La bajada de la gasolina prometía dar un respiro a la inflación en otoño. Hasta que llegó el precio la luz

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La inflación da un respiro a los españoles, pero uno tan leve y tan rodeado de incertidumbre que no está claro si será el principio de una bocanada de aire o un leve suspiro antes de acometer una nueva cuesta. El Índice de Precios de Consumo (IPC) ha bajado en agosto cuatro décimas, del 10,8 % de julio al 10,4% actual, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Un freno a la escalada de los costes de vida que viene potenciado, sobre todo, por la bajada de los combustibles, y que podría quedar en agua de borrajas porque otros importantes bienes, como la electricidad o los alimentos, siguen encareciéndose sin freno.

Los carburantes. Desde principios de agosto el precio de los carburantes ha ido descendiendo paulatinamente después de que a mediados de junio alcanzase su máximo histórico, con 2,152 euros por litro de gasolina de media y 2,199 euros por litro de diésel, sin aplicar la subvención del Gobierno. Y para mediados de este mes, el abaratamiento ya era acusado y suponía 30 céntimos menos por litro de media que en junio, una cifra que se ha mantenido, más o menos, hasta ahora.

Ese importante descenso del precio después de meses de escalada es el que ha contribuido a que la inflación, que no paraba de crecer desde abril, se haya frenado e incluso haya descendido levemente. Pero aún es pronto, muy pronto, para lanzar las campanas al vuelo, puesto que el precio de los combustibles aún está lejos de volver a cifras anteriores a la guerra de Ucrania y otros bienes básicos, como la electricidad o los alimentos, han tomado el relevo del encarecimiento y son la principal amenaza para los bolsillos de los españoles el próximo otoño.

La electricidad, disparada. Después de varios meses de calma, en parte gracias al tope al gas vigente en España y Portugal, ni siquiera la conocida como “excepción ibérica” ha evitado que la subida internacional de los precios de la electricidad haya encarecido la factura de la luz en nuestro país hasta alcanzar, de nuevo, máximos históricos.

¿Los motivos de este encarecimiento? Nuevos cortes del gas ruso, la baja producción hidroeléctrica como consecuencia de la sequía y la caída de la producción eólica, que siempre alcanza mínimos en verano. Y, también, el recargo por el tope del gas que están introduciendo todas las eléctricas en los nuevos contratos, como explicamos en Xataka.

Esto ha hecho que la luz haya alcanzado este martes el tercer precio más alto de su historia en España, y nada parece indicar que esa escalada vaya a remitir a corto plazo. Este repunte eléctrico ha sido tal que incluso está afectando a la bolsa española, el Ibex35, donde Iberdrola superó el lunes a Inditex como la mayor empresa cotizada por unas horas.

Efecto dominó. Así pues, el nuevo encarecimiento de la electricidad está volviendo a tener un efecto dominó en casi todos los productos, como ya ocurriese con los carburantes o con la propia luz hace unos meses. Porque la subida del precio de la energía aumenta los costes de producción y almacenamiento de muchos bienes y de ejecución de muchos servicios, y eso se acaba trasladando a los consumidores.

El propio INE, en su nota sobre la evolución del IPC publicada ayer, destaca el aumento de los precios de la electricidad, la alimentación, la restauración y los paquetes turísticos durante el mes de agosto. Y los dos primeros, al ser bienes básicos, son los que pueden dejar en anecdótica la ligera bajada de la inflación de agosto si, como parece, continúan con su escalada en septiembre.

El Gobierno sí es optimista. El Gobierno, sin embargo, considera que este es el principio de la estabilización de la inflación. La ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha dicho en una entrevista en Televisión Española que la subida de los precios ha empezado a desacelerarse gracias a los paquetes de medidas del Ejecutivo y que seguirá esa senda de descenso en los próximos meses. En lo que se refiere a la subida del precio de la electricidad, Calviño reconoce el problema, pero asegura que, gracias al tope del gas, sus efectos serán mucho menores de lo que se espera.

Imagen | Andrey Metelev