Cómo hacer mermelada casera de melocotón, receta sencilla y básica para alegrar desayunos y meriendas

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Con estas cantidades saldrán unos 4-6 tarros, dependiendo del tamaño que tengan. Es conveniente comenzar lavándolos bien y esterilizándolos en el horno a 100º C o hirviéndolos en agua, incluyendo las tapas.

El primer paso es lavar, pelar y trocear los melocotones, retirando el hueso, procurando no desperdiciar nada de su jugosa pulpa. Deben ser ejemplares sin daños, en su punto de maduración pero sin pasarse, jugosos y muy aromáticos, que sean dulces por sí mismos. Pesar ya preparados hasta obtener, aproximadamente, un kilo y medio de fruta.

Colocar en una olla grande, preferiblemente de fondo grueso, y añadir el azúcar. Remover bien y dejar unos 10 minutos para que el azúcar se empiece a disolver con los jugos de la fruta. Añadir el zumo de limón, remover y poner al fuego. Colocar un plato pequeño en el congelador para comprobar después el punto de espesor.

Llevar a ebullición, bajar la temperatura y mantener una cocción suave. Remover constantemente con suavidad, retirando la espuma que pueda salir. Continuar cociendo unos 30-45 minutos; dependerá del punto de los melocotones y la potencia del fuego.

Cuando estén muy tiernos y casi deshechos, triturar si se desea con una batidora de brazo -minipimer-, dejando trozos de fruta más enteros al gusto. Probar el punto echando una cucharadita en el plato congelado; pasados unos segundos debería estar espesa. Devolver al fuego si fuera necesario para cocer y reducir unos minutos más.

Proceder a envasar según el método habitual que sigamos en casa, o según se describe aquí. Si queremos conservar los tarros durante meses en la despensa tendremos que volver a esterilizarlos una vez llenos hirviéndolos en agua durante unos 30 minutos, procurando que haya hecho efecto vacío.

Mermelada de Melocoton. Pasos

Mermelada de Melocoton. Pasos

Con qué acompañar la mermelada de melocotón

La mermelada de melocotón es una de las más clásicas de desayunos y meriendas, deliciosa simplemente acompañando un buen pan, sola o con mantequilla, incluso hace una gran pareja con quesos frescos y cremosos. Además es perfecta para rellenar pasteles y galletas, glasear frutas en tartas o dar brillo a otros dulces. Y también se puede emplear en platos salados, particularmente en marinados y salsas para carnes, sustituyendo a la de albaricoque sin problemas.