‘Falcon y el Soldado de Invierno’ es una serie que ha explorado mucho el legado de Steve Rogers como Capitán América. Desde la decisión de Sam Wilson (Anthony Mackie) de entregar el escudo hasta la elección del Gobierno de Estados Unidos de John Walker (Wyatt Russell) para suceder en el puesto a Steve Rogers (Chris Evans). Eso ha llevado a que sea una serie sobre un momento marcado por la indecisión en el Universo Marvel, algo que ha llegado a su fin con el estreno de su cuarto episodio.
Es cierto que la serie de Disney+ ya elevó la intensidad la semana pasada en términos de violencia, pero había algo en ella que le restaba contundencia, ya que daban la sensación de ser fruto en realidad de un peligro intrascendente que los protagonistas iban a acabar superando sí o sí. ‘El mundo nos observa’ ha cambiado eso con un tramo final que supone un antes y un después para ‘Falcon y el Soldado de Invierno’.
Cuidado con los SPOILERS del episodio de aquí en adelante
Aclarando el panorama
El gran eje de ‘El mundo nos observa’ ha sido ver si era posible encontrar un entendimiento entre los buenos y los malos. Es cierto que la serie ha vuelto a adolecer ahí de unos guiones poco inspirados a la hora de abordar los temas de la serie, pero la charla entre Sam y Karli (Erin Kellyman) sí ha servido para convencer al espectador de que, en realidad, sus posturas son mucho más cercanas de lo que parecía en primera instancia.
Ahí es cuando han reaparecido los fantasmas del pasado con las dudas de Sam para convertirse en el sucesor de Steve, ya que él si parecía tener la mano izquierda suficiente para encontrar una solución pacífica al conflicto, siendo la entrada del nuevo Capitán América la que ha llevado la situación a un punto de no retorno. Primero incumpliendo su promesa de dejar que Sam lidiara con la situación a su manera y más tarde con dos decisiones que dejan claro que no está a la altura de lo que exige su posición.
No obstante, antes de irnos directos al final del episodio, de largo lo mejor de ‘El mundo nos observa’, me gustaría destacar una vez más las aportaciones de Daniel Brühl a la serie. Es cierto que su Zemo se ha sentido muy diferente a la encarnación del personaje que vimos en ‘Capitán América: Civil War’, en parte por la necesidad de rebajar su condición de amenaza en beneficio de verle como un activo para nuestros protagonistas.
Eso ha llevado a que su personaje oscile entre lo serio y lo humorístico, un cóctel que podría haber salido muy mal pero que ha sido una de las principales virtudes de la serie hasta ahora. Y es que sigue siendo alguien del que no te puedes fiar nunca del todo, pero su presencia en ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ ha sido valiosa, quedando en el aire un futuro que todo apunta será esclarecido en ‘Black Panther 2’.
El cambio de John Walker
Sin embargo, la gran duda que deja el episodio es qué será exactamente ahora de John Walker, porque cualquier posibilidad de que sea un Capitán América a la altura ha desaparecido por completo, primero con la muerte de Lemar (Clé Bennett) y después con la ejecución a sangre fría de uno de los aliados de Karli. Ya sabíamos por los cómics que no era trigo limpio, pero un momento tan definitivo en una serie precisamente marcada por las dudas era lo que necesitaba la serie para dar ese salto adelante que tanto se le resistía.
Esa imagen del Capitán América con el escudo ensangrentado con una muchedumbre aterrada a su alrededor marca el inicio del fin del camino y el nacimiento de un villano. Lo curioso es que la serie era tan consciente de la importancia de estos últimos minutos que incluso se permite detener una batalla cuando ha quedado claro que algo grave ha sucedido realmente en esa batalla campal, probablemente sabedores de que la violencia tiende a ser un tanto inocua en el Universo de Marvel.
Ya no es solamente que sirva para ilustrar el paso al lado oscuro del personaje de Walker, pues lo que también hace es terminar de dejar claro que los que parecían los villanos no lo son tanto. Eso es algo que los guionistas de la serie ya habían intentando subrayar a través de los diálogos en esa conversación previa entre Karli y Sam, pero suele decirse que una imagen vale más que mil palabras y aquí tenemos una nueva demostración de ello, tanto en términos de realización como por la gran interpretación de Russell.
De esta forma, el episodio ha tenido una progresión más coherente que los anteriores, sabiendo como ir de menos a más de forma lógica y consecuente con lo que se estaba contando. Sigue sin volverme loco la serie, porque visualmente tiene fuerza, pero en lo narrativo estaba siendo ligeramente frustrante. Al menos hasta ahora, porque esto era lo que hacía falta para que dejasen de marear la perdiz y lo diesen todo en los dos últimos episodios de la serie.