Resulta chocante que una joya mayúscula de nuestro cine, considerada una obra maestra del humor negro casi desde su estreno, que no gustó al franquismo pero recibió premios internacionales como el FIPRESCI en Venecia, aún no se hubiera visto en su versión íntegra. Pero la Filmoteca Española ha localizado una copia en buen estado y procedente del Centro Sperimentale di Cinematografia de Italia (de donde era nativo Marco Ferreri, su director), donde sí se estrenó íntegra. Será proyectada el próximo 21 de septiembre.
Los cambios son, como siempre en los casos de censura, sutiles, pero maquiavélicos. En el guión original de Rafael Azcona, y en lo rodado por Ferreri en 1960, el personaje de Pepe Isbert, Anselmo, mataba a toda su familia para conseguir su ansiado motocarro. De hecho, llegaba a ver salir los ataúdes de la casa, en una imagen de humor negro estremecedora. Fue demasiado para la censura, que prefirió eliminar esa imagen e incluir una llamada de teléfono en la que la familia está viva, y él en busca y captura por haber robado unas joyas para comprar el vehículo.
De este modo, el hilarante y ridículo final tiene más sentido, y es mucho más oscuro. Anselmo es detenido por una pareja de la Guardia Civil, que le obliga a volver a casa, y este pregunta «¿Me dejarán tener el cochecito en la cárcel?». Los motivos del encierro pasan de la tonta ingenuidad de la versión censurada a un terrible retrato de un asesino enajenado en la versión original, más acorde con la visión oscura y desesperanzada que Ferreri y Azcona demostraron en todas sus películas juntos: ‘El pisito’, ‘El cochecito’, ‘La gran comilona’ y ‘No tocar a la mujer blanca’.
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Se trata de un cambio de solo unos pocos segundos, pero le da todo el sentido a la película. Ferreri y Azcona ya habían tenido tropiezos con la censura: sus dos primeros guiones, ‘Los muertos no se tocan, nene’, que en 2011 acabó dirigiendo José Luis García Sánchez, y ‘Un rincón para quererse’, no llegaron a rodarse. Eso fue lo que les llevó a rodar esta pequeña coletilla, sabiendo que el homicidio múltiple era demasiado para la censura.