Desde Nebraska hasta los bolsillos de medio mundo, el «Oráculo de Omaha» ha dejado huella. En su última carta a los accionistas de Berkshire Hathaway, Warren Buffett sorprende al anunciar que se retira de escribir la conocida misiva anual y que acepta pasar el testigo a su sucesor, Greg Abel, al tiempo que confirma que, aunque permanecerá como director de la compañía, su participación activa irá disminuyendo.
En el cuerpo de la carta, Buffett adopta un tono íntimo y reflexivo, más cercano al «qué me ha enseñado la vida» que al típico discurso financiero: afirma que tener suerte (haber nacido donde nació, cuando lo hizo, con las oportunidades que tuvo) ha sido tanto o más importante que cualquier fórmula para invertir.
Algunas reflexiones finales
Una observación quizás un tanto egocéntrica: me alegra decir que me siento mejor con la segunda mitad de mi vida que con la primera. Mi consejo: no te castigues por los errores del pasado; aprende al menos un poco de ellos y sigue adelante. Nunca es tarde para mejorar. Busca buenos referentes e imítalos. Puedes empezar con Tom Murphy; era el mejor.
Recuerda a Alfred Nobel, quien más tarde ganaría el Premio Nobel, y que, según se cuenta, leyó su propio obituario, que se imprimió por error cuando falleció su hermano y un periódico se confundió. Se horrorizó al leerlo y se dio cuenta de que debía cambiar su comportamiento.
No te dejes engañar por un simple error en la redacción: decide qué quieres que diga tu obituario y vive la vida que lo merezca.
La grandeza no se consigue acumulando grandes cantidades de dinero, mucha publicidad o gran poder en el gobierno. Cuando ayudas a alguien de mil maneras, ayudas al mundo. La bondad no cuesta nada, pero tampoco tiene precio. Seas religioso o no, es difícil superar la Regla de Oro como guía de conducta.
Escribo esto como alguien que ha sido imprudente innumerables veces y ha cometido muchos errores, pero que también ha tenido la gran fortuna de aprender de amigos maravillosos cómo comportarse mejor (aunque aún estoy lejos de la perfección). Recuerda que la señora de la limpieza es tan humana como el director.
El legado de Warren Buffett en el mundo de los negocios no es únicamente cuestión de cifras impresionantes, sino de una forma de operar que ha influido generaciones de inversores y empresarios. Desde que tomó las riendas de Berkshire Hathaway en los años 60 les ha mostrado a todos que la paciencia, la integridad y la visión a largo plazo pueden triunfar incluso en mercados en los que impera lo inmediato.
Buffett demostró que invertir no es jugar al azar ni buscar el «boom» de moda, sino estudiar, entender y elegir empresas sólidas con buen equipo directivo y modelo de negocio probado. Pero más allá de las grandes operaciones, lo que marca su legado es el estilo: vivir de forma modesta pese a la fortuna, no perseguir fama, reconocer errores públicamente y mantenerse fiel a sus principios.
Este adiós no es dramático, ni abrupto: más bien es la señal de que uno de los inversores más grandes de la historia ha decidido dar un paso al lado con la tranquilidad de quien ha cumplido un ciclo. Manteniendo la fe en la continuidad de Berkshire bajo Abel, recalca que su filosofía no cambiará, y reconoce que el verdadero valor de su carrera no está únicamente en los resultados bursátiles, sino en el impacto humano, en la coherencia y en la reputación.
Foto de inkl.com | @marketsentiment
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