Maxi Rodríguez con Olé: «Tuve el privilegio de tener a Diego y a Leo al lado»

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Mi sueño era jugar en la Primera de Newell’s, toda la película que vino después nunca me la imaginé”. Pichi, con la ilusión de cualquier abuelo, jamás siquiera fantaseó lo que vendría después, mientras llevaba a su pequeño nieto a pelotear al Malvinas Argentinas cuando tan solo tenía tres años. Por aquellos tiempos, era impensado que aquel pibito, que correteaba con felicidad detrás de la pelota, llenaría el Coloso de almas leprosas entregadas al amor por un ídolo, ni que haría semejante carrera profesional, llegando a ser capitán de un poderoso europeo como el Atlético Madrid o jugando en un legendario del fútbol inglés como el Liverpool. Ni qué hablar de su trayectoria en la Selección, con tres mundiales en su haber y aquel inolvidable gol a México en Alemania, ese que lo convirtió en un jugador querido por todos, rompiendo la barrera de los colores. Pero el tiempo pasa y, a pocos días de cumplir 41 años, Maxi Rodríguez colgó los botines. Horas después, todavía con las pulsaciones a mil y las emociones a flor de piel, se sentó a charlar con Olé desde la intimidad de su casa…

-¿Cómo viviste el primer partido de Newell’s a la distancia?

-Ufff. Fue raro, porque todavía me siento parte de plantel. Pero de a poco voy asumiendo que ya no voy a ser más parte de esos viajes, del grupo, y que no voy a entrar más a la cancha. La verdad es que lo viví con total normalidad y, si bien siempre fui hincha, ahora me tocará vivirlo más desde ese lado, je.

-¿En qué momento tomaste la decisión de retirarte?

-Lo venía analizando. Había empezado la pretemporada y en el día a día uno se va dando cuenta. Es como que llega ese momento y te das cuenta de que ya está. Yo sentí eso en estos últimos seis meses y no lo quería seguir estirando. Quería llegar hasta el último día disfrutando como hice. Fue un proceso, lo venía hablando con la familia… Ese lunes, en el partido contra Banfield, viví algo muy fuerte, pero al otro día me levanté tranquilo y relajado. Cuando entraba a la cancha me divertía y la pasaba bien, pero hoy tenés que estar al 100%, porque la competencia te lo exige… -Ya se sentían más los golpecitos… -(Risas). Y sí. Los golpes y las recuperaciones. Los partidos los terminaba bien pero si antes tardaba un día o dos en recuperarme, ahora ya tardaba unos días más.

Maxi besando el césped del Coloso, el patio de su casa, el día del partido ante Banfield. (Foto: JUAN JOSE GARCIA)

Maxi besando el césped del Coloso, el patio de su casa, el día del partido ante Banfield. (Foto: JUAN JOSE GARCIA)

-Pasate prácticamente toda la vida en Newell’s. Si tenés que elegir un momento, ¿con cuál te quedás?

-Uhh… es difícil. Viví momentos muy fuertes y es complicado elegir uno solo. La más fácil sería decir el campeonato de 2013, porque salir campeón en Newell’s era mi sueño. Pero, por ejemplo, el último partido, con esa imagen del estadio lleno, toda esa gente que me fue a despedir… No me imaginaba recibir todo ese cariño, es de los momentos más fuertes que me tocó vivir. Son todos recuerdos que me quedarán para siempre.

-Y de Europa, ¿qué te marcó?

-La verdad, a medida que iban pasando los años, se me iban cumpliendo sueños. Primero en el Espanyol, después en el Atlético Madrid y al final en Liverpool. Hasta ahí, mi único sueño era jugar en al Primera de Newell’s, nunca me imaginé toda esa película que se venía después… En el Atlético fui capitán, después llegar a Inglaterra para jugar en uno de los mejores equipos del mundo, era todo un desafío. Las canchas en las que me tocó jugar, Anfield es uno de los mejores estadios que hay porque tiene una atmósfera impresionante, y ahí tuve de compañero a Gerrard, uno de los mejores con los que me tocó jugar, jugaba más rápido con la cabeza que con los pies…

-Pero un día decidiste volver a Newell’s. Ponías mucho en juego, ¿dudaste en algún momento?

-Sabía todo el riesgo que corría, que estaba volviendo muy joven también, porque podía haber vuelto a los 35 o 36, jugar seis meses o un año y retirarme, pero en ese momento lo sentí y me vine. El club necesitaba de nosotros, se lo dije a mi mujer, y todo el mundo lo primero que me decía era que estaba loco… Y salió bien: lo único que quería cuando vine era que Newell’s no se fuera a la B, y terminamos saliendo campeones, je.

