Marián
García,
conocida
en
la
divulgación
científica
como
Boticaria
García,
expone
temas
del
día
a
día
en
sus
redes
sociales,
apariciones
en
televisión
y
libros.
En
uno
de
esos
libros
explica
por
qué
no
debemos
tener
miedo
a
los
hidratos
de
carbono
ni
al
gluten
por
sí
mismos,
sino
a
los
alimentos
que
no
son
sanos
y
contienen
estos
nutrientes.
El «mito
dorado»
eliminado
por
Boticaria
García
Boticaria
García
habla
en
su
libro «El
jamón
de
York
no
existe:
La
guía
para
comprar
saludable
y
descubrir
los
secretos
del
supermercado»
sobre «el
mito
dorado».
Al
igual
que
con
los
lácteos
se
hablan
del «mito
blanco»,
con
los
cereales
pasaría
a
ser
el «mito
dorado».
Marián
García
explica
que
lo
importante
no
es
la
cantidad
de
cereales
que
comemos,
sino
la
calidad
de
los
mismos.
Durante
muchos
años
se
han
señalado
algunas
pirámides
alimentarias
por
situar
a
los
cereales
en
la
parte
baja
de
dicha
pirámide.
Si
analizamos
el
alimento
en
sí
mismo,
no
hay
problema
en
basar
nuestra
dieta
en
cereales
y
granos,
pero
deben
ser
integrales.
Una
persona
sedentaria
no
necesitará
un
aporte
elevado
de
hidratos
de
carbono,
por
lo
que
en
lugar
de
granos
enteros
tendrá
que
utilizar
más
verduras
y
frutas
para
ingerir
este
macronutriente.
Sin
embargo,
una
persona
deportista
requiere
niveles
elevados
de
carbohidratos,
por
lo
que,
además
de
verduras
y
frutas,
deberá
ingerir
granos
enteros.
Nada
tiene
que
ver
un
pan
blanco
de
mala
calidad
a
un
pan
integral
que
contiene
las
tres
partes
del
grano
de
cereal,
trigo
en
este
caso:
salvado,
germen
y
endospermo.
El
salvado
es
la
cáscara
que
protege
al
grano;
el
germen
es
el
lugar
donde
está
el
embrión
y
la
gran
mayoría
de
vitaminas
y
minerales;
el
endospermo
es
la
parte
que
se
queda
en
el
cereal
refinado,
donde
está
el
almidón
y
poco
más.
Si
ingerimos
el
grano
al
completo
(salvado,
germen
y
endospermo)
estaremos
tomando
un
gran
alimento,
pero
si
lo
tomamos
refinado
(sin
salvado
y
germen)
estamos
eliminando
los
nutrientes
más
interesantes.
Eso
hace
que
se
produzca
el
famoso
pico
de
azúcar
en
sangre,
insulina
para
contrarrestar
y
todo
lo
demás.
Los
cereales
azucarados
del
desayuno,
el
pan
de
trigo
refinado,
las
harinas
de
bollería
y
los
ultraprocesados
reúnen
granos
refinados
(sin
salvado
ni
germen)
a
los
que
se
añaden
azúcares,
grasas
poco
saludables
y
aditivos.
A
este
tipo
de
productos
sí
hay
que «tenerles
miedo»,
pero
no
a
los
hidratos
de
carbono
en
sí
mismos,
ni
a
los
granos
de
cereales
integrales.
El
gluten,
el
otro
villano
de
la
película,
que
no
lo
es
tanto
Además
de
la
carbofobia
que
se
produce
por
meter
en
el
mismo
saco
a
los
granos
enteros
o
integrales
y
a
los
granos
refinados,
también
existen
el
miedo
al
gluten.
Ningún
nutriente
en
sí
mismo
es
bueno
o
malo,
a
excepción
de
compuestos
modificados
como
las
grasas
trans.
Lo
que
hace
«bueno»
o «malo»
a
un
alimento
es
su
conjunto,
no
un
ingrediente
como
el
gluten
o
si
es
rico
o
pobre
en
hidratos
de
carbono.
El
gluten
no
supone
ningún
problema
de
salud
para
aquellos
que
pueden
tolerarlo.
Por
supuesto,
las
personas
con
celiaquía
o
que
no
toleran
el
gluten
deben
eliminarlo
de
la
dieta,
de
la
misma
forma
que
otras
personas
con
otras
intolerancias
o
alergias
eliminan
alimentos
como
algunos
frutos
secos
o
lácteos.
Más
allá
de
esos
casos
diagnosticados
con
celiaquía,
u
otros
muchos
que
no
están
aún
diagnosticados,
podremos
ingerir
cereales
como
el
trigo
que
incluyen
gluten,
que
no
es
más
que
una
proteína
de
dichos
cereales.
Eso
sí,
deberemos
buscar
cereales
integrales,
no
refinados.
Para
visualizarlo
de
manera
muy
brusca,
imagina
que
te
llevas
de
picnic
un
bocadillo
de
pan
blanco
de
muy
mala
calidad,
y
lo
rellenas
de
salami
y
mortadela.
¿Es
aquí
el
gluten
el
malo
de
la
película?
No,
el
problema
de
esta
comida
es
el
trigo
refinado
del
pan
blanco
y
la
carne
procesada
del
embutido.
Si
en
su
lugar
escogemos
un
pan
integral
de
calidad
y
lo
rellenamos
con
una
pechuga
fresca
a
la
plancha
y
un
chorreón
de
aceite
de
oliva
virgen
extra,
¿es
aquí
el
gluten
el
malo
de
la
película?
No,
tampoco,
de
la
misma
forma
que
el
pan
tampoco
lo
es
al
ser
integral
y
de
calidad.
Por
lo
tanto,
como
bien
desarrolla
Boticaria
García
en
su
libro,
no
debemos
señalar
a
los
cereales
ni
al
gluten
como
buenos
o
malos,
sino
a
todo
lo
que
les
rodea.
En
lugar
de
señalar
un
nutriente
como
causante
de
todos
los
males,
lo
ideal
es
aprender
que
es
el
conjunto
de
un
alimento
lo
que
lo
hace
saludable
o
insano.
En
Vitónica
|
Hidratos
de
carbono
lentos
versus
rápidos:
quién
es
el
malo
de
la
cocina,
si
es
que
hay
uno
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