Dar nalgadas a los niños afecta su estabilidad mental de adultos, propiciando la depresión y el suicidio

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¿Por qué promover la crianza respetuosa? Los expertos aseguran que una forma de disciplina vehiculada a través de la violencia física resulta potencialmente dañina a nivel físico y emocional para los niños.

Dentro de este tipo de violencia encontramos las nalgadas, prohibidas en 51 países o áreas de todo el mundo, pero que se siguen llevando acabo aún en muchos lugares.

Sin embargo, el empleo de las nalgadas, así como de otras formas de violencia física a modo de castigo, podría tener consecuencias para la salud mental del niño ya de adulto, tal y como revela un estudio de la Universidad de Michigan, Estados Unidos.

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Un estudio revela que dar nalgadas a los niños afecta su estabilidad mental de adultos

Durante muchos años, se había normalizado el hecho de castigar a los niños a través de castigos físicos. Se hablaba de ello como una «educación adecuada». Y las nalgadas formaban parte de este tipo de «educación».

Sin embargo, un estudio realizado en 2017 por un equipo de psicólogo de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, y publicado en la revista Child Abuse & Neglect, asegura que la violencia física durante la infancia marca de por vida a las personas, pudiendo afectar a la estabilidad mental de los adultos.

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El estudio, que ha sido liderado por Tracie O.Afifi, contó con una muestra total de 8.300 adultos, de entre 19 y 97 años de edad; de ellos, el 55% relató haber sufrido, durante su niñez, algún episodio de violencia física ‘correctiva’.

Y de estos, la mayoría había sufrido episodios depresivos o suicidas en algún momento de su etapa adulta. Por lo que, según el estudio las consecuencias de esta educación recibida empezaría a manifestarse en la edad adulta, a menudo aparentemente de la nada.

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Nalgadas ‘correctivas’ y otros tipos de violencia física

Los investigadores del estudio diferencian dos tipos de violencia: las nalgadas ‘correctivas’ y otros tipos tipos de violencia física (como empujar, abofetear, agarrar, golpear hasta dejar marcas, etc.).

En el estudio, las nalgadas se definieron como una medida para propiciar dolor en los niños sin lastimarles.

En cambio, los otros tipos de violencia sí implicarían consecuencias a nivel físico. Pero ambos tipos de conductas son perjudiciales para el niño, incluyendo las nalgadas ‘correctivas’, que podrían afectar a su estabilidad mental de adultos.

Las nalgadas: similares al abuso físico y emocional

Según los autores del estudio, investigaciones anteriores ya habían demostrado que el abuso tanto físico como emocional tenían una naturaleza similar a las nalgadas.

Todo ello puede producir consecuencias como las que describiremos a continuación.

Depresión, ansiedad y culpa en la edad adulta

Los investigadores llegaron a la conclusión de que las nalgadas recibidas durante la infancia a modo de castigo ‘correctivo’ pueden generar en la persona, al alcanzar la mayoría de edad, síntomas como:

Incluso, en algunos casos, estos adultos mostrarían trastornos de personalidad que pueden llegar a desembocar en conductas suicidas.

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Confusión entre amor y violencia

El estudio llega a más conclusiones, y es que, asegura que las nalgadas despiertan en los niños un sentimiento de amenaza y miedo y que, dicho sentimiento les lleva a no saber diferenciar el amor de la violencia. Y esto podría tener un gran impacto en su desarrollo psicológico.

Riesgo de otras formas de maltrato

Recibir nalgadas u otras formas de violencia física aunque sea ‘correctiva’ o no cause un daño físico real (pero sí psicológico), no solo podría aumentar la probabilidad de sufrir alteraciones psicológicas importantes, sino también, la probabilidad de sufrir otras formas de maltrato.

Y es que, siempre según el estudio, recibir nalgadas también se asociaría también con el riesgo de sufrir otras formas de maltrato de adulto, como: la agresión psicológica, el abuso sexual y actos de negligencia física y emocional.

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Pegar: nada que ver con educar

Hemos hablado de este estudio, del año 2017, aunque lo cierto es que ya hace más de 50 años que se investiga sobre el tema y la conclusión es clara: la violencia en la educación no aporta absolutamente nada bueno, al contrario, podría producir secuelas psicológicas, a veces incluso irreversibles.

El impacto de los azotes

En línea con lo mencionado, un estudio un poco anterior, del 2016, publicado en el Journal of Family Psychology, realizado por investigadores de la Universidad de Texas (Austin) y la Universidad de Michigan, concluyó que los azotes no sirven para educar a los niños.

En el estudio, que hace un análisis muy completo de la temática, participaron más de 160.000 niños, y afirma que los azotes tienen efectos negativos para los más pequeños.

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¿Por qué el castigo no es efectivo?

Educar a través del castigo no es efectivo (especialmente, el castigo físico), por diversas razones:

  • Daña la autoestima del niño.
  • A través de él, se transmite el mensaje de que la violencia sirve para solucionar las cosas.
  • No corrigen o mejoran el comportamiento de los niños.
  • Les mostramos un modelo de conducta nada adecuado.
  • No enseña conductas alternativas, positivas, adecuadas…
  • No estimula ningún tipo de aprendizaje.
  • Produce miedo y sentimiento de indefensión en el niño.

Alternativa al castigo: el refuerzo positivo

La educación positiva y respetuosa aboga por un modelo educativo donde el refuerzo positivo es protagonista. A través del refuerzo, fomentamos la autoestima del niño, estimulamos su desarrollo psicológico, le ofrecemos un modelo positivo de conducta….

Además, con el uso del refuerzo positivo, nos fijamos en las conductas positivas de nuestros hijos, es decir, en aquellas que sí queremos potenciar, sin castigar lo que queremos cambiar.

Y sobre todo, a través de esta estrategia, el niño crece en un entorno sano y que siente como seguro, donde todos sus pequeños logros son reforzados y donde aprende que el amor sí es la respuesta.

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La importancia de una crianza respetuosa

Está claro es que no hace falta recibir un maltrato físico para sufrir consecuencias emocionales a corto y largo plazo. Pero el maltrato, del tipo que sea, resulta altamente nocivo para los niños y para las personas de cualquier edad.

Y es que la violencia, sea del tipo que sea, a modo de ‘educación’, no tiene nada que ver, en realidad, con educar. Además, existen muchas alternativas para educar o promover disciplina a los niños durante su infancia, que nada tienen que ver con esta violencia, y que son muchísimo más efectivas y más respetuosas para su desarrollo y su bienestar.

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