Muere Richard Donner, director de ‘Los Goonies’, ‘Superman’ o ‘Arma Letal’, a los 91 años

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Richard Donner ya estaba ahí cuando tú y yo empezamos a ver películas en VHS. Estaba en las que nos daban miedo (‘La profecía‘), en las que nos daban risa (‘Los Goonies‘) y en las que nos daban subidón (‘Superman‘). Hoy Richard Donner ya no está, pero no olvidaremos su sencillez ni sus grandes películas.

El hombre de acero

Tras curtirse en televisión con westerns, espías, hazañas bélicas, dimensiones desconocidas, abogados históricos y fugitivos, Donner pasó al largo con un par de títulos menores, británicos y perdidos. ‘Sal y pimienta’ y ‘Twinky’ fueron sus antecedentes hasta llegar a ‘La profecía‘, un clásico del terror que creó escuelas, esquelas y secuelas. Su éxito le colocó en la silla de ‘Superman’ dos años después.

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Max’s Bar‘ (casi terapia tras la salida de ‘Superman II’)y ‘Su juguete preferido‘, un más o menos éxito del año en que todo el dinero fue a parar a la nave del extraterrestre de Steven Spielberg. A mediados de los ochenta ‘Lady Halcón’ volvió a colocarlo en una primera línea de la que no se bajaría precisamente con ‘Los Goonies’, una de las películas más populares de todos los tiempos.

A partir de ahí, días de vino y rosas en los que no volvió a sentir la traición sufrida en ‘Superman II’. La saga de ‘Arma letal‘, ‘Los fantasmas atacan al jefe‘, ‘Maverick‘ (genial comedia western infravalorada), ‘Asesinos‘ (me atrevería a decir que esta locura escrita por las Wachowski también lo está), ‘Conspiración‘, ‘La fuerza de la ilusión‘ (interesantísima historia de descubrimiento juvenil totalmente desapercibida), la menor ‘Timeline‘. Su último largometraje, la muy interesante ‘16 calles‘, tiene ya 15 años.

Donner Goonies Spielberg

Donner Goonies Spielberg

Se va Richard Donner y se va una forma de entender el cine de entretenimiento, uno de calidad, de recuerdos imborrables donde Donner aportaba su sabiduría y la ponía siempre al servicio de la acción y las estrellas. Nuestra fe en que un hombre podía volar, en creer que un crío era el mismísimo anticristo o pensar que podíamos salir a buscar tesoros con nuestros colegas era cosa suya. Hasta siempre.