Aparecen fotos ineditas de la adolescencia de “Chizzo”

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Pertenecen a Ana María Obloczynski, compañera del secundario del líder de la Renga, quien contó como era el músico en esos días.

Hace algunos días se empezaron a viralizar fotos de Gustavo “Chizzo” Napoli en su época de adolescencia. Las mismas pertenecen a Ana María Obloczynski, compañera del secundario de la Escuela Técnica Nº 15 de Artes Gráficas Maipú,quien las fue publicando en su cuenta de Facebook. En diálogo con Soy Rock reveló cómo eran esos días de escuela con el líder de La Renga. En una de las imágenes que está circulando en las redes, se lo puede ver a Chizzo con una guitarra y a Sergio D’ Alesio, otro alumno de la escuela, tocando un instrumento de percusión, durante una hora libre en el Colegio. “Gustavo siempre fue una persona sumamente tranquila siempre con su viola, su guitarra criolla, que fue la que mamó, aprendió y cantaba siempre en las horas libres que teníamos, que no eran muchas”, recuerda Ana María.

El grupo escolar tenía como característica el gusto por la música y Chizzo ya demostraba su fanatismo por Pappo, al extremo de que lo terminaron apodando de esa manera. “Cuando a mi me hablan de Chizzo, yo digo: ‘¿quién es Chizzo? Es Pappo para mi’. Fue su gran amigo. Cuando tuvo la oportunidad de conocerlo a Pappo personalmente, de ese día creo nunca más se desprendieron. Le gustaban las rutas, los dos eran muy motoqueros y fueron amigos por muchos años”. Otras de las fotos que Ana María compartió es de su cumpleaños de 18, que lo festejó en la casa de una amiga. También recuerda a “El Capitán Beto”, el Fiat 128  con el cual recorrían la ciudad. “El tenia un Fitito, lo llamaba ‘el Capitán Beto’ y con eso nos íbamos temprano del colegio a Parque Lezama a comer churros y medialunas, o nos íbamos a Constitución que lo teníamos cerca, a tomar una cerveza, alguna picada. Eramos demasiados sanos. Muy rara vez tomábamos alcohol”, cuenta sobre sus salidas. Ana María relata que ella ya veía en Chizzo el gran potencial que tenía para la música: “El viajaba en colectivo conmigo, el tenia una bandolera, los bolsitos verdes de esa época que se usaba. Viajábamos con el 168 hasta Once y sacaba su cuaderno con todas las letras de sus canciones y me decía: ‘mira todas las letras que tengo’. Y yo le decía: ‘vos vas a llegar porque tenes buena voz, tenes alma de roquero’. El consejo mío era que aprendiese  solfeo e íbamos los dos aburridos en el colectivo, en el asiento de atrás haciendo solfeo”.

Ana María también compartió una foto del viaje de egresados: “Cuando fuimos a Bariloche la pasamos bomba. Éramos un grupo re tranquilo. Gustavo era amor y paz. Y sigue siéndolo hoy en día. Es la misma persona de siempre, con el mismo cariño y atención de siempre. Cuando nos encontramos nos acordamos de esas anécdotas, de ponerle plasticola en el asiento a un profesor. Hacíamos un poquito de lío, pero éramos buenos”. “Las fotos que subo a mi Facebook es una manera de agradecerle a los rengueros, porque gracias a ellos yo pude volver a encontrarme. Y conocer a Tete, Tanque y toda la gente que lo rodea, muchos amigos suyos de la adolescencia, que cuando me vieron se acordaron de mí”, reconoce Ana María, que compartió esas fotos a 25 años de que se habían recibido, porque quería rencontrarse con su amigo del secundario y con la ayuda de algunos fans de La Renga pudo llegar al estudio de grabación que tiene el grupo en Ezeiza. “Ahí compartí una foto de la entrada del estudio en Ezeiza, donde vi cómo atendía a cada chico, cómo los escuchaba, se sacaba fotos, les firmaba cosas. Es algo muy lindo y emocionante, que haya mantenido esa forma tan linda que tiene. Por eso lo quieren tanto”. Ana María comenta que sus gestiones para llevarlo al  programa radio que tiene la escuela de Artes Gráficas de Maipú, en donde los alumnos lo entrevistaron. “Los chicos felices, no podían creer tener delante suyo a una persona tan importante y tan humilde a su vez. Fuimos con Fernando, que es quien hizo el libro de Gustavo. Pasamos un día espectacular, hubo un par de encuentros con compañeros de colegio, después de la radio y de ahí nos fuimos a comer pizza. Entramos al restaurante, al principio todo tranquilo, pero al rato estaban todos atrás de los vidrios golpeando, entonces Gustavo se levantó para sacarse unas fotos con unos chicos, firmar autógrafos. Salía y entraba, así para atenderlos. Fue una noche increíble, él muy emocionado por volver al colegio, porque después que se recibió nunca más fue”, celebra emotivamente.

“Siempre me dice: ‘Ana, nunca me viniste a ver’. El tema es que siempre toca lejos, pero sabe que me gusta. A Huracán fuimos, con mis hijos. No sabía lo que significaban los ‘banquetes’. Ese día aprendí el significado. Es algo totalmente extraordinario ver un recital de ellos en vivo. Fue la primera vez que lo ví a mi compañero. Fui muy feliz esa noche”, se emociona. “También me gusta lo que hace Carolina, su mujer, con Inazulina. La rompe toda. Es el polo opuesto de lo que hace Gustavo, pero es muy buena música. A través de ella, por conocer su música, me hice fanática de su mujer. También me lo encontré en los recitales de ella”, prosigue Ana María. “De adolescente era un buen compañero, humilde, tranquilo, como ahora. Lo que ven es lo que es, no oculta nada su forma de ser, es lo más lindo que hay. Tiene un respeto hacia el público impresionante, está al tanto de todo lo que pasa con su gente”, finaliza para terminar de conformar el perfil de uno de los músicos más convocantes que tiene el rock nacional.

Revista Soy Rock