Cuándo es el mejor momento y cómo realizar los pujos durante el parto

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Los pujos maternos, durante la fase del expulsivo en el parto, son indispensables para que el bebé pueda descender por la pelvis materna y salir al exterior. Son la fuerza que realiza la madre para empujar al bebé a través del canal del parto.

Se trata de un acto reflejo que suele coincidir con la dilatación del cuello uterino de 10 centímetros y el momento en que la cabeza del bebé se encaja en la pelvis materna. Estos pujos espontáneos son los más efectivos y respetuosos para la madre y el bebé.

Pero… ¿en qué se diferencian de los pujos dirigidos por la matrona? ¿Hay diferentes formas de empujar? Sara Cañamero, matrona y directora de Maternatal responde todas nuestras dudas.

Cuándo empujar

En el momento en que la cabeza del bebé se encaja en la pelvis materna, presiona un lugar concreto, que es el que provoca la necesidad de empujar, que generalmente coincide con la contracción. De esta manera se unen ambas fuerzas: la que ejerce la madre con el abdomen y la contracción uterina.

Aunque el parto significa paciencia y hay que respetar su duración, existen ocasiones en las que la madre no siente esos deseos de empujar, tal y como explica Sara Cañamero:

«Una buena anestesia epidural debe conseguir que la mujer no sienta dolor pero sí note las contracciones. Pero no siempre se logra, por lo que en muchas ocasiones la madre no siente esa necesidad de empujar, no sabe hacia donde dirigir el pujo y ni siquiera puede ejercer la fuerza necesaria para ayudar a su bebé a nacer».

Es entonces cuándo la matrona o el ginecólogo debe indicarle cuándo empujar, para que el pujo coincida con las contracciones: son los pujos dirigidos.

Los pujos del parto deben empezar cuando la mujer siente deseos de empujar: así serán más efectivos

Los profesionales sanitarios señalan a la mujer cuándo empezar y terminar los pujos, hacia donde dirigir la fuerza y en ocasiones, pedir que deje de empujar. Explica Sara Cañamero que:

«Podemos pedir que deje de empujar al final del expulsivo, cuando la cabeza del bebé está coronando a través de la vulva materna, y el periné está tan tenso que puede desgarrarse si la madre sigue empujando con tanta fuerza. Entonces procuramos eliminar la fuerza de pujo, dejando que sea solo la fuerza de la contracción y la gravedad la que ayude a que la cabeza del bebé salga».

Cómo empujar

Pero también la dirección del pujo es fundamental . Tal y como explica la matrona la mujer debe dirigir su fuerza hacia la vagina, algo que parece obvio pero que no siempre se hace así:

«Siguen viniendo mujeres en el postparto a consulta diciendo que la matrona o el ginecólogo les indicó que debían ‘empujar como si quisieran hacer caca’. Ejerciendo tanta fuerza hacia el periné posterior (hacia el ano) perdemos no solo efectividad, sino que aumentamos el riesgo de lesión perineal».

Las contracciones y la prensa abdominal son el ‘motor del parto’, lo que ayuda al bebé a salir.

Lo ideal sería realizar tres pujos en cada contracción, seguido de un periodo de descanso entre contracciones para que la madre y el bebé descansen.

Esos pujos serán más efectivos, y por tanto lograrán que el parto sea más corto, si coinciden con la contracción y con la madre colocada en vertical, la posición más fisiológica.

Dos tipos de pujos

Doctora reconociendo a una embarazada

Doctora reconociendo a una embarazada

  • Pujo en espiración o exhalación (glotis abierta). Se realiza una inspiración y, tras finalizarla, se va soltando el aire lentamente mientras se activa el músculo transverso (algo así como abrazar al bebe con el abdomen), y se dirige la fuerza hacia la vagina.

  • Pujo en apnea (glotis cerrada). Se realiza una inspiración y, tras finalizarla, se mantiene el aire dentro de los pulmones, no se suelta. Y ahí, en apnea (sin respirar), se empuja. Según Sara Cañamero «es similar a hacer una abdominal clásica, llevando la barbilla al pecho para mantener glotis cerrada y activando los rectos».

En las últimas semanas de gestación se pueden ir practicando los pujos, para tener confianza el día del parto, para ir entrenando los músculos abdominales y saber cómo realizarlos de manera correcta. Explica la experta que:

«Suelen trabajarse en las clases de preparación maternal con la matrona, aunque también se pueden practicar de manera privada en consulta. A veces usamos dispositivos intravaginales que se inflan como un globo y asemejan a la cabeza del bebé».

Empujar mal en el parto tiene consecuencias

Sara Cañamero señala que:

«Cuanto más presión en la pelvis, más tiempo empujando y de manera menos fisiológica (con pujos dirigidos que no coinciden con las contracciones), mayor posibilidad tiene la madre de sufrir lesiones en el suelo pélvico».

Porque aunque el objetivo de los pujos dirigidos y espontáneos es el mismo, la evidencia científica apunta que «la realización de los primeros de manera sistemática altera la fisiología del parto, al aumentar la probabilidad de intervención sanitaria con episiotomías e instrumentales».

Esto supone un riesgo para el periné de la mujer, pudiendo ocasionar lesiones que se traducen en incontinencia urinaria, gases, dolor en el periné, coitalgia, prolapsos, y demás disfunciones.

En resumen: como los pujos son un acto reflejo, hay que permitir que la madre viva el parto con naturalidad. Permitir que se mueva libremente y adoptar la postura que le pida el cuerpo. «Esto se traduce en menos sufrimiento para el bebé y menos lesiones para la madre», concluye la matrona Sara Cañamero.

Fotos | iStock
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