‘Cristo y Rey’: un notable biopic farandulero de Atresplayer que logra domar sus fieras gracias a su magnético reparto

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A pesar de que si hacemos memoria resulta que sí que hay ejemplos, servidor reconoce echar de menos más ficciones basadas en hechos reales en España sobre cuestiones menos series. Quizás sea por el bombardeo que tenemos desde los mundos anglosajones, pero a veces falta algo que cubra ese hueco fuera de crímenes o hechos históricos en mayúsculas. Así que no sabéis lo que agradezco la llegada de ‘Cristo y Rey’.

Creada por Daniel Écija (‘Estoy Vivo‘), Atresplayer estrena este domingo esta serie que narra todo un episodio mayúsculo de la crónica social (o rosa, como la llamamos ahora) de España: la relación de Bárbara Rey y Ángel Cristo, interpretados para la ocasión por Belén Cuesta y Jaime Lorente.

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Con un primer episodio, ambientado en 1979, la serie nos lanza de lleno a dos fieras y cómo se conocen en la España de la transición. La España que quiere modernizarse a marchas forzadas y quitarse la imagen promulgada durante años por el No-Do.

Este choque con los nuevos tiempos es el punto de partida de ‘Cristo y Rey’, que arranca con el mejor domador del mundo viendo cómo está a punto de perder sus queridas fieras y su circo. Como último recurso, convencer a la diva del momento para lograr salvar su pasión.

Una producción sin tapujos

Lo primero que llama la atención es lo echada «pa’lante» que es el guion a la hora de presentar a sus personajes y lo que les rodea. En quince minutos tenemos un breve quién es quién televisivo y farandulero en el que no solo presentan la amistad entre Bárbara y Chelo García Cortés (Adriana Torrebajano), sino que, directamente, no se andan con ambigüedades en torno a la identidad del amante: el ahora rey emérito Juan Carlos I (Cristóbal Suárez).

A nivel de guion, la historia se desenvuelve bien. Es un tono que sin ser ligero del todo es agradable y te invita mucho a jugar con lo que sabes de la historia aunque solo sea por lo que se ha transmitido en la crónica social de los últimos cuarenta años. Reconozco que soy fan del namedropping y el cameo, y esto tiene bastante. Aunque no siempre corresponde.

Además de anacronismos por aquí y por allá —el rodaje de ‘Me siento extraña’ (con Rocío Dúrcal) se produjo dos años antes de los eventos de la serie—, la intención de Écija es no hacer un biopic exhaustivo. Tampoco hace demasiada falta, ya que los elementos que componen esta historia de amor convulsa son lo suficientemente potentes de por sí como para tomarse sus licencias artísticas.

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De esta manera, este primer episodio de presentación cumple muy bien con las expectativas: con una historia que atrapa y un reparto muy acertado y altamente magnético. Sin embargo, de lo que más adolece ‘Cristo y Rey’ es de unos diálogos poco inspirados que remarcan aún más ciertos tropos universales del subgénero y eso corre el peligro de que el discurso se pierda.

Por poner un ejemplo, el paso de «enemigos a primera vista, pero dales tiempo y se enamorarán» es muy de manual. Al igual que esa representación del Ángel Cristo de Jaime Lorente como summum de la masculinidad, que esconde su corazón tierno bajo su apariencia de tipo duro.

Belén Cuesta, diosa

Cuesta Rey

Cuesta Rey

Esto no quiere decir, para nada, que el reparto no esté conseguido. Al contrario, Lorente demuestra que los tiempos de Denver quedan atrás, mientras que Belén Cuesta logra encarnar, sin caer en una mera imitación, a un mito sexual de una manera impresionante.

También en el apartado visual encuentro unos pocos peros. Ya no por el CGI usado para las fieras del Circo Ruso, que canta en las pocas escenas en las que se usa, sino por una realización algo plana, que desluce lo que por otro lado es una producción bastante cuidada por lo general.

En definitiva, ‘Cristo y Rey’ logra lo que promete: tenernos pendiente de que llegue el próximo domingo para ver más de este turbulento romance con un notable drama biográfico sobre una historia que, no por muy conocida, deja de ser interesante ya que habla mucho de la España de entonces y su resonancia en la de ahora.