Por qué el cine aún no ha sido capaz de plasmar la emoción del fútbol en una gran película

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Desde que empezó el Mundial de Rusia no dejo de plantearme una vieja cuestión que suele venirme a la cabeza cada vez que veo un gran partido: ¿por qué aún no se ha hecho una gran película sobre fútbol? Quizá en Hollywood no lo terminan de entender y no sienten la pasión suficiente para rodar algo emocionante, pero tampoco en otros países han estado más afortunados.

Hace poco quisimos ofrecer una lista con las mejores películas relacionadas con este deporte y nos dimos cuenta enseguida que casi todo lo que se ha hecho es bastante mediocre y olvidable. Hay clásicos o títulos populares a los que podemos tener cariño, y algún drama logrado como ‘The Damned United’, pero cuando comparas su retrato del balompié con un auténtico partidazo, no hay nada que se le parezca.

El problema de capturar la emoción de un gran partido

Quizá uno de los grandes problemas está en el propio juego: no se presta fácilmente a ser contado en una película de dos horas (más o menos). A diferencia de otros deportes como el baloncesto o el tenis, la emoción de un partido puede prolongarse durante todos y cada uno de sus 90 minutos (incluso más, si hay prórroga o penaltis) y no puedes partirlo en pequeñas jugadas cortas donde pase algo fuera de lo corriente como una canasta o un saque directo.

Si lo haces, te cargas la emoción del momento, de todo lo que ha venido antes. Y sí, tienes una escena bonita o un gran gol, pero no estás capturando todo lo que está pasando ahí. Hay jugadas rápidas que pueden durar segundos pero otras pueden necesitar más tiempo y es necesario para ir creando la tensión previa al gol, el penalti, el fallo clamoroso o la parada milagrosa del portero. Cuando ves un gran partido, no se limita a 22 jugadores y un balón: hay mucho más.

El drama lo es todo: dentro y fuera del campo

Para crear la tensión necesaria necesitas el drama. Preparar bien la previa del partido, contar (y exagerar) todo lo que está en juego y dar la sensación de un evento épico. Lo he estado pensando mucho en estas últimas semanas y creo que esta es la clave de una buena película de fútbol, y a la que no se le ha prestado la suficiente atención. Si no nos venden bien el partido, por qué es tan importante, no nos vamos a meter en él por mucho que jueguen grandes estrellas.

Pocas escenas más emocionantes que la de un jugador llorando tras un partido donde lo ha dado todo por su equipo. Incapaz de reprimir las lágrimas porque, a pesar del esfuerzo y la preparación, no se ha podido ganar. Te parte el alma. Conectas con su drama personal. Quizá el jugador siente que ha decepcionado a sus aficionados, y aunque haya cometido un gran error, se lo disculpas (luego igual te ríes con los memes en las redes sociales, pero en ese momento le perdonas de corazón).

También ayuda ver las reacciones del público. Ya sea en el estadio o frente a una pantalla de televisión, nos metemos en el partido cuando vemos a los demás animando con ilusión a su equipo, opinando sobre cuál debería ser el once, sufriendo por las patadas que da el equipo contrario, insultando al árbitro, exigiendo un penalti, celebrando un gol, festejando una victoria o llorando una derrota. En definitiva, la emoción y el drama tiene que vivirse dentro y fuera del campo.

Hay que elegir una historia: un partido, un equipo o un jugador extraordinario

La única solución es elegir una buena historia muy concreta para construir el drama en torno a ella. Lo más fácil es tirar por un jugador fuera de serie, y se cuenta su vida a modo de biopic, pero esto tiene un par de problemas importantes: necesitas a un actor para hacer del jugador, y no va a ser lo mismo (sobre todo cuando esté en el campo); y la emoción se centra en ver cómo triunfa el protagonista, con lo cual te desvías de la emoción de un gran partido.

Optar por seguir la trayectoria de un equipo que hizo historia durante una temporada memorable, pero nos encontramos con los dos mismos problemas básicos de antes. A menos que lo centres todo en un partido. Tanto si el enfoque es contar los logros de un jugador como los de un equipo, creo que al menos el tercer acto y el climax, deberían girar en torno a un partido decisivo donde todo está en juego.

Un enfoque muy interesante sería contar el torneo de un equipo que hizo algo extraordinario. Habría un abanico de personajes en los que centrarse, y la cámara podría capturar algo más que el juego, como las historias personales de los jugadores o el entrenador lejos del terreno de juego pero que afectan a su desempeño o su concentración (polémicas, sueldos, fichajes, lesiones, la prensa dando caña). Y la última parte podría ser la final, recreando la emoción de los jugadores, de su entorno y de los fans.

La crueldad del fútbol

Y si al final se pierde, a pesar de todo, pues no pasa nada. Tu equipo ha luchado, ha podido ganar hasta el final, pero no ha podido ser. Por mala suerte, por un gol imparable, por un penalti que dio en el palo. Casi mejor para la película. Más drama. El mensaje de que lo importante era el viaje, estar ahí, pelearlo, vivirlo al máximo, pasarlo bien. Y el resultado es lo de menos. El fútbol, como la vida, puede ser muy cruel.

En este mundial también estamos viendo muchas de las historias tristes, injusticias y tragedias que se suceden constantemente en el mundo del deporte. Grandes jugadores que no tienen suerte y se marchan a casa con el amargo sabor de la derrota. El VAR está ayudando al arbitraje pero aun así se toman decisiones injustas que perjudican a algún equipo. Y luego están las lesiones que dejan fuera de un mundial o de una final, es también una de esas crueldades habituales del fútbol.

Para la acción en el campo no hacen falta actores (en serio)

Uno de los grandes problemas en la mayoría de películas en que se empeñan en que los actores hagan de futbolistas, y queda mal. No resulta verosímil. Los defensas dejan pasar a los delanteros, los regates no se sienten auténticos, los remates parecen más propios de ‘Oliver y Benji’… Lo ideal sería contar con actores para las escenas dramáticas fuera del campo y especialistas, profesionales, para recrear lo más fielmente posible el fútbol, con la ayuda de los efectos visuales para asegurar que el balón va donde debe ir.

Por otro lado, ya hemos comprobado que a muchos futbolistas se les da bien la interpretación. Se «tiran a la piscina» para provocar penaltis y tarjetas, o se retuercen de dolor sin que haya motivo. Quizá no sea tan complicado que hagan escenas dramáticas sin balón…

La guinda: un locutor apasionado y un Camacho para el cachondeo

Ver el fútbol es también escuchar la narración del partido. Los locutores y comentaristas son parte del espectáculo, y hay de todo. Es un tópico que los mejores están en la radio y desde luego si no tienes problemas de corazón, si no temes un infarto, y no se pasan colando publicidad, puede ser una buena opción. La pasión y la emoción que le puede poner un buen locutor, gritando un gol importante, es impagable. La piel de gallina.

Pero, ¿y las risas que nos estamos echando con Jose Antonio Camacho? Sus intentos por aportar opiniones de veterano experto que sabe perfectamente lo que está pasando, que entiende a cada jugador y lo que hay que hacer en todo momento. Como un buen «cuñado» en la barra del bar. Eso también me parece impagable. Lo ideal sería una combinación: alguien experto, alguien apasionado y alguien para el cachondeo involuntario. Sumado a los elementos que he comentado antes, sería la guinda de una gran película que capturase toda la esencia del fútbol.

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