-A pesar de que en Argentina jugaste en un solo club, lograste ser querido por los hinchas de todos los equipos. ¿Te diste cuenta de eso?

-Sí, y es algo que siempre me sorprendió por cómo somos los argentinos. Acá a cualquiera se le grita fracasado o muerto, y la verdad es que cuando íbamos a jugar de visitante la gente siempre me aplaudía. Creo que en eso tuvo mucho que ver la Selección, lo que vivimos en los mundiales, que fue muy fuerte, esos goles que van a ser recordados siempre… Todo eso rompió la barrera y realmente me da mucho orgullo que haya sucedido.

-¿Con los de Central también lograste romper esa barrera?

-(Sonríe). Sí, la verdad es que sí, siempre me han tratado muy bien. En esta ciudad hay una rivalidad y un fanatismo muy fuertes, pero nunca tuve problemas con la gente de Central. Me han llegado a felicitar en la calle por volver a mi club y ser referente. Son cosas que, por el folclore que se vive acá, valen doble.

-Mencionaste a la Selección y ahí tenés dos grandes momentos: el gol a México y el penal a Holanda. ¿Pateaste ahí contra México?

-Nooo. Pateé al arco. No ahí, pero sí pateé al arco, je. Si entraba, al arquero se le metía de caño o se le escapaba de las manos, valía igual… Pero si digo que pateé ahí, a donde entró, miento, je.

-Después de eso, ¿lo cruzaste alguna vez a La Volpe?

-Yo no, pero sí se cruzó a mi vieja, acá en un restaurante de Rosario. Los dueños le dijeron que era mi mamá, y fue y le dijo: “Usted no tiene nada que ver, pero su hijo es un hijo de puta”. Mi mamá se reía, sabía bien quién era… Fueron dos minutos, se cagaron de risa, je.

-Y cuando ibas caminando contra Holanda para patear el penal, ¿qué se te cruzó por la cabeza?

-¡De todo! Fue el momento de más tensión que tuve jugando al fútbol. Pasa que ahí tenés tiempo para pensar, y fue la caminata más larga que hice dentro de una cancha, je. Sabía que era un penal que nos podía poner en una final de nuevo, después de tantos años, que estaba todo el país y el mundo ahí mirando eso… Es un momento en el que se te vienen 200 mil cosas a la cabeza y tenés que estar tranquilo. Igual, internamente estaba convencido de que lo iba a meter. Podía pasar cualquier cosa, pero tenía mucha confianza de que lo metía…

-La verdad, eh: ¿Cuánto había de confianza y cuánto de cagazo?

-(Risas) ¡Cien y cien!

-En la Selección también tuviste a Diego…

-Diego es lo más grande que hay. Yo ya lo conocía fuera de la cancha, teníamos una muy buena relación, y verlo con el buzo de entrenador era raro, je. Fue mi ídolo desde siempre, después lo conocí e hice una relación y lo tenía ahí como técnico, je… Me costaba creerlo. Diego imponía con su presencia, generaba algo impresionante, que no vi en ninguna otra persona. Encima jugamos ese primer partido amistoso, contra Escocia, y me tocó hacer el gol…

-Ese día del partido con Escocia se quedó con tu camiseta, ¿no?

-Sí, yo me quería llevar las dos y quería que estén firmadas por él. Estuve dos horas para ir a la habitación porque me daba vergüenza pedirle que me las firme y cuando entré, agarra la primer camiseta y me dice: “No, esta me la quedo yo”. ¿Y cómo le decía que no? Así que se la dejé, me firmó la otra y la tengo guardada… Es un tesoro: tiene su firma, del día que ganamos y con un gol mío.

-También fuiste la tapa de Olé, en una foto comparado con Diego…

-¡Sí! La tengo guardada esa tapa: ¡me quiero hacer un mural! Es increíble, estamos haciendo el mismo gesto para bajar la pelota… La veo y es muy fuerte, je.

-Bueno, podés decir que no solo a Messi lo comparan con Maradona.

-¡Claro, a mí también! A ellos dos jugando, a mí por una foto, je.

La tapa de Olé del día del debut de Maradona como DT de la Selección.

La tapa de Olé del día del debut de Maradona como DT de la Selección.

-Cuando se reencontraron, el día del Newell’s -Gimnasia, le diste un abrazo tremendo…

-Fue un momento muy lindo. Hacía mucho que no hablaba con él y fue, de verdad, un abrazo muy sentido. Del alma. Lo estoy hablando y lo estoy recordando. Son cosas muy fuertes, porque nos teníamos un cariño impresionante: lo recuerdo de la mejor manera.

