Alemania dio un significativo paso cuando, en agosto de 2017, se celebró la primera Cumbre del Diésel. Culminó tras años de engaños del mundo automotriz, de cárteles y de malas decisiones. Ahora, la canciller Angela Merkel dice haber encontrado una solución al desastre para poder salvar al diésel, y afirma haber llegado a una coalición que hará que los fabricantes tengan que aflojar el bolsillo. Y también lo harán los consumidores.
Una cumbre crucial para evitar prohibiciones
Según la prensa local, el Gobierno alemán ha llegado a un acuerdo, tildado de «altamente complejo», entre los tres partidos que forman el gobierno de gran coalición: CDU, CSU y SPD. El paquete de medidas, cuyos detalles esperamos que se revelen en unas horas, girará, a grandes rasgos, en torno a la movilidad sostenible y aire limpio, pero entraña muchos flecos sueltos.
In Hamburg, Germany, signs have been mounted that ban #Diesel or #Dieselgate cars! pic.twitter.com/WcwLVXwuEt
— Cristian Miuta 🔋 (@cristian_miuta) 19 de mayo de 2018
Lo más importante para el Ministerio de Transporte es evitar más prohibiciones a la hora de conducir en ciudades donde las emisiones de dióxido de nitrógeno exceden los límites de la Unión Europea, como ha ocurrido parcialmente en Hamburgo, ciudad pionera, y Stuttgart. El plan es conseguirlo a través de incentivos o bien adaptaciones de hardware, sin que el consumidor-idílicamente- tenga que asumir gastos.
Según cifras oficiales recogidas por Autonews Europe, hay 3,1 millones de automóviles diésel con el estándar Euro4 y 5,7 millones de diésel Euro5, de un total de 46,5 millones de automóviles en las carreteras de Alemania.
Como ya se dibujó durante la Cumbre del Diésel celebrada en Berlín, el acuerdo se centrará en adaptar los vehículos diésel más antiguos y contaminantes que hay en circulación, y la principal pregunta que surgía era: ¿quién pagará la factura: los propietarios, los fabricantes o ambos?
La posición de los fabricantes: Renault y Volkswagen sacan sus cartas
Durante la Cumbre del Diésel, fabricantes como Daimler, BMW, el Grupo Volkswagen o Ford se ofrecieron a actualizar el software de 5,3 millones de vehículos diésel -a través de parches de software en lugar de correcciones de componentes- para evitar remedios más costosos y prohibiciones de conducción en las ciudades.
Por el momento, los posibles términos de las actuales negociaciones son meramente especulativos, pero El País cita una información de la cabecera alemana Bild am Sonntag en la que se especifica que la industria ha ofrecido primas de entre 3.000 y 10.000 euros por coche contaminante.
A cambio de estas primas, los propietarios podrían deshacerse de su viejo diésel por otros más modernos, ya sean gasolina o diésel.
De forma oficial sabemos a través de Reuters que Renault se ha ofrecido a dar a los propietarios de vehículos diésel más viejos en Alemania incentivos para intercambiar sus automóviles por otros más nuevos y más limpios. Sería el primer fabricante extranjero en dar su brazo a torcer para enmendar una crisis que lleva azotando a la industria desde 2015, año en el que se destapó el Dieselgate.
Según el fabricante francés, los propietarios de vehículos diésel que cumplen con el estándar de emisiones Euro5 o anterior podían recibir entre 2.000 euros y 10.000 euros para cambiar su vehículo por un nuevo Renault, con el motor que sea.
Volkswagen, por su parte, ha acordado cubrir parcialmente los costos de las modificaciones de hardware de sus modelos diésel: «Una actualización cuesta alrededor de 3.000 euros. Volkswagen cubrirá 2.400 de eso. Ahora tenemos que discutir en la coalición cómo manejamos la brecha de 600 euros», ha declarado el ministro de Transporte, Andreas Scheuer.
En unas horas se detallarán los puntos de este ambicioso plan, que como casi todas las medidas que vienen de arriba, nunca terminan de convencer a todas las partes. Y este será el caso.