Desde fuera parecía uno más del montón: un tipo discreto, del perfil económico-financiero, uno de esos que pasan por la calle sin que la gente les dé ni el saludo. Pero Anas Laghrari no es cualquiera. Durante los últimos años, su nombre ha ido ganando peso entre los pasillos de poder del madridismo, gracias a su cercanía con el presidente Florentino Pérez y su implicación en varios de los proyectos más ambiciosos del club.
Su historia tiene algo de guión: banquero de origen marroquí, o al menos con vínculos familiares que le pusieron en contacto con Florentino desde joven. Ese nexo le abrió puertas: terminó formando parte de la firma de inversiones de cabecera, la célebre Key Capital Partners, compañía que ha asesorado a empresas vinculadas al presidente, como ACS, y ha participado en grandes operaciones financieras para el club.
Pero ojo: Laghrari no se quedó quieto. Hace poco dio un paso al frente y lanzó su propia firma junto a su mujer, una consultora llamada Anel Capital, con la que cerró su primer ejercicio con beneficios señalados. Ese movimiento le permitió desprenderse (al menos sobre el papel) de su antiguo rol en Key Capital, y centrar sus energías en nuevos retos vinculados al Real Madrid y al gran plan financiero que hay sobre la mesa.
Y ahí es donde la jugada se pone interesante. Laghrari no se conforma con ser un consejero más: según lo que se publica estos días, ha comenzado a tantear grandes inversores internacionales (desde fondos americanos hasta magnates europeos) con la idea de abrir la puerta a capital externo para el club. Todo esto en el marco de un plan mayor: la posible transformación del Real Madrid hacia un nuevo modelo societario, que le dé aire para crecer sin depender únicamente de ingresos deportivos.
Claro que no todos están contentos con esos movimientos. En las tripas del club hay quien mira con recelo una entrada de capital extranjero, por temor a que se pierda la esencia del Real Madrid tradicional, ese en el que los socios eran los que mandaban, no los fondos. Y ese debate añade un punto de tensión interesante: Laghrari sabe que su plan podría cambiar las reglas del juego.
Al final, lo que parecía una figura de respaldo, un asesor discreto para temas de dinero, empieza a perfilarse como un jugador con ambición propia. Anas Laghrari intenta salir de las sombras, agitar los cimientos financieros del club y, por qué no, consolidar su nombre entre los que marcan el futuro del Real Madrid.
Si sus cartas las juega bien, puede que en unos años hablemos de él como uno de los arquitectos de la nueva era blanca. Si no, pues al menos ya habrá dado el golpe sobre la mesa.
Foto de Vienna Reyes en Unsplash | LinkedIn








































