Circle ha conseguido reunir a lo más selecto del mundo del motor en Europa. Y esperemos que así siga manteniéndose este club, ya que mientras el espíritu se mantenga, podremos seguir disfrutando de imágenes únicas como las que nos ha regalado el encuentro de Andermatt de este año.
Fotos | Alex Penfold y Héctor Ares