El rincón de pensar no sirve para educar: nueve alternativas respetuosas que sí funcionan

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El rincón de pensar es una estrategia que consiste en dirigir a los niños hacia un lugar (ya sea de la casa, de la escuela…) en el que deben pensar sobre lo que han hecho (normalmente, una conducta que no ha sido positiva). Es decir, se aplica cuando los niños «se portan mal» y queremos que reflexionen sobre ello.

Sin embargo, como veremos, el rincón de pensar no tiene nada de educativo, y le mandamos un mensaje poco constructivo a los niños con esta práctica. Pero entonces, ¿qué alternativas podemos utilizar, que sí sean respetuosas y educativas? Os damos algunas ideas y explicamos cómo aplicarlas.

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El rincón de pensar: ¿por qué no es educativo?

El rincón de pensar, aunque se plantea en muchos sitios como una estrategia educativa, no tiene nada de educativo. Primero, porque el niño acabará asociando el hecho de pensar y reflexionar con algo negativo, porque le estamos dando esa opción del rincón de pensar como un castigo. Y el hecho de reflexionar nunca debe ser un castigo, sino algo que enseñamos como beneficioso para ellos.

Y por otro lado, porque de esta forma no les acompañamos emocionalmente, solo les transmitimos el mensaje de que «no se han portado bien», pero no les damos alternativas o les ofrecemos un aprendizaje, simplemente les castigamos. Otra cosa sería reflexionar con ellos, sin enviarlos solos a ese rincón. ¿Verdad que la cosa cambia?

Por qué el rincón de pensar no es un método educativo

Además, a través de esta práctica estamos promoviendo en los niños un aislamiento que puede generarles sentimientos de desconexión, vergüenza e incluso humillación.

Y lo que estamos es señalando su «mala conducta», sin tener en cuenta otros factores (es todo lo contrario al refuerzo positivo). Hemos de tener en cuenta también que cuando les hacemos aislarse, les estamos lanzando el mensaje de que deben autorregularse solos, y además, que no pueden contar con nuestra ayuda.

Por otro lado, tal y como explicamos en este post sobre las consecuencias negativas que genera el castigo en los niños, y como ya adelantábamos, el tiempo fuera es en realidad una forma de castigo, que puede generarles a los niños las llamadas cuatro R’s del castigo: resentimiento, revancha, rebeldía y retraimiento.

Cuando enviamos a un niño al rincón de pensar, le estamos dando el mensaje de que pensar y reflexionar es algo negativo, porque lo asocia con un castigo.

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Nueve alternativas al rincón de pensar más educativas y respetuosas

El tiempo fuera positivo

Esta estrategia, alternativa al rincón de pensar, consiste en ofrecerle al niño un tiempo respetuoso de calma, acompañado por un adulto que le guíe y le acompañe (sin sermonearle y evitando anclarse en el error), para que pueda volver a un estado de bienestar emocional en un momento de máxima tensión.

Y desde ese estado de bienestar y calma, se busca que el niño pueda pensar con mayor claridad, buscar la solución al problema y reflexionar acerca de las consecuencias de sus actos. Pero primero, es imprescindible que pueda recuperar el estado de equilibrio y calma, que se autorregule después del momento de enfado o rabia.

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La técnica de la tortuga

Esta técnica de autocontrol, la técnica de la tortuga, puede empezar a utilizarse con niños preescolares, y, en lugar del rincón de pensar, que se aplica después de la conducta «inadecuada», esta está destinada a prevenir estos comportamientos y a promover en los niños una adecuada gestión emocional y conductual.

Para aplicarla, empezamos por contarle al niño el cuento de la tortuga. Te dejamos un vídeo para que puedas conocer la historia:

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Posteriormente le ayudamos a realizar al niño la posición de la tortuga. Se trata de adoptar una postura cerrando  los ojos, pegando los brazos al cuerpo, bajando la cabeza, introduciéndola entre los hombros y replegándose encogiendo las piernas como una tortuga en su caparazón.

La idea es que el niño empiece a aplicar la técnica en situaciones neutras sin esperar a que surjan los enfados. Debe entender que la retirada o repliegue que hace la tortuga cuando se refugia en su caparazón es una respuesta útil para los momentos en que algún estímulo externo hace que se sienta amenazado, o que experimente alguna otra emoción que no sabe gestionar (como la frustración, la rabia…).

