‘This Is Us’ revisa su pacto con el sueño americano en una sensible e interesante temporada 3

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Desde su propio título, ‘This Is Us’ marca su sentido y esencia. La serie creada por Dan Fogelman, al igual que ‘Nosotros‘ (‘Us’), se aprovecha del pronombre anglosajón «us» y su correspondencia con las siglas de United States (U.S.), juego intraducible al castellano, para reflexionar sobre el American Dream y la sociedad estadounidense.

A diferencia del film de Jordan Peele, Fogelman no está interesado en repensar desde un punto de vista crítico su contexto, sino que busca continuamente la conciliación entre sus personajes y el lugar que ocupan en la sociedad. No hay más que recordar el mantra de Randall, el hermano Pearson adoptado y cuya desracialización -debate compartido entre ‘Nosotros’ y ‘This Is Us’– es tema central durante la tercera temporada de la serie: quien trabaja duro tiene «la casa grande y el coche lujoso».

Bajo esta continua búsqueda de catarsis, la narrativa partida en varios tiempos también permite pensar en la actualización de los temas de la serie: raza, adopción, trastornos mentales, familia, masculinidad o normatividad. El tratamiento de los mismos, siempre desde el prisma de la conciliación, evoluciona en función de la línea temporal que ocupa, una enriquecedora apuesta lastrada por el exceso de giros dramáticos en la serie (disponible en Amazon y Fox).

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Eso sí, que ‘This is us’ tenga la conciliación como premisa fundacional no quiere decir que la serie sea acrítica. De hecho, la reflexión que plantea la ficción va más allá del mero debate, pone en cuestión y discute la condición de la clase media americana, los problemas contextuales de la progresía yanqui en el turbocapitalismo y, en especial, el fantasma del sueño americano, que, en esta tercera temporada se cuestiona con particular insistencia a través de una de las grandes rupturas del triunfo estadounidense: Vietnam.

Atención: a partir de aquí hay SPOILERS de la tercera temporada de ‘This is Us’. No sigas leyendo si aún no la has visto.

Vietnam y los padres terribles

This Is Us 3

This Is Us 3

Durante las dos primeras temporadas de ‘This is us’, Jack Pearson fue el pivote central de la serie. Su ausencia, su marca en el resto de personajes y su -peligrosa- idealización acapararon los focos hasta la traumática muerte del personaje en uno de los habituales giros trágicos de la serie.No así ocurre durante esta tercera temporada, donde el personaje al que interpreta Milo Ventimiglia comienza a perder el aura divina que ha portado.

La serie recuperaba en sus inicios el tono de la sitcom primigenia, donde, como reflexiona Jordi Costa en ‘Hacia los padres terribles’ –ensayo incluido en ‘Sitcom: La comedia en la sala de estar‘– el padre es el «centro moral de un universo familiar idealizado». La narración expone, primero, los inicios del romance entre un joven Jack y Rebecca (Mandy Moore), así como la estancia del Pearson paterno en Vietnam, en una recuperación que ahora deja de ser un secreto a voces y se cristaliza.

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De hecho, traer a la primera línea un evento silenciado por el padre se convierte en el interés central de Kevin Pearson (Justin Hartley), en una nueva herencia del hijo asfixiado, otra vez, por el legado paterno. Después de ser endiosado y calificado de superhéroe, por fin llegan las trazas de complejidad de un personaje que, viviendo desde el recuerdo, ha sido divinizado hasta la bondad y entrega máximas.

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Pero la doble cara de esa memoria engañosa, explícita en el capítulo ‘Songbird: Parte Dos’, en el que Kate (Chrissy Metz) y Randall (Sterling K. Brown) vuelven al antiguo hogar en busca del recuerdo perdido, atesorando cada uno un momento diferente, se cristaliza a lo largo del drama de Vietnam. Ahí se muestra la peor cara de un personaje, por fin, humanizado.

Al fin el pater familias de clase media, figura endiosada, confronta también la ira de su condición obrera, representación también reseñada en el texto citado a través de Ralph Kramden, el padre de la sitcom ‘Los recién casados‘ (‘The Honeymooners’). La ambivalencia de la figura de Jack Pearson desvela la fractura del sueño americano, lleno de pistas que anunciaban el colapso de este costumbrismo, ahora en primer término.

El desarraigo racial en la actual U.S.

No será Vietnam el único conflicto sociológico que trate ‘This is us’. La condición de clase y raza, fundamentales para el personaje de Randall Pearson, son ahora cimientos de la serie. La continua confrontación del ciudadano americano, incapaz de conciliar sus aspiraciones, su descubrimiento personal, su familia y su condición racial flotan en la ficción como las problemáticas principales de este arco de evolución.

This Is Us 5

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Randall es la viva imagen del «hombre blanco salvador», síntoma heredado de un padre asumido como todopoderoso y también de la asunción de la vida de una familia blanca. De ahí la intención del personaje en convertirse en concejal por Filadelfia, lugar en el que ni siquiera vive y que sólo conoce de pasada, algo reprochado continuamente por quienes se acercan a él.

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Juega aquí un papel fundamental Déjà (Lyric Ross), la joven adoptada por el matrimonio, que pone en primer término las disonancias de la población negra inserta en lo blanco, con una desconexión que es natural para Randall -así lo ha experimentado durante toda su vida- pero para ella no. La joven termina siendo nexo de unión entre un hombre de mediana edad desracializado y un contexto que desconoce, evidenciando las carencias por el desarraigo de su comunidad.

‘This is us’ tampoco pierde tiempo para lo didáctico, expresado aquí a través de Zoe (Melanie Liburd), pareja de Kevin durante esta temporada. Un drama similar al de su hermano le ocurre al actor, que decide, ávido de interés, rastrear las migas de pan que su padre dejó en Vietnam. En este viaje estará acompañado por una fiel compañera que, además, enseñará con paciencia al perfecto estereotipo de hombre blanco de clase media-alta a entender la opresión a la que es sometida la población negra.

‘This Is Us’: en busca del nuevo sueño americano

This Is Us 6

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Parece sintomático que, a pesar de que la mayoría de hombres de la serie no son violentos y tienen conductas que les igualan a sus compañeras, no haya ningún personaje femenino principal, a excepción de Beth (Susan Kelechi Watson), que tenga una trama no supeditada a lo masculino.

El arco de Kate está delimitado por su embarazo y su relación con Toby (Chris Sullivan), Rebecca está condenada al yugo de los fantasmas del pasado con Jack, y Zoe se encuentra doblegada en una condición casi maternal a su pareja. Incluso Beth, la única en cuyos anhelos profundiza la serie y que lucha por sus sueños, se ve subyugada a un continuo sacrificio que se materializa en una decisión clave: para que su marido no deje su labor política, se mudarán a Filadelfia y ella comenzará de cero como profesora de baile.

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Esta sutil negación a los personajes femeninos, que no parece intencionada sino sistémica, desvela el preocupante problema de fondo de ‘This is us’: el sueño americano aún no es para las mujeres. Ocurre con la serie de Dan Fogelman que el desarrollo buenista y lacrimógeno de sus tramas empañan los conflictos con los que la ficción lidia continuamente, mejor o peor en según qué casos.

Al final, las interesantes revisiones y reflexiones que insisten en una idea de nación diferente como alternativa a Donald Trump hacen de ‘This is us’ un llamativo producto que, a veces, parece una película de Richard Curtis y, otras, un cóctel molotov cuya llama nunca termina de prender.