‘Industry’: la nueva serie de HBO es una templada crónica de colisión generacional en el mundo de las finanzas

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Una de las cosas que más me gusta de cuando la sinopsis corta de una serie se limita a un par de frases es esa incertidumbre sana que surge. A veces para mal, pero otras veces para bien. Yo reconozco que no tenía nada claro lo que me iba a encontrar con ‘Industry‘, la nueva serie que HBO España estrena hoy.

La serie venía con el aval de que su primer episodio estaba dirigido por Lena Dunham, creadora de ‘Girls‘, pero más allá de eso poco más tiene que ver con la serie excepto por el hecho de querer retratar a una generación en su incorporación al despiadado mundo empresarial y, más en concreto, a la banca.

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Mickey Down y Konrad Kay, responsables de ‘Tú, yo y el apocalipsis’ el primero y ‘Hoff the record’ ambos, nos trasladan a las oficinas de Pierpoint & Co. uno de los bancos londinenses más prestigiosos. Ahí llegan un grupo de jóvenes que se encuentran compitiendo por puestos indefinidos mientras sus jefes, con recelo, les acogen en sus equipos sabiendo que algún día puede que les sustituyan.

Todo esto desde los ojos de Harper (Myha’la Herrold), una talentosa neoyorquina a través de la cual conoceremos la cultura empresarial de esta empresa. El reparto principal se completa con Marisa Abela, Harry Lawtey, David Jonsson y Nabhaan Rizwan, como los jóvenes aspirantes, y Conor MacNeill, Freya Mavor, Will Tudor y Ken Leung como sus managers.

Ok boomer

A lo largo de sus ocho episodios —de los cuales he podido ver la mitad— la cámara no se aleja del punto de vista de estos jóvenes recién licenciados. Y con ellos llega su visión de las contradicciones de la banca y su crudeza («no debemos nada a nuestros clientes» se llega a decir en un momento dado). Unos jóvenes que en vez de encontrarse con meritocracia se encuentran con un sistema jerárquico en el que es muy difícil destacar. Sobre todo si otros se llevan el mérito.

Más que negocio es, como bien dice el título, industria. Una cadena de montaje de ventas y operaciones bursátiles donde quemar «operadores rasos» a ritmos vertiginosos. Es, en cierta medida, la visión de una generación que quiere comerse un mundo manejado por la anterior y creado por los antecesores de estos. Ese conflicto generacional del «ok, boomer» que en realidad sería un «ok, gen-X».

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‘Industry’, eso sí, no tiene muchas ganas de hacer un retrato optimista ni del mundo empresarial ni de los jóvenes que intentan acceder al mercado laboral. La serie se detiene en las luces y sombras de una generación mientras madura a marchas forzadas para encontrar su lugar en el mundo «de los mayores».

Navega por drogas, sexo, un ambiente laboral sexualizado, la toxicidad que puede haber en las mesas de trabajo y en las oficinas de lo de arriba escrita por dos guionistas que algo de experiencia tienen en este mundillo. Por ello el guion de la serie se detiene bastante en desgranar, socialmente, lo que ocurre detrás de la fachada de los imponentes rascacielos.

Televisión de prestigio, pero sin ser prestigiosa

Industry Imagen

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Más cercano a un slice of life bursátil que a otra cosa, nos encontramos con una olla de presión en el que meter muchísimos temas continuamente, como el de la diversidad sexual/género/racial y cómo usarla en beneficio de la empresa. Al igual que cuando salimos los compañeros de trabajo a tomar algo y hablamos de cosas relacionadas con él, prácticamente no hay un solo diálogo o una sola escena en el que haya una desconexión real con el curro.

Y sí, tienen sus escarceos y sus momentos de erotismo, tensión sexual, etc. pero es una mezcla tal de elementos que creo que se queda un poco a medio camino de todo. Da la sensación continua de que le falta dar un paso, o subir un poco los niveles, para que sea una ficción más contundente en un mercado televisivo lleno de ofertas de todo tipo.

A nivel general, ‘Industry’ es sofisticado pero más a un nivel de marca, estético. Es un ejemplo claro de la diferencia entre hacer televisión de prestigio y buena television. Algo que a menudo va de la mano, pero a veces nos quedamos en lo primero.