Con ayuda externa como único plan, Picat pide más tiempo.

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Después de sus primeros 80 días de gestión, consumidos en actividades habituales y previsibles de la ciudad, como el Festival de Doma y Folklore, el intendente Luis Picat se plantó a dar su primer discurso ante el Concejo Deliberante sin nada importante para anunciar, como no sea una enumeración de buena intenciones que algún día, quien sabe, a lo mejor, verán la luz.

Mejor dicho: del único hecho relevante del verano, como fue el escándalo que salpica a uno de sus secretarios acusado de violencia familiar, eligió directamente ni hablar. Silencio total. Ni una referencia, pese a que, solapadamente y sin comunicarlo a nadie, mediante resolución ya le extendió la licencia desde el 24 de febrero al 8 de marzo. ¡Hace casi un mes que la ciudad no tiene secretario de Obras Públicas!

Picat parece ser admirador del genial humorista Groucho Marx cuando decía: “Estos son mis principios, pero si no les gustan… tengo otros”. En enero se declaró militante número uno de la causa feminista y dispuesto a “no tolerar” ninguna agresión a mujeres; hoy, ese tema es tabú y se barre bajo la alfombra con el resto de la mugre.

El discurso del intendente arrancó con una contradicción: en el primer párrafo dijo que no quería entrar en polémicas con la anterior gestión, pero ahí nomás pasó a repetir el latiguillo de que heredó una deuda de $89 millones, detallada en una planilla, con datos falsos y una precariedad de argumentos que causaría gracia a un estudiante secundario con especialización en Gestión.

Una perfecta bomba de humo para no admitir que su plan A, consistente en esperar ayuda de otras jurisdicciones, se cayó, y que el plan B sólo contempla una opción: “Esperar y ver qué pasa”.

En esa línea se inscribe la promoción de supuestas “50 primeras acciones” de gobierno, con un márketing berreta, que ni siquiera reflejaba la realidad. La acción estrella de esas 50 era la remodelación de la fuente de la plaza Pío León, que ni siquiera fue tal. Recién la semana pasada, con el dengue acechando por la confirmación de casos autóctonos en la zona, una cuadrilla fue a cambiar el agua podrida de las fuentes de la ciudad. Todas las demás acciones se inscriben en la lógica de “alumbrado, barrido y limpieza”, es decir, las funciones básicas de cualquier municipio.

Cuando todos esperábamos que la gestión arrancara, nos quedamos con las ganas. Como dicen los chicos, Picat “pidió gancho” a los vecinos y que le extiendan la luna de miel y la condescendencia por lo menos hasta el último trimestre de este año, para recién allí empezar a ver algunos “proyectos”.

Una jugada de manual: echar culpas hacia atrás y pedir más plazos hacia adelante, hasta poder hacer pie en la gestión. Lo concreto es que el “gran equipo”, que ganó las elecciones en junio de 2019, ya desperdició 6 meses en el llano (antes de asumir) y otros 3 de gestión y todavía no se vislumbra hacia dónde irá la ciudad.

El retraso puede tener relación también con el perfil “novato” de muchos de sus integrantes y el carácter “importado” de otras localidades de algunos funcionarios clave.

Pero sin dudas, el mayor freno de mano es económico. Picat apostó todas sus fichas a contar con recursos de otras jurisdicciones, que al menos hoy no están a la vista. Por falta de financiamiento, su socio Juan Schiaretti, ya descartó el perfil de “hacedor de obras” de los últimos 4 años y su prioridad pasó a ser la ayuda social. Habrá poco para repartir entre intendentes.

Y en la Nación, Picat está gastando zapatos para ir a verlo a Martín Gill, intendente de Villa María (en uso de licencia) y dueño de una de las lapiceras en el estratégico Ministerio de Obras Públicas, con la esperanza de conseguir fondos. Los K tampoco han dado señales de aportes a Jesús María. Y si lo hacen ¿alguien cree que será sin exigencia previa de alineamiento político del intendente beneficiario?.

Con los grifos de recursos externos cerrados por ahora, Picat anunció que habrá un torniquete de presión sobre los morosos, mediante un convenio con el Colegio de Abogados que saldrá a recuperar deuda. Aumentó un 50% las tasas municipales y ahora amaga con una aceitada producción de intimaciones a domicilio. ¡Qué buena noticia para los vecinos!.

Pero al margen de la escasez de fondos en una economía claramente recesiva, también empieza a quedar expuesta la falta de ideas. El verdadero plan es… que no hay plan.

Miren si no, el programa vedette del intendente: “Mis primeros 18 años”, anunciado como política de Estado para cuidar a todos los vecinos hasta esa edad. Hasta el discurso del pasado domingo, ese programa era un hermoso título, del que nadie sabía los cómo, cuándo, con quién, dónde. Pero Picat se encargó de echar luz. Dijo que “ya arrancó” este verano con la puesta en marcha de la escuela de verano en los polideportivos y los apoyos escolares…. dos programas que ¡existen hacen más de 10 años!.

La verdad es que no existe política social. Está en marcha el desmantelamiento del Copadi y la llegada de la tarjeta Alimentaria nacional recién recibió ahora el anuncio municipal de que se potenciarán las compras de los beneficiarios con descuentos de entre el 5% y 10%. Ese anuncio se conoció después de que un medio de comunicación local denunciara la inactividad del Departamento Ejecutivo en la materia.

Es tan pobre el escenario, que el Ejecutivo presentó como una gran noticia el cierre de la paritaria salarial con el Sindicato de Municipales, que a todas luces es su aliado político. La lógica subyacente no admite discusión: ya que hacia afuera a los vecinos no les podemos ofrecer nada, por lo menos mantengamos la tropa interna sonriente y con cero reclamo. Un Gobierno que gestiona para su millar de empleados y no para los cuarenta y pico mil vecinos.

Cuando era chico, me encantaba ver al chanchito Porky cerrando los dibujos animados con su clásico: “That´s all folks” (Esto Es Todo Amigos). Hoy, al ver la Municipalidad, me surge en tono de pregunta: “¿Esto es todo amigos?”. ¿Para esto querían gobernar la ciudad?.

Rubén Curto