Puro amor: el abrazo de Maxi con Diego en la previa de Newell's - GELP. (EFE/Franco Trovato Fuoco)

Puro amor: el abrazo de Maxi con Diego en la previa de Newell’s – GELP. (EFE/Franco Trovato Fuoco)

-Tu historia con Diego arranca el día que lo presentan en Newell’s: vos eras uno de los pibes de Inferiores que estaban en el campo de juego, ¿no?

-Sí, pusimos las banderas e hicimos jueguitos. Lo que menos me importaba era todo eso, solo quería verlo a Diego con la camiseta de Newell’s. Era una locura. Los entrenamientos no sabés lo que eran, se llenaba de gente, je.

-Y después de todo eso, ¿qué te pasó por la cabeza cuando te enteraste lo que había pasado?

-Estaba en mi casa, me empezaron a mandar mensajes algunos amigos, pero siempre salían esas cosas de Diego y no eran ciertas, así que no le di mucha importancia de entrada. Pero después de un rato me seguían llegando mensajes y entonces prendí la tele, y ahí ya los rumores eran cada vez más fuertes. Fue algo muy duro porque siempre pensamos que a Diego nunca le iba a pasar nada. Tenía eso en la cabeza y no podía creer lo que estaba viendo. Decía: “Tiene que ser mentira todo esto”. Después fui a la Casa Rosada, al velorio, fue durísimo verlo ahí. Todos pensamos que eso nunca iba a pasar, vivimos una pesadilla.

-¿Qué significó Diego en tu vida?

-Todo somos hinchas o fanáticos de algo y todos éramos hinchas de Diego porque crecimos con él. Lo tenemos allá arriba, pensamos que nos protegía a todos… Siempre estaba fuerte y por encima de todo el mundo. Me acuerdo las charlas que he tenido, siempre me decía que intente todo, adentro y afuera de la cancha; que nunca deje nada sin hacer, que podía salir bien o mal, pero que haga y no tenga miedo a equivocarme, que en la vida hay que tener huevos… “Vos siempre vas para adelante, seguí así”, me decía. Era como un padre para todos nosotros, lo escuchábamos siempre. En la Selección eran charlas y charlas hasta cualquier hora, no nos queríamos ir a dormir, queríamos escuchar sus historias, sus vivencias… Eran los mejores momentos que podíamos pasar. Y después nos tocó vivir uno de los días más tristes.

-El otro crack, Messi, siguió sus consejos y fue campeón con la Selección…

-A las personas buenas, siempre se les termina dando. Me puso muy feliz que pudiera levantar esa Copa tan merecida, que le hacía falta. Son chicos que insistían y seguían por el amor propio que tienen, jugadores que lo han ganado todo, tienen todo y querían lograr algo con la Selección. Siempre, en las concentraciones, hablábamos de que para nosotros estar ahí era lo máximo. Leo tiene amor por Argentina y nunca bajó los brazos, por eso se le dio…

-¿Se sacaron un peso muy grande?

-Sí, una mochila enorme. A mí me tocó llegar hasta el 2014 y después se empezó a poner más complicado con las finales perdidas de Copa América. Es un dolor muy grande, sé bien lo que sienten los chicos: ellos querían salir campeones más que ninguno… Todo eso era un peso enorme porque a veces hay críticas desmedidas y después ves a Leo llorando, levantando la Copa, que era su sueño… Él quería ganar algo con la Selección, y haberlo logrado no tiene precio. Hay que felicitarlo por el empuje y los huevos de seguir que tuvo siempre.

-Viste a Diego en Newell’s, ¿vas a hacer fuerza para verlo a Leo en tu club?

-Estando en la Selección lo hemos hablado, aunque poco. Son decisiones muy personales. Pero son personas tan grandes… No puedo pedir nada más: tuve el privilegio de tener a Diego y a Leo al lado. Pero imaginate a Leo jugando en el fútbol argentino, viviendo acá en Rosario, je. ¡Una Locura! Si algún día se da, bienvenido. Pero si no, no hay nada para reprocharle…

-¿Scaloni te sorprendió o ya le veías pasta de DT?

