Mi compañera Esther ya nos enseñó a preparar unas ricas y populares galletas francesas, las petits beurres, pero no son las únicas pastas que nos ofrecen nuestros vecinos. Si buscas una receta más rápida de galletas, estas palets bretons cumplirán sobradamente cualquier expectativa.
Como tantas especialidades dulces de Francia, estas galletas destacan por el uso de la mantequilla, por lo que siempre recomiendo usar una de buena calidad. Son originarias de la Bretaña y se distinguen por la forma redondeada, su textura suave y el toque salado que potencia el sabor de la mantequilla. Lo bueno de esta receta es que es muy rápida, no necesita reposo en frío, y se consigue mantener la forma de disco al hornearlas en moldes para magdalenas.
Precalentar el horno a 180º C y preparar una bandeja o moldes de muffins. Mezclar en un recipiente la harina con la levadura, la sal y el azúcar. Añadir las yemas de huevo y la mantequilla troceada. Mezclar todo junto, a mano o con las varillas de una batidora, hasta conseguir una masa homogénea. Si estuviera demasiado seca, añadir una o dos cucharadas de agua.
Dividir en unas 30 porciones del mismo tamaño y amasar ligeramente cada una. Formar pequeñas bolas y aplastarlas un poco con la mano para darles forma de disco. Se pueden colocar en el fondo de las cavidades de un molde de magdalenas o muffins engrasado, para que conserven mejor su forma, ya que de otro modo se expandirán en el horno y puede que pierdan altura.
Mezclar la yema de huevo extra con un poco de leche, batir y pincelar la parte superior de cada galleta. Hornear durante unos 12-15 minutos, hasta que estén ligeramente doradas. Esperar un par de minutos antes de colocarlas en una rejilla para que se enfríen completamente. Dejar que enfríe el molde antes de reutilizarlo.
Con qué acompañar las galletas palets bretons
Estas galletas bretonas son una delicia ya desde que salen del horno, pues inundan la cocina de un irresistible aroma. A mí me gusta mucho tomarlas después de comer con el café, o a media tarde junto a una taza de té o un vaso de leche fresca. Gracias a su grosor se pueden mojar sin problemas, aunque son de textura muy suave y están deliciosas por sí solas.
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