Los raros códigos de Maradona

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La flamante y enésima página de incontinencia verbal que ha escrito Maradona puede ser analizada desde unas cuantas perspectivas. En principio sincera una mirada peyorativa maquillada a duras penas más de cuatro veces. Que la hipocresía haya muerto de muerte natural supone toda una ganancia.

MUN185 POLOKWANE (SUDÁFRICA), 22/6/2010.- El delantero de la selección argentina, Lionel Messi (der), se abraza al seleccionador, Diego Maradona, tras el partido que las selecciones de Grecia y Argentina disputaron hoy en el estadio Peter Mokaba, en Polokwane, dentro del Grupo B de la primera fase del Mundial de Sudáfrica. EFE/Cézaro De Luca PROHIBIDO SU USO EN DISPOSITIVOS MÓVILES Polokwane seleccion argentina vs. grecia campeonato mundial de futbol sudafrica 2010

En el Mundial de Sudáfrica, Maradona le dio la cinta de capitán a Messi (EFE/Cézaro De Luca).

Luego, es de hacer notar que las declaraciones de Maradona se corresponden con lo que de Messi piensa el 95 por ciento de su club de fans, los “maradonianos”, así como de otra parcela de la comunidad futbolera que no perdona del rosarino su evidente falta de épica mundialista.

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Pero hace un largo rato sabemos que Messi no es un líder carismático, ni Rambo, ni Superman, ni un caudillo levantisco, condiciones que él jamás ha reclamado para sí. A grandes rasgos Messi es un muchacho de costumbres sencillas, que lleva adelante su vida como puede, que no se mete con nadie –mucho menos con Maradona-, que en el presunto casillero del debe sufre no haber empuñado la lanza albiceleste en circunstancias de más por saber y que a la vez, pequeño detalle, hace diez-años-diez que es el mejor futbolista del planeta.

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Así las cosas, preguntarse si Maradona podía haberse ahorrado el mal gusto, el golpe artero y la crueldad, o asombrarse por su tono, por sus formas, sería equivalente a asombrarse por la cantidad de sales minerales que hay en el mar. Sin embargo, tampoco sobrará interrogarse por dos curiosidades. Una atañe a la facilidad con que El Diez entra y sale de las fronteras de “los códigos”, cómo aplica o desconoce la vara ética que a menudo enarbola. Y la otra atañe a sus adoradores: ¿no es una demasía renunciar a todo espíritu crítico ante el héroe deportivo y aplaudir incluso lo que debería dar algo de vergüenza ajena?

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Bien mirados, los dichos de Maradona dicen bastante más de Maradona que del propio Messi.