-Llegar a dirigir la Selección Argentina no es fácil, a Leo se le presentó en un momento, con algunas críticas, pero él es una persona que está centrada, inteligente y sabe lo que quiere. Yo lo quiero mucho, es un amigo, al que conocí desde que éramos chicos, y en todas sus facetas. La verdad es que me puso muy contento porque le tocó una parada muy difícil, por lo que somos los argentinos. Además, tuvo que hacer un recambio que no era sencillo y terminó formando un equipo y un grupo. Después se le dio el resultado de salir campeón… Pero fue algo que me puso muy contento. ¿Si me sorprendió? Sí, igual que a todos…

La era de José y los pibes de Pekerman hoy en la Selección

«José nos guiaba de una manera que era un padre para nosotros. Pasábamos todo el día con él y nos decía cómo nos teníamos que manejar dentro y fuera del campo de juego: el respeto, que siempre hay que tener una línea cuando las cosas van bien y mal. Nos enseñó mucho y fue uno de los que más me marcó., más allá de lo que me enseñó futbolísticamente», recuerda Maxi sobre los años en Juveniles con Pekerman.

Hoy, en la Selección, los pibes de José, ya grandes, son conductores y sostienen su legado: «Todo eso que se mamó en su momento lo están volcando ahora en las juveniles y en la mayor. ¿Quién mejor que ellos que tienen una trayectoria enorme?

Bielsa, Sabella y el dolor por la final en Alemania

-¿Está bien puesto el apodo al Loco Bielsa?

-El apodo le calza justo. Son locos lindos. Es un adelantado del fútbol. Ya en su momento lo veía diferente. Me tocó estar en un proceso de él como sparring y tuve unos entrenamientos con él. Después me termina subiendo a la Mayor. Ese paso me marcó mucho porque me hizo crecer muy rápido.

-¿Y Alejandro Sabella?

-Es un señor, con todas las letras. Me tocó cruzarme con gente muy buena en un ambiente que es difícil. Nadie se podía llevar mal con Alejandro. En ese momento nos faltó muy muy poco para poder dar esa vuelta que queríamos todos.

-¿Cuántas veces viste el penal al Pipa Higuaín que no cobraron?

-Me costó mucho volver a ver las imágenes. Al principio estaba negado, no quería ver nada. Después lo empezás a ver y decís: «la puta madre, mirá si hubiese VAR en ese tiempo…». Ya está, hace mal seguir comiéndose la cabeza con eso. Hubiésemos tenido un premio que era lo máximo.

El Kun Agüero y su salud

«Nadie está preparado para escuchar esas noticias o cosas feas que pasan en la vida. Llegan en ciertos momentos y hay que afrontarlas. Con el Kun tenemos una relación desde hace años. Es auténtico y un pibe extraordinario. Somos muy amigos, compartimos muchísimas cosas con las familias. Concentrábamos juntos en el Atlético de Madrid, en la Selección. El que juega al fútbol quiere estar siempre adentro del campo de juego y quiere tomar la decisión de cuando dejar de jugar. Ahora va asimilando su situación. Al principio la pasó mal, estaba asustado. Ahora está tranquilo y él sabe que lo más importante es la salud. Tiene toda una vida por delante para disfrutar con la familia y con los amigos. Nosotros lo vamos a estar apoyando siempre».

La malteada que sufrió la noche previa a su despedida

«Ya la concentración anterior, con Boca, todos los pibes le fueron a hablar a Nacho (Scocco), Pablo (Pérez) y Fernando (Belluschi) para que sean cómplices. Querían entrar a la habitación y ellos no los dejaron, se plantaron. Pero ya en el último partido fueron cómplices. Me mojaron, me tiraron espuma y la cama era un chiquero. Justo Nacho no había concentrado por la lesión y me fui a su cama. En la mía no me podía ni meter, ja».

¿Cuál será el futuro de Maxi? ¿Seguirá ligado a Newell’s?

Maxi disfrutó a full su despedida. (Foto: JUAN JOSE GARCIA)

Maxi disfrutó a full su despedida. (Foto: JUAN JOSE GARCIA)

«Ahora necesito descansar y estar tranquilo. Uno se tiene que preparar para trabajar en el club. Por haber jugado tantos años al fútbol no es que vamos a saber de todo. Veremos para qué es lo que estoy capacitado y qué me gusta. Ahora por un largo tiempo voy a descansar y prepararme para lo que viene, después se verá. Por el amor que tengo con Newell’s puede llegar a pasar que en algún momento esté. Siempre que pueda ayudar lo voy a hacer. Hoy no tengo la cabeza para pensar cuándo. Hay que bajar muchas revoluciones y pensar en la familia. Estoy haciendo el curso de técnico pero hoy no tengo en la cabeza dedicarme a eso. Me veo más en otras funciones. Me gusta mucho la formación de jugadores. Ahí hay que hacer mucho hincapié. Para llegar a una Primera División tenés que estar preparado. Es muy importante ese trabajo para que cuando a un jugador le toque llegar esté preparado.