Lechuga romana: por qué es la más consumida de España, cómo conservarla, y en qué recetas usarla

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La lechuga es la reina de nuestras ensaladas y aunque es un alimento que deberíamos incluir cada día en nuestros platos, no todas las lechugas son iguales ni tienen los mismo beneficios ni propiedades. No obstante tienen denominadores comunes: alto contenido en agua, minerales y vitaminas esenciales como son el potasio, magnesio, calcio, vitamina A.

La variedad más cultivada en España es la lechuga romana, a la que también se conoce como lechuga española, costina, orejona u oreja de burro o mulo. Es en primavera y verano cuando se encuentra en total plenitud, aunque la encontramos en los mercados durante todo el año. Se caracteriza por no formar cogollo, poseer hojas alargadas y un acentuado nervio central.

Es la lechuga de toda la vida, la que nos ha acompañado a muchos desde hace años y la protagonista de la mayoría de nuestras ensaladas de la infancia. Sus hojas son firmes, ligeramente duras y de sabor amargo, sobre todo el nervio central. Es una gran opción para preparar la famosa [ensalada César].

Hubo un tiempo previo a las batavia, hoja de roble y otras variedades de lechuga en el que la romana era -casi- la única que se comercializaba en España. Su forma es muy característica, alargada y con un pronunciado nervio central. De color verde claro, que pierde intensidad según nos acercamos al nervio, donde se tornan amarillas.

Qué hace de la lechuga romana la preferida de los españoles

Su buen precio, su durabilidad en buen estado y la cantidad de nutrientes que contiene la han convertido en una de las lechugas preferidas de los españoles. La lechuga romana está repleta de los antioxidantes, vitamina A, C, K, B1, B2 y B3. Juega un papel clave en el equilibrio y mantenimiento de muchos sistemas en el cuerpo.

La lechuga española también es muy rica en hierro. Una cabeza -o pieza- contiene 6 mg de hierro, lo que supone una importante fuente de hierro en la dieta de los vegetarianos, veganos y de quienes sufren de anemia. Aporta, además, magnesio y calcio.

Istock lechuga romana lavada

Istock lechuga romana lavada

Lechuga romana lavada, escurrida y lista para su consumo

Saber elegir y conservar la lechuga romana para disfrutarla más

A la hora de comprar una buena lechuga romana es importante fijarse en el aspecto de sus hojas. Estas han de ser firmes y frescas, pero tiernas. Cuando vayáis al supermercado o a la frutería, escoged aquellas que tengan sus hojas verdes y enteras, sin manchas o agujeros y con un color uniforme.

Una vez en casa hay que guardarla en la nevera, dentro del cajón de frutas y verduras. Preferiblemente sin lavar -para que no retenga humedad innecesariamente- y dentro de una bolsa de plástico, envuelta en papel de cocina. Aguanta en buen estado entre siete y diez días si se almacena correctamente.

Cómo sabe la lechuga romana

Es un tipo de lechuga que crece con una larga cabeza y unas hojas robustas, alargadas y tiernas que no forman un verdadero cogollo. Su sabor es pronunciado y ligeramente amargo, algo que no es del gusto de todos.

Para eliminarlo conviene reservar la lechuga en la nevera antes de consumirla (si es un par de días, mejor). Dejarla en remojo en abundante agua con una cucharada de bicarbonato unas horas antes de consumirlas. Y, por último, lavar con agua con una pizca de vinagre (para desinsectar), aclarar y escurrir bien antes de servir.

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En qué recetas utilizar la lechuga romana

Aunque la lechuga se puede cocinar, es en crudo y en formato ensalada como más gusta y se disfruta. Ya sea en abundancia, para servir como primer plato, o en menor cantidad para guarnecer carnes, pescados y otros alimentos, con lechuga romana se pueden preparar deliciosas recetas y estas son nuestras recomendaciones.

Ensalada Waldorf

Tostamos ligeramente en una sartén las nueces. Cuando pasen unos minutos y las veamos tostadas, las reservamos mientras que enfrían y las partimos en trozos grandes.

Para hacer la mayonesa, en un bol echamos la yema de huevo, salamos y comenzamos a batir con batidor o las varillas de una batidora incorporando el aceite en chorro fino para que se haga la emulsión. Añadimos el vinagre y reservamos en frío.

Pelamos y cortamos las manzanas en dados o bastones, el apio en trozos menudos y lavamos y centrifugamos la lechuga. Seguidamente en una ensaladera ponemos el apio, la manzana, la mitad de las nueces y las uvas pasas, echamos la mayonesa al gusto y mezclamos bien.

En la fuente de servicio disponemos una cama de lechuga troceada, por encima la mezcla de apio, manzana, nueces y pasas con la mayonesa, y finalmente decoramos con el resto de las nueces. Servimos rápidamente.

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Receta completa | Ensalada Waldorf: receta clásica

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