Hace tan sólo unos días se notificó la aparición de un brote de hepatitis aguda grave de origen desconocido en niños en el Reino Unido y ya se han detectado cinco casos en nuestro país. La hepatitis es una inflamación del hígado y puede ser aguda (cuando es limitada en el tiempo) o crónica.
En nuestro medio, las hepatitis agudas suelen ser producidas por virus y son relativamente poco frecuentes en niños. Además, muchas veces cursan de forma asintomática o muy leves, pudiendo incluso pasar inadvertidas. Sin embargo, un pequeño porcentaje pueden ser graves y requerir ingreso hospitalario e incluso trasplante hepático.
¿Por qué se produce la hepatitis?
La causa más frecuente en niños de las hepatitis agudas es una infección vírica. Existen virus hepatotropos, es decir, que sólo afectan al hígado. Se llaman virus de la hepatitis A, B, C, D, E y G. Existen también otros virus que, aunque afecten a otras partes del cuerpo, pueden afectar en ocasiones al hígado, como el citomegalovirus, virus de Epstein Barr, Herpes simple…
Aunque con frecuencia se emplea el término hepatitis aguda es sinónimo de hepatitis vírica, existen otras causas de afectación del hígado menos frecuentes como las bacterias y los parásitos, los medicamentos, los tóxicos (como el alcohol) y las hepatitis autoinmunes. Dentro de las intoxicaciones, la más frecuente en niños es por paracetamol.
También hay otras enfermedades como la celiaquía o enfermedades reumáticas en las que puede haber afectación del hígado.
Por último, existe un porcentaje bajo de inflamaciones hepáticas en las que se puede identificar la causa. Como hemos comentado, recientemente se ha detectado un aumento de casos de hepatitis aguda grave en Reino Unido y se han notificado algunos en España y otros países europeos también, cuya causa, por el momento, desconocida.
¿Son frecuentes las hepatitis en niños?
En nuestro medio, las hepatitis son poco frecuentes en los niños.
Las hepatitis víricas son las más frecuentes. Dentro de ellas, la A es la más frecuente en la infancia en nuestro medio, aunque han disminuido mucho los casos debido a las mejoras en las condiciones socio-sanitarias e higiénicas; en general produce muy pocos síntomas y se resuelve sin tratamiento en unas semanas. En nuestro país, se estima una prevalencia del 5% en niños y 15% en adolescentes.
Con la introducción de la vacunación a todos los niños frente al virus de la hepatitis B, esta hepatitis es casi excepcional en niños en España. También la hepatitis C es poco frecuente, aunque preocupa pues puede cronificarse.
Las hepatitis bacterianas y parasitarias son excepcionales. Las hepatitis por medicamentos, en cambio, han ido en aumento, probablemente porque se consumen más fármacos.
Síntomas de la hepatitis en niños
Los síntomas de la hepatitis pueden ser muy variables. En niños frecuentemente cursan de manera asintomática o con síntomas inespecíficos.
En el otro extremo, y mucho más raras (menos del 1%), están las formas fulminantes, que pueden requerir trasplante hepático e, incluso, causar la muerte.
Un bebé o niño con hepatitis puede presentar:
- Síntomas inespecíficos: cansancio, malestar, fiebre (en las víricas)
- Síntomas digestivos: pérdida de apetito, náuseas y vómitos, diarrea y estreñimiento
- Síntomas más específicos de afectación del hígado, como ictericia (coloración amarilla de piel y mucosas), orina oscura o deposiciones con poco color.
En algunos casos, la hepatitis aguda no se cura y el virus permanece mucho tiempo (años) en el organismo. En esos casos, decimos que se cronifica y hablamos entonces de hepatitis crónica. Dentro de las hepatitis víricas, sólo la B, la C y la D pueden cronificar. En nuestro medio, prácticamente todas las hepatitis crónicas víricas son debidas al virus de la hepatitis C.
¿Cómo se diagnostica la hepatitis?
Podemos sospechar una hepatitis por los síntomas que presenta el paciente y la exploración física (ictericia, en ocasiones podemos palpar un aumento del tamaño del hígado…).
En la analítica de sangre se verá un aumento de transaminasas, unas enzimas del hígado que aumentan cuando el hígado se inflama. También pueden realizarse serologías y pruebas de imagen.
Tratamiento de la hepatitis
En las hepatitis, el tratamiento será diferente en función de la causa que las origine.
Las hepatitis víricas no tienen un tratamiento específico. Pueden usarse analgésicos y antitérmicos si es necesario, evitando aquellos que puedan causar toxicidad al hígado. En caso de cansancio excesivo, será necesario hacer reposo. En general no se precisa hospitalización ni seguimiento estrecho salvo que se trate de una hepatitis fulminante. Únicamente la hepatitis C que no remite podría tratarse con interferón.
Si se trata de una hepatitis secundaria a fármacos, deberá retirarse el fármaco o ajustarse la dosis. En algunos casos hay fármacos específicos, como en la intoxicación por paracetamol en la que puede administrarse su antídoto, N-acetil-cisteína.
Las hepatitis fulminantes frecuentemente acaban precisando un trasplante hepático.
¿Cómo se previenen las hepatitis?
Las hepatitis A y E se transmiten por la llamada vía fecal oral, a través de agua o alimentos contaminados con heces que contengan el virus. Por tanto, en su prevención es fundamental la higiene de manos y debemos tener especial cuidado con el cambio de pañales de los más pequeños. Además, existe una vacuna frente a la hepatitis A, aunque en nuestro medio sólo se administra a población de riesgo.
Las hepatitis B, C y D, en cambio, se transmiten por vía parenteral, a través de la sangre y otros fluidos corporales. Gracias a la vacunación a todos los bebés frente a la hepatitis B, esta infección es muy poco frecuente en nuestro medio. En cuanto a la hepatitis C, para la que no se dispone de vacuna, la forma de adquirirla más frecuente en la infancia es durante el embarazo o parto de madres infectadas.
Ninguna de las hepatitis contraindica la lactancia materna.