Mientras Marruecos consolida su auge industrial, España mira de reojo un futuro del automóvil que se complica

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Hay quienes dicen que la industria del coche tiene hoy una factura pendiente con el presente. Lo que parecía estable (plataformas de producción, fábricas históricas, redes de proveedores) hoy cruje bajo el peso de una competencia inesperada y una transformación global que no perdona. En ese contexto, la situación de España frente a Marruecos resulta cada vez más difícil de ignorar.

España, tradicionalmente una de las grandes potencias automovilísticas europeas, ha empezado a ver las grietas. En la primera mitad de 2025 la producción en sus fábricas cayó un 8,4%, hasta unas 1,22 millones de unidades, lo que supone 111.601 coches menos que el año anterior. 

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Las razones son varias: una demanda exterior más débil, sobre todo en Europa, y la adaptación de líneas de producción hacia vehículos electrificados, que ralentiza la cadencia en muchas factorías. Las exportaciones también han notado el batacazo: durante los primeros meses de 2025 registraron una caída cercana al 10,5 %.

Mientras tanto, Marruecos apunta alto. El país magrebí ha registrado un crecimiento del 36 % en su producción automovilística durante el primer semestre de 2025. Sus fábricas, en ciudades como Tánger o Kenitra, ya son destino habitual de importantes multinacionales del motor, reforzadas por una infraestructura exportadora que incluye puertos modernos como el de Tangier-Med.

El empuje marroquí no se limita al volumen: también hay apuestas por la fabricación de vehículos eléctricos, un giro estratégico que ha atraído inversiones de empresas de baterías, componentes y ensamblaje. Esa combinación de costes laborales más bajos, incentivos fiscales y competitividad energética, le da a Marruecos una ventaja clara frente a muchas plantas europeas.

Para España, el presente dibuja un horizonte complicado. La caída sostenida de pedidos desde fuera, junto con los sobrecostes para adaptar la producción a la movilidad eléctrica, está obligando a revisar estrategias. Las fábricas ya no pueden depender solo del volumen tradicional; la reconversión hacia nuevos modelos exige inversión, innovación y tiempo, tres factores que en un mercado tan cambiante pesan como plomo.

Fotos de Seat S.A.

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