‘La casa de las flores’: la serie de Netflix se despide con una temporada final satisfactoria pero irregular

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La familia De la Mora se ha ido. Hace unas semanas, Netflix emitió la tercera y última temporada de ‘La Casa de las Flores‘, la telenovela satírica creada por Manolo Caro y que seguía las desventuras de una familia bastante peculiar.

Decía María en su crítica del comienzo de temporada, que estos nuevos episodios tenían una deuda que pagar: la de recuperar el espíritu de la temporada 1 y que perdió en la 2. Y se nota el intento de Caro por reconducir la serie. Sin embargo, a mi juicio, lo logra solo a medias y demasiado tarde.

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Una mirada a los orígenes gradual

El guion de Caro opta por no volver abruptamente ni deshacer lo caminado sino por ir girando poco a poco y plantarnos un montaje paralelo entre la juventud de Virginia de la Mora (Isabel Burr) en los años 70 y sus coqueteos con la cultura queer mexicana y el intento por reencarrilar sus vidas por parte de Paulina (Cecila Suárez) y sus hermanos.

Lo comentaba el otro día con el resto del equipo de Espinof: ‘La casa de las flores’ es una de esas series idóneas para ver mientras comes, planchas o, simplemente, para ver en maratón con los colegas comentando la jugada. Una cualidad que no la hace peor o mejor, simplemente la coloca en una liga distinta y agradecida.

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Porque es eso lo que mejor define a ‘La Casa de las flores’: una evasión proporcionada por lo estrafalario, lo colorido y lo divertido de las vivencias de la familia De la Mora y sus allegados. Ese es el espíritu y a lo que aspira esta última temporada. Pero todo lo patas arriba que quedó la serie al final de la segunda tanda de episodios hace que el regreso a ello sea muy accidentado.

Desconectando de los personajes

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Hay una cuestión vital con todas las series, sobre todo con las que duran más de una temporada, que es cuánto logras implicarte con los personajes. No es tanto una cuestión de trama física, de lo que les pasa o cómo pasa, ya que en el fondo estamos hablando de una telenovela cómica con la que tenemos asumidos ciertos comportamientos y giros.

Es el nivela al que logramos conectar con los personajes y si nos creemos o no lo que les pasa. Así que nos encontramos con que lo que ya no comprábamos en torno a la familia De la Mora el pasado agosto, siguen ahí y va a costar deshacerse de ello. Lo pueden camuflar, lo pueden ir «desescalando» pero al tardar, lógicamente, en hacerlo la sensación es insatisfactoria.

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Pero esto no implica que no haya momentos divertidos y escenas memorables. Los hay. Sigue siendo estupendo ver a Paulina o el binomio formado por los personajes de Paco y María León. La incorporación de la abuela (Isela Vega) como «villana» ha sido bastante inspirada (a pesar de que se puede tener desencuentros justificados con ella).

En defintiva, esta temporada final de ‘La Casa de las Flores’ ha proporcionado una inspirada despedida de la serie logrando cerrar de manera satisfactoria las andanzas de la familia. No llega a los buenos momentos que nos brindaron en sus inicios pero sí que ha logrado seguir siendo un divertimento eficaz.