A pocas horas del cierre de la 23ª edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), que este sábado 30 tendrá su último día de proyecciones en salas y una jornada adicional de funciones online prevista para el domingo 1º de mayo, ya es tiempo de proponer un primer balance, esbozar una evaluación -inevitablemente parcial y caprichosa- de lo más significativo que cada año ofrece la muestra porteña: la cosecha de cine argentino independiente.
Es cierto que el BAFICI tiene siempre una generosa (aunque en los últimos tiempos algo recortada) oferta de películas extranjeras y, en ese sentido, en esta misma columna hemos recomendado hace dos semanas films de Hong Sangsoo, Claire Denis, Jonas Carpignano y Alain Guiraudie, pero son todos títulos que ya habían tenido un recorrido previo por otros festivales más importantes. En cambio, la programación del BAFICI está llena de estrenos mundiales de cortos y largometrajes nacionales. Y son ellos, por lo tanto, los descubrimientos, las revelaciones, las verdaderas sorpresas de esta cosecha 2022:
”Carrero” y los suburbios platenses
El retrato de las desventuras de unos adolescentes en un barrio popular de la periferia de La Plata puede sonar como algo no demasiado innovador, pero los directores debutantes Germán Basso y Fiona Lena Brown (Princesa Feona) lo convierten en una experiencia desgarradora y fascinante a la vez. Trabajando palmo a palmo con intérpretes no profesionales de la zona (verdaderas revelaciones actorales), construyen una mirada alejada por complejo de juicios, indulgencias o paternalismos para conseguir una narración llena de honestidad, empatía y credibilidad que es heredera -con una mirada actual, claro- de clásicos del Nuevo Cine Argentino como “Pizza, birra, faso”, “Mundo grúa” y la algo más reciente “Yatasto”.
La trilogía absurda de Lucía Seles
Nacida como Diego Fernández y autora bajo el seudónimo Rocío Fernándes de películas como “Baixo erotism” (2005), “Mujer sin un destino” (2006) y “Dumbo 4” (2007), que en su momento generaron bastante revuelo en el Festival de Mar del Plata, esta artista multifacética (es también prolífica dramaturga y directora de teatro, escritora y música) regresó ahora como Lucía Seles con la denominada “trilogía del tenis”, integrada por “Smog en tu corazón” (estrenada en la Competencia Argentina), “Saturdays Disorders” y “Weak Rangers” (estas dos últimas exhibidas en la sección Comedias). Las tres películas tienen como epicentro un complejo de canchas de tenis en Luján y a los mismos protagonistas. La directora apuesta por una narración totalmente caótica y entrecortada, con bruscos quiebres temporales, situaciones que se terminan de forma abrupta y luego se retoman. El cine de Seles es el reino de la arbitrariedad, la digresión y el capricho, y se completa con una lluvia de textos íntimos en pantalla llenos de errores de ortografía y mucho inglés mal redactado. Sin embargo, contra todas las presunciones, el resultado de este cine anárquico, que se burla de todas las convenciones formales, es casi siempre irresistible y en muchos momentos de un lirismo inesperado.
Hartmann, del Buenos Aires a Cabezas
A Alejandro Hartmann se lo conoce por “Clon”, “AU3 (Autopista Central)”, “Reset, volver a empezar”, “Carmel: ¿Quién mató a María Marta?” (serie de Netflix sobre el caso García Belsunce) y en este BAFICI mostró sus dos facetas como director: por un lado, con “El fotografo y el cartero: El crimen de Cabezas”, otra producción para Netflix, consiguió una reconstrucción muy cuidada y profesional sobre el asesinato del fotógrafo de la revista Noticias y sus múltiples alcances sociopolíticos; pero más interesante aún resultó “El Nacional”, sobre los profundos cambios que se registraron en el Colegio Nacional de Buenos Aires en medio de la marea verde y el empoderamiento de las mujeres en un ámbito tradicionalmente machista y patriarcal. Un registro riguroso y al mismo tiempo intenso sobre uno de los ámbitos de formación (y de poder) más emblemáticos y contradictorios del país.
“Villa Olímpica” y las contradicciones de los hijos de exiliados
Nació en Chile, creció en México, volvió a su país de origen, luego vivió en Buenos Aires y en Madrid y hoy reside nuevamente en México. Por lo tanto, Sebastián Kohan Esquenazi sabe perfectamente qué es eso de cambiar de vida. Sociólogo, escritor y director (filmó el muy buen documental “Buscando a Panzeri”), ahora presentó “Villa Olímpica: Recuerdos de un mundo fuera de lugar”, film en el que le da voz a chilenos y argentinos que -como él- llegaron de pequeño a México con sus padres exiliados por razones políticas y que luego, con el regreso de la democracia, volvieron en muchos casos a sus ciudades de nacimiento.
Sin embargo, ninguno de ellos las que no sentían como propias, ya que se habían acostumbrado a vivir en la Villa Olímpica del título, un complejo de 30 edificios y 904 departamentos ubicado en el sur de Ciudad de México, cerca de la UNAM, inaugurado para albergar a los deportistas, invitados y prensa extranjera que participaron en los Juegos Olímpicos de 1968 y que luego fueron puestos a la venta. En esos departamentos, a fines de la década del ’70 vivían unas 5.000 personas, de las cuales 3.000 eran exiliados del Cono Sur. Y son los testimonios -bellos, sentidos, acompañados por materiales de archivo, home-movies y maquetas- de aquellos niños y niñas hoy convertidos en cuarentones los que ofrecen la “otra” mirada.
Si siempre el foco estuvo puesto en la épica de los militantes políticos (sus padres), Kohan Esquenazi da vuelta la cámara y la dirige en contraplano a esos hijos que tienen mucho para cuestionar y replantear(se), ya que pasaron del exilio al destierro siempre forzado desde los adultos. Es que, una vez ya integrados con los mexicanos, debieron hacer el trabajo inverso para mimetizarse con los argentinos o chilenos en sus vueltas a Santiago o a Buenos Aries, donde en verdad también eran consideraban extranjeros porque hablaban o pensaban distinto. Medio perdido en la sección Hacerse Grande, se trata de uno de los trabajos más logrados proyectados en este BAFICI.
Las comedias pandémicas de El Pampero
Mientras muchos cineastas se mantuvieron inactivos y guardados durante el confinamiento hogareño, los integrantes del colectivo El Pampero jamás dejaron de rodar y dos de esas producciones “pandémicas”, ambas en clave de comedia, se exhibieron en este BAFICI. Alejo Moguillansky filmó “La edad media” con su pareja, la actriz Luciana Acuña; mientras que Agustín Mendilaharzu hizo lo propio con Constanza Feldman en “Clementina”. En ambos casos se intenta compensar la angustia del encierro con una apuesta lúdica, absurda, por momentos coreográfica y musical. Si bien no eluden las referencias obvias a la era del Zoom, la paranoia y la crisis económica, tanto “La edad media” como “Clementina” trascienden la mirada trágica, apocalíptica y solemne de tantos relatos ambientados en estos tiempos de COVID.