Para que el niño la interiorice podemos recurrir al juego. Por ejemplo, al decir «tortuga», el niño debe adoptar esta postura. Le ayudamos a prestar atención a su cuerpo; que pueda notar cómo poco a poco la ira (o la emoción desagradable en cuestión) desaparece. Así, al meterse en su caparazón, evita que las emociones se intensifiquen, y con la práctica acaban disminuyendo por sí solas.

Posteriormente, podrá aplicar la técnica en situaciones que le generan nervios o malestar. Se puede añadir también la relajación muscular progresiva (que el niño aprenda a relajar los músculos de su cuerpo para logar un estado de calma).

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El rincón de la calma

El rincón de la calma lo podemos hacer en casa, y es un espacio físico que tiene como objetivo proporcionarnos bienestar cuando no nos encontremos bien emocionalmente; por ejemplo, cuando estamos cansados, necesitamos desconectar… ¡Y es muy útil también para los niños!

La idea es decorarlo con elementos que nos aporten comodidad física, tales como colchonetas, mantas, cojines, almohadas… También podemos usar materiales que nos ayuden a volver a un estado de calma.

Algunas ideas de materiales son:

Podemos prepararlo junto a los niños y que lo decoren a su manera.

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Los rincones

Es similar a la anterior, pero un poco más específica. Consiste en tener en casa diferentes rincones (o cajas); por ejemplo:

Cuando el niño haya tenido un comportamiento inadecuado, le animaremos a ir a alguno de estos rincones (el que más le guste) para poder calmarse. Acordaremos hablar de lo que ha ocurrido cuando estemos todos más calmados. Lógicamente, si el niño necesita acompañamiento para regularse, se lo ofreceremos, pero sin dejar de fomentar su autonomía cuando él solo pueda.

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Reforzar comportamientos positivos

Cuando aplicamos el rincón de pensar nos fijamos solo en el «mal comportamiento» del niño. En cambio, a través del refuerzo positivo, nos focalizamos en aquellas conductas que sí hace bien, en sus puntos fuertes y fortalezas

Se trata de motivarle y de reforzar todo lo bueno, evitando centrarnos únicamente en las conductas que no son tan adecuadas.

Mindfulness

Existen ejercicios de mindfulness (meditación) para niños. Se trata de ayudarles a poner consciencia y atención al momento presente. Para conseguirlo, deberán aprender a dirigir la atención hacia su respiración, y a relacionarse de forma diferente con sus pensamientos (en lugar de quedarse «enganchados» en ellos, los dejarán pasar, algo que tendrá un impacto positivo para sus emociones).

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Abrazos

No hay nada más terapéutico que un abrazo en un momento de llanto, de enfado o tristeza. Ya hemos hablado en posts anteriores de los beneficios de los abrazos y de su poder restaurativo y reconfortante. Y es que los niños necesitan el contacto humano para aprender y para autorregularse.

Además, abrazar es una forma de decir «estoy aquí, sé que estás en un momento vulnerable y que me necesitas». Por lo que, si tu hijo tiene un mal día, una rabieta… ¿por qué no acompañarle desde el amor, a través de un cálido abrazo?

El método de la rana

El método de la rana fue desarrollado por Eline Snel en su libro «Tranquilos y atentos como una rana. La meditación para niños…con sus padres». Es en un método de meditación sencillo, diseñado para los más pequeños (está pensada para mayores de cinco años).

Su objetivo es enseñar a los niños a tomar conciencia de su cuerpo y emociones para que sean capaces de expresar lo que sienten de manera asertiva; a su vez, les enseña a estar presentes en el aquí y el ahora.

Cconsiste en imitar a una rana; para aplicarla, les explicamos a los niños que se trata de un animal que es capaz de dar grandes saltos, pero también de quedarse quieto durante largos períodos de tiempo, simplemente observando lo que sucede a su alrededor.

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Tiempo de respiro

Se trata de ofrecerle al niño un tiempo para calmarse; le podemos acompañar con algunas estrategias que les ayuden, como: contar hasta diez o hasta cien, hacer tres respiraciones profundas, pensar en palabras que empiecen por la letra A

Se trata de focalizar momentáneamente la atención en otro estímulo que no sea la propia emoción o rabia, con el objetivo de poder relajarse y actuar de forma menos impulsiva y más calmada.

Fotos | Portada (Freepik)

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